septiembre 23, 2024
¿Por qué les seguimos fallando a las niñas?

En un reportaje publicado el domingo, El Espectador habló con niñas de varias regiones del país. A todas las une el hecho de que perdieron compañeras que fueron retiradas de sus colegios para casarse. Como le dijo una niña a este periódico: “Acá [en el Cauca] se ve mucho que los papás casen a sus hijas mayores para que las familias tengan mejor economía”. Otra lo puso, con elocuencia, en términos frustrantes: “Lo que nos parece más grave de todo esto es que las niñas no viven su niñez y su adolescencia como deberían. Muchas, incluso, tienen la idea de que casarse o tener una relación con un hombre mucho mayor que ellas va a generarles mejores condiciones de vida”.
Varias niñas con las que habló El Espectador reportan la misma tragedia. De repente, una de sus amiguitas deja de ir a clases. Simplemente desaparece. No se enteran de ella, pero nadie parece inmutarse. Al tiempo, si corren con suerte, se enteran de lo que ocurrió: la niña —porque a menudo se trata de una menor de 14 años— fue forzada a casarse con un hombre que tiene el doble o hasta el triple de su edad. A menudo, fueron sus propias familias las que propiciaron esa situación. La razón es que consideran que así es la única manera de mejorar económicamente, romper con la pobreza multidimensional y encontrar una manera para subsistir. Mientras tanto, el Congreso de la República ha hundido siete proyectos que buscan prohibir el matrimonio infantil. Hoy falta un debate para que una nueva iniciativa se convierta en ley. Empero, el problema persistirá: las niñas y adolescentes de las regiones más vulnerables del país solo pueden tener el proyecto de vida de entrar en relaciones abusivas. Es inconcebible y, aún así, la triste realidad.
Las cifras son angustiantes. Según el DANE, el año pasado, 38.215 mujeres adolescentes entre los 10 y los 17 años tuvieron hijos. Un informe de la Unicef de 2022 advirtió que en Colombia el 23 % de las mujeres de 20 a 24 años estaban casadas o unidas antes de la mayoría de edad, y el 5 % antes de cumplir 15 años. Marta Royo, directora ejecutiva de Profamilia, dice que en el 90 % de los casos de matrimonios de menores de edad encontramos a hombres mucho mayores casándose con niñas.
El problema es complicado porque involucra aspectos culturales, de concepción del rol de las mujeres y está atravesado por la pobreza multidimensional. Muchas niñas y adolescentes compran el discurso de que lo único que pueden hacer con sus vidas es conseguir un hombre mayor que mejore su situación económica. Sus familias se encargan de fomentar esas negociaciones, en regiones donde la ausencia del Estado y, sobre todo, de oportunidades se convierten en una realidad asfixiante.
La prohibición de este tipo de relaciones es un primer paso, pero el Congreso una y otra vez se ha negado a convertirla en ley. Ahora, con un proyecto en vísperas de último debate, es la oportunidad histórica de tomar acción. Sin embargo, no será suficiente, primero porque este tipo de leyes suelen ser incumplidas con facilidad y segundo porque, como mencionamos, las raíces del problema son profundas. Colombia les sigue fallando a sus niñas y adolescentes, sigue sin darles oportunidades y educación, y las sigue condenando a un proyecto de vida subordinado a los caprichos de hombres mayores que las ven como un objeto.
FUENTE: EL PAIS