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septiembre 8, 2023

EL BESO ROBADO A JENNI HERMOSO


Alma Beltrán y Puga

Mucha polémica ha levantado el beso dado a Jenni Hermoso por el presidente de la Federación Española de Fútbol (FEF), tras haber ganado el campeonato mundial de fútbol femenino en días pasados. ¿Fue el acto consentido o fue impuesto? 

Jenni Hermoso asegura en su comunicado publicado en su cuenta de Twitter que no fue consentido, sino que se sintió “vulnerable y víctima de una agresión, un acto impulsivo, machista, fuera de lugar y sin ningún tipo de consentimiento por mi parte. Sencillamente, no fui respetada.”

Este acto, que hoy reconocemos las mujeres como un acto machista de un hombre con una posición directiva frente a una jugadora, vuelve a poner a discusión el tema de cuáles actos son consentidos y cuáles no lo son en materia afectiva.

En primer lugar, la indignación pública por este beso “robado” a Jenni en un escenario deportivo, en un momento de festejo para el equipo femenino de fútbol es un buen indicio de que la cultura de tolerancia hacia este tipo de actos machistas está cambiando.

Las mujeres del siglo XXI ya no toleran ni aceptan estos actos, y están dispuestas a salir a expresarlo. En tiempos pasados, Rubiales hubiera sido “disculpado” por sus pares, por el equipo masculino y femenino, se hubiera minimizado la situación considerando que Jenni y las jugadoras “armaban mucho escándalo por una bobada.”

Se hubiera dicho que, efectivamente, el beso fue un “acto de cariño bien intencionado”, y que no hay que darle más importancia al asunto, pues no la tiene. Un asunto intrascendente, anecdótico en la historia de coronaciones del fútbol femenino.

En lugar de eso, Rubiales está enfrentando un proceso disciplinario por su conducta al haber traspasado los límites corporales permitidos en los festejos. Y lo hace bajo los estándares de una cultura de igualdad de género que reclama el consentimiento de los actos afectivos y sexuales hacia las mujeres.

Indudablemente, a un jugador no le hubiera dado un beso, pero por la cultura machista que Rubiales refuerza y por el puesto que ocupa como director de la FEF se siente con el derecho para demostrar así su felicidad hacia una jugadora. 

Ese es el problema. Los hombres poderosos históricamente han podido besar, agarrar y acariciar a las mujeres que les gustan por ellos quererlo así, sin preguntarles si ellas también lo desean.

Y aunque ellas no lo deseaban, lograban salir satisfechos de su hombría, sin que en general nada pasara, nadie se incomodara, y por supuesto que no hubiera castigo social o legal. Pero los tiempos han cambiado, por fortuna para nosotras, las mujeres.

Después de ver el video donde Rubiales agarra la cara de Jenni, inmovilizándola para “darle” el beso y la posterior explicación de la jugadora, no cabe duda de que el beso “robado” fue un acto sin su consentimiento para celebrar el momento histórico que se vivía. Un beso inesperado, sorpresivo para ella.

Entre las bromas suscitadas en los vestidores sobre el beso, Jenni les dice a sus compañeras que “no le ha gustado.” Después del shock inicial, la jugadora considera que fue una agresión machista. Y lo fue.

Rubiales, en lugar de disculparse y con autocrítica asumir el error que cometió, da una defensa pública afirmando que “no va a dimitir”, que no va a renunciar a ser la cabeza de la FEF por ese acto, denostando al “falso feminismo.” Además de probablemente no entender lo que es el feminismo, su actitud es arrogante y va contra el lenguaje inclusivo.

Su discurso es un despliegue de su masculinidad hegemónica. Y al igual que el beso, sus palabras muestran al patriarca español del deporte atrapado en el milenio pasado que no comprende que vivimos en un mundo donde las mujeres no estamos dispuestas a tolerar actos machistas.

Este beso “robado”, para usar el lenguaje del fútbol, estuvo completamente “fuera de lugar”, y si Rubiales no es capaz de verlo o de entenderlo en pleno siglo XXI, hay una ola de mujeres fuera del estadio que se lo está gritando.

Ojalá que, al menos, se disculpe con sinceridad por lo impropio de su conducta. Además, es muy probable que por su arrogante machismo tenga que dejar su cargo como presidente de la FEF, así no quiera. 

FUENTE: LA SILLA VACIA


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