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agosto 12, 2024

La denuncia de Fabiola Yáñez contra Alberto Fernández no es responsabilidad del feminismo. Es posible gracias al feminismo


No nos sorprende la denuncia contra Alberto Fernández, nos impulsa a seguir hablando de violencia de género.

El ex presidente Alberto Fernández fue denunciado por violencia de género por su ex pareja y madre de su hijo, Fabiola Yañez. El acontecimiento político y judicial vuelve a poner en la conversación social argentina un facto: la violencia de género existe. Y, otra vez, los feminismos están en el centro de la escena. Esta vez somos señaladas como responsables de no haber tenido una bola de cristal que advirtiera que el mandatario podría llegar a ser un agresor. Otra vez, la subestimación y tutelación sobre la inteligencia y la agencia de nuestro movimiento: ¿de verdad creen que las feministas compramos que él había “puesto fin” al patriarcado? Y otra vez la mayoría de los medios se hace un festín morboso mostrando imágenes de la mujer golpeada y videos de intimidad del presidente convirtiendo un hecho repudiable en un espectáculo.

Si algo hizo posible que una ex primera dama denuncie a una persona que ha detentado el cargo jerárquico más alto en el Poder Ejecutivo y los medios de comunicación y la sociedad en su conjunto estén disponibles para una escucha es la insistencia de los feminismos en demostrar que la palabra de las víctimas importa y tiene un valor. La investigación judicial ahora deberá determinar qué es lo que pasó. Ojalá en el resto de las cientos de causas que llegan a las oficinas del sistema de administración de justicia a diario se actuara de esta manera: nunca se ha visto tanta celeridad en la respuesta judicial de protección como en el escrito del juez Julián Ercolini con la denuncia de Yañez.

Algunos recién ahora descubren esta realidad ineludible: que sean bienvenidos y bienvenidas a hacer algo útil con este hallazgo más que actuar con cinismo. Hasta hace poco las voces oficiales negaban la violencia de género. Por absoluta instrumentalización política el gobierno de Javier Milei tuvo que hablar del tema. Lo hizo con indignación impostada y sobreactuada al tiempo que niega, desfinancia y desjerarquiza las políticas públicas de atención y prevención de violencias machistas y también empobrece al país día tras día. Con pobreza y desocupación, el buen vivir para todos y todas está cada vez más lejos. 

Del gobierno de Fernández también queda claro que sin políticas de género no es posible pero sólo con políticas de género no alcanza para lograr una vida digna. 

Ahora imaginá a un hombre golpeador. ¿Cómo está vestido? ¿De qué manera ocupa espacio en este mundo? ¿Cuál es su ámbito laboral? ¿De qué trabaja? Ahora imaginá a un político golpeador. ¿Es diputado? ¿Alcalde? ¿Gobernador? ¿O presidente? Es probable que no te sorprenda este ejercicio. Para las feministas la noticia de un hombre golpeador no nos sorprende, incluso si se trata delpresidente que fue aliado funcional público y político, aunque circunstancial, para avanzar institucionalmente con pliegos de la agenda feminista.

Existe evidencia hace rato para dar cuenta del carácter sistémico de la violencia machista como problema estructural y transversal en todos los ámbitos en los que nos desarrollamos. Una de cada dos mujeres que están o han estado en pareja vivió o vive algún hecho de violencia de género a lo largo de su vida. Los datos se desprenden de la Encuesta Nacional de Prevalencia de Violencia de Género, ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad & Iniciativa Spotlight, de 2022. 

Si se hace zoom sobre el universo de la política, un informe de Proyecto Generar reveló ya ese mismo año que en Argentina siete de cada diez mujeres, lesbianas y personas trans en la política sufrieron ataques y que la mayoría ocurrió dentro de sus espacios de militancia: espacios y partidos de todos los colores. 

Si la conmoción es total, la afectación es mucha y el daño de la situación derrama para todos lados es porque el ex presidente hizo de la agenda feminista su propia agenda gubernamental. Hay que decirlo: a las feministas políticas, la gestión de Fernández les ha sido útil para un ejercicio político y de poder inédito. La participación política de las feministas aumentó, los espacios específicos de género se multiplicaron. En 2019, con la creación del primer Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a nivel nacional, se abrieron 315 áreas de género y diversidad municipales y provinciales en todo el territorio nacional y cinco provincias elevaron la jerarquía de sus áreas de género a rango de ministerio. Sólo cuatro años no son posibles para construir suficiente evidencia de que la política feminista puede transformar y mejorar la calidad de vida. Y, como ya se dijo, sólo con esta institucionalización no alcanza. 

El gobierno de Alberto Fernández ha sido una estafa en muchos sentidos. También para las feministas. Pero el ejercicio de la realpolitik implica asumir riesgos. Valoro la audacia de las feministas políticas de involucrarse. No es necesario que pidan perdón. Quien esté libre de un machirulo cerca que tire la primera piedra y nos invite a vivir en esa utopía feminista. Es necesario un poco de honestidad intelectual.

La fuerza de los feminismos ha radicado en poder demostrar que cada historia particular no es un hecho aislado, sino que responde a un problema estructural y transversal. Habría que poner en fila este caso con la condena reciente de José Alperovich y la denuncia pública contra el periodista Pedro Brieger. La situación es crítica, triste, vergonzosa y dolorosa pero tiene que ser una oportunidad para retomar la conversación. Habíamos avanzado mucho en el debate público, pero parece que hay que volver a explicarlo todo. Entonces, usemos esta oportunidad para hablar de violencia de género. Esta vez démosle la vuelta al enfoque. Nosotras también tenemos agencia, no somos únicamente víctimas. El mundo que imaginamos no es perfecto, pero tenemos el desafío de mostrar que es posible. 

FUENTE: VOLCANICAS


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