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junio 17, 2025

¡Si la tocan a Cristina, respondemos todas!


La condena a Cristina Fernández de Kirchner por corrupción abre fuertes cuestionamientos y señala la violencia política basada en género en Argentina.

Un dron toma la imagen de miles de personas en las calles, la convocatoria no es por una fecha emblemática, tampoco se reúnen en un solo lugar. Las personas se amontonan en plazas, Universidades, autopistas y hasta en los espacios de trabajo. Reúnen una consigna clara: vigilar y bancar a Cristina. El nombre de pila por el que la llaman periodistas, gobernantes y hasta opositores ya debe decir algo. Su vigencia política es evidente y los feminismos están con Cristina, sin importar trayectorias políticas. Defenderla es luchar por despatriarcalizar a la Democracia.

Cristina Fernández de Kirchner fue Presidenta de Argentina durante dos períodos consecutivos (2007 – 2015). Además de ejercer la Vicepresidencia – que en el país se elige mediante el voto -, ha sido legisladora y es referenta nacional del Partido Justicialista, máxima fuerza opositora a Milei. 

Nunca se declaró feminista, pero, mientras fue Presidenta del país, se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario (2010) y la de Identidad de Género (2012), volviendo derechos la lucha de décadas de los feminismos. Aunque siempre se muestra con su rosario dorado colgando del cuello, cuando era Vicepresidenta (2020) el aborto se convirtió en Ley y hubo Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.

Este año Argentina tiene elecciones de medio término y se renuevan legisladores provinciales y nacionales. Luego de que la líder peronista anunciara públicamente su candidatura, el Poder Judicial ratificó una condena plagada de irregularidades que le prohíbe a perpetuidad la postulación a cualquier cargo de elección popular. 

Respondemos todas

“Si la tocan a Cristina, ¡qué quilombo se va a armar!” dice la militancia.

“¡Si tocan a una, respondemos todas!” cantan los feminismos.

La inhabilitación política y la prisión para ella es también la expulsión de los feminismos y las mujeres de la participación política. A 10 años de la movilización feminista del primer Ni una Menos, el poder económico y religioso transnacional avanza especialmente sobre las libertades de las disidencias, infancias y mujeres que viven en Argentina.

El pasado 5 de junio, la organización Católicas por el Derecho a Decidir Argentina, hizo público un Comunicado donde denuncia al gobierno de Javier Milei por impedir su participación en la Asamblea General de la OEA. “Un patrón de hostigamiento hacia las defensoras de DDHH, especialmente a quienes trabajamos con derechos de las mujeres y personas LGBTTTIQ+. Se trata de un ataque a nuestra identidad, a nuestra trayectoria y a los valores que sostenemos: la justicia social, la autonomía, la pluralidad y la dignidad de las mujeres”, mencionan. Con este ataque del gobierno argentino se pone en peligro también el pleno ejercicio del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.

En octubre, será el 10° aniversario del travesticidio de la activista Amancay Diana Sacayan y el gobierno de Milei busca quitar las figuras de travesticidio y femicidio, invisibilizando la violencia por razones de género. El 2 de julio de 2012, Sacayan había recibido su primer documento de identidad respetuoso de su nombre de manos de Cristina.

La historia de la persecución a quienes se escapan de la heteronorma es también la historia de una Democracia rota.

Más de 100 países en el mundo todavía no han tenido una presidenta mujer. En América Latina y el Caribe el panorama no es alentador, aunque en algunos países las luchas por la paridad de géneros se convirtieron en Ley, todavía en Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Paraguay, República Dominicana, Uruguay y Venezuela se sigue esperando por un liderazgo que escape a la masculinidad dominante.

Es que no se trata solamente de la participación política de mujeres y feministas; se trata de la estigmatización y violencia sistemática que tienen que enfrentar quienes deciden hacerlo.

La publicación del fallo judicial que condena a Cristina se convierte en una expresión radical de lo que viven las mujeres y disidencias que resisten al Patriarcado. No es aislado, es global, pero también situado: “A Cristina no le perdonan 12 años de un gobierno que mira de cara a la gente, haberse parado de frente a los poderes reales de este país”, dice una militante feminista.

¿Qué quilombo?

El 1 de febrero de este año, Argentina mostró en las calles que hay un rechazo a los discursos odiantes de Milei y desde entonces se organizan asambleas y ollas populares para gestionar colectivamente la crisis económica y política que se está viviendo.

Quilombo fue un espacio de resistencia creado por los esclavos y esclavas africanas en varios territorios de América Latina y el Caribe cuando podían escapar de sus apropiadores coloniales. Eran comunidades organizadas para el alimento, la autodefensa y el cuidado mutuo con altos niveles de coordinación. Es un concepto de origen africano, pero se arraigó fuertemente en el lenguaje de las colonias en Abya Yala, aunque producto del racismo y el epistemicidio, todo el potencial colectivo y emancipador fue vaciado para instalar un sentido negativo y peyorativo, que lo relaciona con el desorden, el bullicio y la inmoralidad.

El canto colectivo pasa a la acción y desde que se anunció la prisión de Cristina, se organiza el quilombo en distintas partes del país. Como dice Verónica Gago junto a los feminismos, Milei expresa la contraofensiva estructural y conservadora a la ofensiva feminista que se masificó en la última década. Cristina Fernández de Kirchner es una de las mujeres que más pudo disputar ese poder patriarcal.

San José 1111

El gran amontonamiento de gente no reconoce formas humanas. En realidad son manchas de texturas: carteles, banderas y cacerolas de quienes pasan a ver qué sucede. Se organizan y gritan a coro en las inmediaciones del actual domicilio de Cristina, desde que los varones del periodismo preanunciaron el fallo condenatorio. Hace casi 3 años, el 1 de septiembre de 2022, había pasado algo similar en otra residencia donde vivía: sus seguidores la acompañaban en un contexto de persecución judicial y mediática, cuando Fernando Sabag Montiel le disparó dos veces en la cabeza, mezclado entre el tumulto y evadiendo la custodia policial. Fue el primer intento de femimagnicidio de la historia argentina, a quien era mujer, Vicepresidenta y recibía un apoyo social de largas jornadas.

Pero los ataques comenzaron hace tiempo, hasta violencia vicaria padeció, con un ensañamiento sistemático a su hija menor, judicializada y perseguida en redes sociales y medios de comunicación, lo que afectó gravemente su salud y proyecto de vida. La semana del 9 de junio , el Diputado antiderechos y opositor acérrimo a la legalización del aborto, José Luis Espert insultó a Florencia Kirchner en la Universidad Católica, con dichos discriminatorios hacia su salud mental, recordando una publicación en la red social Twitter de 2014 donde le dice que es: una “hija de puta literal”. Les hijes son utilizades para infligir dolor a la víctima de violencia, por eso, el ataque a Florencia también es una forma de disciplinamiento al liderazgo político de su mamá.

“La bala que no salió y el fallo que sí saldrá”

A esta altura, los feminismos saben muy bien el rol de la industria cultural y los medios de comunicación: criminalización, difamación, hipersexualización y pare de contar. El ataque contra Cristina fue permanente, es un tipo de violencia simbólica y mediática, reconocida por Leyes nacionales e internacionales. Al poco tiempo del intento de femimagnicidio, los medios reafirmaban que ahora sería la proscripción el plan de los grupos económicos concentrados para sacar a Cristina del mapa político: “la bala que no salió y el fallo que sí saldrá”, titularon. 

Luego de la noticia del 10 de junio, el clima de celebración en medios de comunicación es bochornoso. José Pablo Feinmann, quien asegura no beber alcohol, mostró una botella de champagne en el canal La Nación+ para decir que bebería del pico cuando Cristina esté presa, lo hizo sobre la misma mesa donde suele tener una bandera del Estado genocida de Israel. En esa línea, Jonatan Maximiliano Goldfarb – conocido como Jonatan Viale – enmarcó en un cuadro el fallo condenatorio y lo tiene en su escritorio televisivo. La lista de agravios discriminatorios, misóginos, negacionistas y homodiantes de estos varones es inmensa, pero basta con recordar sus nombres en voz alta para la historia colectiva, como actores políticos, responsables y con muchos intereses.

La negación de todo lo que no sea onvre en la esfera pública (política) es fundacional para el Patriarcado y el capitalismo colonial, así lo explican las compañeras del Movimiento de Mujeres Kurdas y las feministas comunitarias en Abya Yala. “El fallo tiene que ver con su condición de ser mujer: que las mujeres hagamos política, discutamos, tengamos voz pública, disputemos poder, es algo que en las estructuras históricas del machismo y de la política en general, es una falta. Nosotras hemos construido un camino colectivo grande para poner en discusión eso”, cuenta Ana Negrete, militante feminista de La Cámpora. 

Cristina es Milagro  

La noche siguiente al Fallo que condena a Cristina, Milagro Sala, dirigente política de la región norte del país, fundadora de la organización social Tupac Amaru,  se descompensó en la residencia donde cumple prisión domiciliaria. No fue la única, varias mujeres y disidencias se desestabilizaron. “¡Si tocan a una, respondemos todas!”. La conexión es inmediata y sorora. Si la condición de género representa una oportunidad del Patriarcado para expulsar a las mujeres de la vida política, el racismo se encargó de pulir los cuerpos. Milagro Sala, lleva casi una década en prisión política.

“Cuando detuvieron a Milagro, decíamos que Jujuy era el laboratorio del Lawfare y que todes estábamos en libertad condicional. Lamentablemente era literal y la derecha profundizó la violencia institucional, política y mediática. Hace 10 años fue Milagro, ahora Cristina, urge reorganizarnos comunitaria y políticamente”, dicen desde el Comité por la Liberación de Milagro Sala.

La estigmatización y criminalización hacia la Tupac Amaru fue sistemática. En diciembre de 2015, al asumir Gerardo Morales como gobernador de la provincia de Jujuy, suspendió la personería jurídica de la organización y acomodó un Poder Judicial provincial acorde a sus intereses para perseguir militantes en tiempos record. En menos de un mes Milagro se convirtió en una presa política.

En agosto, el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de Naciones Unidas, dijo que se vulneraron derechos humanos, que la protesta social es un derecho y que nadie puede ser privada de su libertad por ello. Pero Milagro sigue presa.

El 8 de Marzo de ese año, legisladoras y referentes feministas habían viajado a Jujuy para decir que Milagro está presa por ser mujer y militante: “No hay conmemoración del Día de la Mujer sin la liberación de Milagro Sala”, decían. La referente de la Tupac Amaru al momento de su detención era Diputada ante el Parlasur y gozaba de inmunidad parlamentaria que tampoco fue respetada.

Gracias a la lucha de familiares y militantes, así como de la propia Milagro que estuvo en varios periodos realizando huelga de hambre, en 2017 la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una medida cautelar, llamando la atención al Estado argentino  que en un mes respondió con la prisión domiciliaria.

Ninguna comparación es justa pero Milagro y Cristina enfrentan la misma violencia, la de un sistema que quiere anular la presencia de mujeres y disidencias, marrones, indígenas en la toma de decisiones. También de las organizaciones políticas a las que representan: “lo que les molesta tiene que ver con la construcción territorial y la profunda conciencia de que el poder se disputa para transformar la realidad”, dice Ana para hablar de La Cámpora, que como la Tupac Amaru, acumula titulares que relacionan la política con el delito, a sus militantes con delincuentes. La estigmatización y la criminalización sobre las organizaciones populares es histórica pero con el gobierno de Milei se sigue renovando, persiguiendo a comedores comunitarios con la sospecha de corrupción sobre cajas de leche y arroz que se distribuyen en los barrios cada vez más empobrecidos.

Ni una presa política más

El 18 de junio se prepara un paro general y movilización masiva de diversos sectores sociales y políticos que van a acompañar a la líder del Partido Justicialista a notificarse de la prisión política en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es una formalidad jurídica pero se presenta como una acción popular frente a la inhabilitación de una líder mujer y opositora al gobierno misógino y neofacista de Milei.

Argentina, como otros países de la región que adhieren a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, ha incluido a la violencia política como un tipo de violencia, aquella que a través de diferentes medios, impide o limita el desarrollo de la vida política, desalentando o menoscabando el ejercicio público y político, en cualquier espacio donde ésta se desarrolla. Milagro y Cristina son víctimas de esa violencia política, enfrentando el poder Patriarcal más disciplinador

“Proscriben a Cristina, proscriben a la Democracia y proscriben la posibilidad de una Argentina más igualitaria”, dice Ana para entender el presente. Ese país más igualitario no se hizo solo, es una marea que viene de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que se sostuvo en las compañeras del movimiento piquetero y se reposicionó en la ofensiva de grandes mayorías de mujeres y disidencias sexogénero políticas.

Un país más igualitario no se hace eliminando mujeres de la política, se hace en el quilombo de las Asambleas y movilizaciones que están poblando todos los territorios. 10 años del Ni una Menos no es solamente una efemérides, es la genealogía de un movimiento potente, solidario y colectivizante que llegó para quedarse, gobierne quien gobierne.

FUENTE: VOLCANICAS


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