junio 16, 2025
Carta abierta en el Día del Padre: la invisible carga de los cuidados en un hogar monomarental

«Yo, desde que crío sola, tengo un pesar en mi pecho, un pesar con cada momento que te perdés; siento pena por vos y por cómo decidiste abandonar la crianza. Lamento mucho no poder decirte feliz Día del Padre»

En el Día del Padre es crucial hablar de las tareas de cuidado y de la carga mental que estas implican. Hoy quiero recordarle a él, y a todos los que deciden no hacer el ejercicio diario de criar, lo que esto significa. Imagino escribir esto con los ojos cerrados, tejiendo sensaciones más que hechos, realidades. Mientras comienzo a escribir, en centésimas de segundos, los ojos se me llenan de lágrimas.
De las cosas que jamás le voy a perdonar al progenitor de mi hija es el abandono en la crianza. Ese abandono significó un cambio radical en mi vida: en la forma de intentar hacer las cosas, de soñar, de buscar placeres, de poder disfrutar la crianza de Eva, esa hija que habíamos buscado tanto y que tanto habíamos esperado. Mientras estaba en pareja, pensé, en el marco de armar una lógica familiar de cuidado, de dividir los tiempos para poder continuar con lo que hacíamos; todo sería un gran plan. Eso no sucedió, y menos después de la separación.
El BID señala que en América Latina y el Caribe, el 11% de los hogares son monoparentales, la mayoría dirigidos por madres solteras, es decir, monomarentales. Este porcentaje, que es la tasa más alta de todas las regiones del mundo, casi se triplica si se cuenta a las madres solteras que viven con otros familiares. Las mujeres que crían solas en Argentina, que son aproximadamente 1.6 millones, enfrentan una carga considerablemente pesada en términos de tareas de cuidado. Estas tareas, que incluyen la crianza, educación, alimentación, higiene, y cuidado de la salud de los hijos e hijas, recaen principalmente sobre ellas, a pesar de que la mayoría también trabaja para mantener a la familia.
Cuando un hombre decide vivir en otro país, lejos de su hija, las tareas de cuidado recaen sobre la madre en un 101%. El cuidado se transforma en un asunto unilateral. Algunos padres creen que enviar dinero (en el mejor de los casos) es suficiente y que con eso cumplen con una responsabilidad. Pero eso es solo una parte de la dimensión del cuidado. La tarea de cuidado unilateral también genera un desequilibrio económico significativo debido a la dedicación exclusiva. En esas circunstancias, es increíblemente difícil armar redes de apoyo; esas famosas redes de apoyo de las que tanto hablamos las feministas, pero que, en la práctica, se desmoronan como castillos de arena.
Hablemos de la cuota alimentaria. Esta cuota no es solo por alimentos en sentido estricto. En Argentina, el Código Civil y Comercial de la Nación (CCCN) ha incorporado la valoración económica de las tareas de cuidado como un componente esencial. “Las tareas cotidianas que hace la madre o el padre que tiene el cuidado del hijo (tenencia) tienen un valor económico y son un aporte que debe ser tenido en cuenta en el momento de fijar los alimentos.” (Art. 659 CCCN). Una gran victoria feminista, sería excelente si se cumpliera. ¿Qué significa esto de que el trabajo de cuidado no remunerado ya no es invisible para la ley al momento de calcular cuánto debe aportar el progenitor no conviviente? Profundicemos un poquito más en las tareas de cuidado. Las tareas de cuidado son esenciales para la vida y el bienestar de las personas. Son fundamentales para el funcionamiento de las sociedades y la economía, y van mucho más allá de lo que tradicionalmente se concibe como trabajo doméstico.
Hoy también quiero hablar, centralmente, de las tareas de cuidado para quienes decimos “cuidar el mundo” a través de la defensa de los derechos humanos. Para las que tenemos el “culo inquieto”; las feministas; las que trabajamos a nivel global, regional y local. El papá de Eva también es defensor y trabaja en Brasil.
Cada vez que las mujeres que somos activistas tenemos actividades fuera de la ciudad en la que habitamos o en otro país, tenemos que dejar montado un Excel que parece un plano de guerra, o mejor dicho, de sobrevivencia, que contempla un valor de dinero alto. Eso no está incluido en la cuota de alimentos. Pero hablemos de algo, de nuestras cabezas a cientos de kilómetros. En mi caso, tuve que mermar mi posibilidad de proyectar trabajos regionales que requirieran mi presencia física. La realidad es que, durante mucho tiempo, sentí que perdí potencia política y técnica porque mi cabeza, como la de todas las madres que criamos solas y sin red de apoyo, nunca descansa; siempre existe una preocupación, una angustia.
Una vez me dijo: “¿Cómo siendo que coordinas una red de mujeres no consigues que te den apoyo con Eva?”. Escribiendo esto pensé en el Che Guevara, que se unió a la guerrilla en el Congo y luego en Bolivia. Pero para que eso ocurriera, Aleida March, revolucionaria cubana y su segunda esposa, se quedó cuidando a sus 4 hijos, y la primera esposa del Ché, Hilda Gadea, ex Secretaria de Economía del Comité Ejecutivo Nacional de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, tuvo que cuidar a Hildita. Yo hoy le contestaría que proteger a la Amazonía puede ser una gran causa, pero no hay una causa que sea más urgente que criar a una hija.
Volví a verlo después de dos años y le pregunté: “Vos, ¿cogés cuando tenés ganas?”. No era una pregunta que me importara en términos personales o de su vida privada, sino una forma de hacerle entender que yo no tenía cómo hacerlo con una niña bebé a mi lado. Pero redoblé mi pregunta: “¿Te masturbás cuando tenés ganas?”. Yo, por mucho tiempo, no pude, porque Eva dormía conmigo. Este era un diálogo muy recurrente con amigas cuando les decía: “Imaginate no poder masturbarte”. Es una acción muy concreta de placer, de autocuidado, que muchas personas no logran vislumbrar a la hora de pensar en las tareas de cuidado.
Yo no soy egoísta. Yo he dejado de ir a bailar, he dejado de ir a tomar café, he dejado de hacer mi vida por hacer la vida de Eva, con ayuda de mi madre, cuando estaba, y con vos, cuando podés venir. Pero una hija no es por un ratico. Una niña es 24/7. Vos decís que estás trabajando, y yo también trabajo: hago la comida, mantengo la casa, cuido a Eva si está enferma, me ocupo de todas las tareas de la escuela y de sus salidas. Llamás una vez a la semana y hablás de 5 a 15 minutos. Una vez a la semana. ¿Será que una vez a la semana se acuerda o tiene ganas de llamar a la hija? Como yo tuve un padre presente, hay cosas que no vivencié, entonces no me entran en la cabeza, ni en las emociones. Con visitas anuales, ¿creés que se puede sostener un vínculo? No hay comunicación parental, es casi inexistente, pero porque lo que hay es rabia. Yo quiero saber si cada día te da ansiedad saber que no llegás a estar presente en las tareas diarias de tu hija. Si sentís necesidad de realizar ayuda escolar, estimularla, para cuando la veás ya habrá aprendido a leer y a contar. ¿Te da bruxismo, migraña o malestar no poder estar cuando te sientes mal, orientándome para construir vínculos, participando en su vida diaria para que vaya construyendo ese concepto de nuevo ser humano? Una vez la niña preguntó por qué su papá vive en Brasil; yo le dije que te enviara un audio. Tu respuesta fue que tenés tu vida ahí. A una niña de 4 años. Tu vida.
Feliz Día del Padre a los padres que crían con conciencia humana. Y solidaridad con las que tenemos que padecer el abandono de esos hombres en sus tareas de criar y solidaridad con todas las madres feministas que somos activistas e intentamos transformar el mundo y nuestras realidades todos los días. Las que tenemos triple o cuádruple carga de trabajo si contemplamos nuestro activismo.
Yo, desde que crío sola, tengo un pesar en mi pecho, un pesar con cada momento que te perdés; siento pena por vos y por cómo decidiste abandonar la crianza. Lamento mucho no poder decirte feliz Día del Padre.
FUENTE: VOLCÁNICAS