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mayo 2, 2024

“Soy más que una chica trans”: Renata Rengifo, psicóloga y modelo


Para Renata Rengifo los prejuicios que permanecen sobre la población trans son resultado de que la gente no se da la oportunidad de conocer realmente a una persona trans. En conversación con El Espectador reflexiona sobre los estereotipos que persisten.

Renata Rengifo se siente orgullosa de presentarse como una mujer trans, pero cree que para muchas personas esa palabra “trans” es una barrera que impide que la conozcan más allá de su identidad de género. Es psicóloga, modelo y a lo largo de su trayectoria profesional ha trabajado en la implementación de políticas públicas desde una perspectiva de derechos humanos.

Actualmente, trabaja en la Secretaría Distrital de Planeación de Bogotá y una de sus funciones es atender y orientar a otras personas LGBTIQ+. Su trabajo como psicóloga en el distrito le ha permitido conocer de primera mano las experiencias de vida y violencias que otras personas trans han sufrido. Vivencias que la interpelan y la llevan a pensar que en esta sociedad a veces obligarse a encajar sería lo más fácil.

Ella destaca a simple vista, es muy alta y le encanta usar tacones. Dice que su altura es lo que le ha abierto las puertas para modelar en pasarelas. Aunque hoy se siente cómoda y segura con su cuerpo, reconoce que hay momentos que le gustaría pasar desapercibida. Por eso, cuando le dicen que no “se le nota” que es trans, no está segura si es un halago o una ofensa.

Inició su tránsito de género a los 18 años y le costó dar ese primer paso. Cuando se identificaba como un hombre gay recibía burlas y comentarios ofensivos por ser “afeminado”. Pero, al mostrarse en redes sociales abiertamente como una mujer, eran esas mismas personas del colegio quienes le decían “qué linda eres de chica”. Su mundo se volcó completamente hacia lo femenino.

“En ese momento estaba estudiando un técnico en Talento Humano y tenía miedo de no saber cuál sería mi futuro. Me cuestionaba la religión, el tema laboral, el rechazo de mi familia y lo que implicaba presentarme 24/7 como mujer”, recuerda. Su mamá le decía que había tenido un hijo, no una hija. Le cerró las puertas de su casa y Renata encontró en sus amigas ese respaldo.

“Uno espera que sea la calle en donde te den durísimo, donde se encuentren esas violencias, pero era mi familia la que estaba en contra. Entonces, yo decía ¿por qué tengo que frustrar mi felicidad por los demás, en este caso, por la gente que yo más amo?”, reflexiona. Fue modelo webcam y ejerció trabajo sexual durante un tiempo, en su opinión, este es el medio que algunas personas con experiencia de vida trans encuentran para subsistir sin ocultar su identidad, pero no minimiza las violencias que conlleva.

“Yo no estudié para ser modelo webcam, yo estudié para moverme en otros ámbitos. Pero cuando no hay más opciones ese es el camino ‘fácil’. Yo tuve la oportunidad de estudiar y fue lo que hace diez años me permitió vincularme inicialmente con el distrito. Me desempeñé en temas de diversidad sexual, mujeres y género en varias secretarías y teniendo un trabajo formal fue que pude seguir estudiando y obtener mi título profesional. Si yo no hubiera tenido un técnico antes, no sé si mi historia sería la misma”, dice Renata.

Aunque le gusta trabajar en temas relacionados con la población LGBTIQ+, pues atraviesa su historia personal, siente que a veces resulta limitante. “Yo soy más que una chica trans, mis capacidades profesionales no están condicionadas por mi identidad de género”. Renata reconoce la importancia de que las luchas de las personas con orientaciones sexuales o identidades de género diversas sean protagonizadas por ellas mismas. Mas eso no significa que no puedan “ocupar más espacios sin que se nos convierta o reduzca solo a la etiqueta de lo trans”.

Hoy, la relación con su familia es diferente, de hecho, vive con ellos. No es una relación perfecta, son las únicas personas que Renata acepta que no le digan “ella”. Pero es porque es consciente que para ellos no es fácil entender su identidad de género cuando crecieron con el estigma de que ser una mujer trans era sinónimo de “puta o peluquera”.

Para Renata, estos imaginarios han persistido durante tanto tiempo porque la gente no ha tenido realmente un acercamiento con una persona trans. Así, “es difícil poder borrar el casete si no han tenido una educación que ve la diversidad sexual y de género como algo normal”. Aun así, el anhelo de ser ella misma y compartir con quienes ama pesa más. Y, por eso, cree que no es “revolucionaria” la idea de que las personas con experiencia de vida trans quieren ser respetadas por ser personas y no por el hecho de ser trans.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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