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octubre 6, 2022

La paz grande, el llamado de la Comisión de la Verdad


La entidad convoca a Colombia desde cada experiencia de vida a restablecer el tejido social, a construir confianza y rechazar definitivamente la violencia.

Luego de casi cuatro años de trabajo, la Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición, a través de la entrega de su Informe Final, hace la convocatoria a la paz grande, “una invitación a superar el olvido, el miedo y el odio a muerte que se ciernen sobre Colombia por causa del conflicto armado interno”.

El llamado es un mensaje de reflexión, pero también de esperanza, una exhortación a todos los colombianos y colombianas a construir un mejor país en medio de las legítimas diferencias y “a no postergar, después de millones de víctimas, el día en que la paz sea un deber y un derecho de obligatorio cumplimiento, como lo expresa nuestra Constitución”, dice la declaración de la Comisión.

Entre los mensajes que la entidad quiere dejar a la sociedad, al Estado y a la comunidad internacional y que se plasman en el documento hacia el objetivo de lograr la paz grande, cuyo prólogo fue escrito por el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, se advierten los siguientes:

  • Reconocer a las víctimas del conflicto en su dolor, dignidad y resistencias; reconocer la injusticia de lo vivido y el trauma colectivo que compartimos como sociedad, y comprometernos con la reparación integral y transformadora de los más de nueve millones de víctimas.
     
  • Tomar la determinación de no matar por ningún motivo a nadie. Que cada muerte violenta sea rechazada de manera colectiva y rotunda y poner la vida de los humanos y de la naturaleza en el centro y por delante de todo interés particular.
     
  • Liberar al país de las trampas del temor, las iras, las estigmatizaciones y las desconfianzas. A sacar las armas del espacio venerable de lo público. A tomar distancia de los que meten fusiles en la política. A no colaborar con los mesías que pretenden apoyar la lucha social legítima con ametralladoras.
     
  • Proteger los derechos humanos y poner a las instituciones al servicio de la dignidad de cada persona, las comunidades y los pueblos étnicos.
     
  • Mirar críticamente la historia de Colombia desde una perspectiva que le dé un lugar a la presencia constante de la memoria para la construcción de paz y la no repetición, de forma que comprometa al Estado y a la sociedad y aporte al fortalecimiento de los valores democráticos.
     
  • Asumir el compromiso de un cambio profundo en los elementos culturales que han llevado a la incapacidad de reconocer a los otros como seres humanos de igual dignidad. A construir desde las diferencias, tradiciones espirituales y concepciones de vida, una ética pública en la que se reconozca a todos y todas como personas, como un colectivo de nación y así emprender las transformaciones desde lo institucional, normativo, personal y cotidiano.

  • A desinstalar las narrativas de odio, discriminación y estigmatización para instaurar la confianza y la pasión por un futuro de esperanzas compartidas y vida plena para las futuras generaciones del país.
     
  • A los estamentos sociales y políticos, se les invita a poner en marcha una reforma que abra espacios para sectores y grupos excluidos, en una democracia que refleje la pluralidad territorial y étnica del país. Se les propone que tengan como centro el diálogo deliberativo con la participación ciudadana directa para garantizar los derechos, el restablecimiento del tejido social, la construcción de confianza institucional y el rechazo a la violencia contra quienes piensan distinto.
     
  • A la burocracia estatal y a los administradores públicos y privados, se les propone rechazar y acabar la corrupción en los distintos niveles, romper hábitos y complicidades y actuar con determinación en el control ciudadano y la sanción eficaz de las leyes para detenerla.
     
  • Al Estado y a la sociedad, se les pide establecer una nueva visión de la seguridad para la construcción de paz como bien público centrado en las personas, en la cual la protección de todos los seres humanos y de la naturaleza sea lo primero. Se sugiere una visión en la que la seguridad deje de estar restringida a lo militar y se construya desde la confianza colectiva.

  • También plantea que se dé a los campesinos la importancia que tienen para la vida de Colombia, asegurarles la redistribución equitativa de la tierra, la prevención y reversión del despojo, las condiciones para la producción sostenible, el acceso a bienes y servicios públicos –incluida la educación de alta calidad pertinente para la ruralidad, la seguridad y la justicia– y las condiciones que necesitan para el cuidado de los ecosistemas, el agua, la tierra y las especies nativas.
     
  • Se invita a toda la nación a superar el racismo estructural, el colonialismo y la exclusión injusta y torpe que se ha causado a indígenas, afrocolombianos, raizales y pueblos rom, y hacer de sus culturas y tradiciones parte sustantiva de la identidad colombiana.
     
  • A las organizaciones que no aceptan la legitimidad del Estado, al ELN, a las disidencias y los demás grupos insurgentes que continúan en la guerra, se les exhorta a escuchar el clamor del pueblo que pide “parar la guerra ya desde todos los lados” y ponerse en la ruta del diálogo hasta llegar a la paz.  
     
  • De igual manera, se reitera la trascendencia de implementar de manera integral el Acuerdo final de paz y avanzar hacia el consenso sobre las transformaciones necesarias para superar los factores que han facilitado la reproducción de los ciclos de violencia, partiendo de la convivencia en los territorios, a través de la reconstrucción de la confianza de los ciudadanos entre sí mismos y con las instituciones, siempre en la perspectiva una paz grande.

El mensaje de la Comisión de la Verdad es, especialmente, un llamado a la reconciliación. Por ello, resume la urgencia de “construir juntos. Y para ir juntos tenemos que cambiar: que el actual Estado se transforme en un Estado para la gente, que los políticos paren la corrupción, que los empresarios no excluyan de la participación en la producción a una multitud que reclama el derecho a ser parte, que los que acaparan la tierra la entreguen; que cambien todos los que colaboran con el narcotráfico, con la guerra, con la exclusión, con la destrucción de la naturaleza. Que no haya más impunidad. Que los que siguen en la guerra entiendan que no hay derecho para seguir haciéndola porque no permite la democracia ni la justicia y solo trae sufrimientos. Que tenemos que construir desde las diferencias con esperanza y confianza colectiva para que seamos posibles hoy y en las generaciones de mañana”.

FUENTE: RADIONACIONAL


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