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enero 13, 2023

El feminicidio sigue siendo una cruenta realidad cotidiana en nuestra región


El asunto nos toca a todos, no solo porque cada uno de estos casos nos refleja como sociedad, sino porque tanto Colombia, como Santander, muestran índices vergonzosos y, por supuesto, dolorosos en este campo

El pasado 25 de diciembre en la mañana, desapareció Yareidi Mosquera Ortíz, horas más tarde fue hallado el cuerpo de Nogdiley Brigite López López en el río Suratá, cerca de Girón, con claros signos de haber sido asesinada, y en la noche, Andrea Karina Gaviria Bonilla se suicidó luego de llamar a una amiga y hablarle de su intención de quitarse la vida porque su pareja acababa de golpearla. Los tres casos son muestras palpables de la realidad cotidiana de las mujeres en Santander, pero también en Colombia y en el mundo.

El cuerpo de Yareidi Mosquera apareció bajo el Viaducto de La Novena, dos días después de su desaparición y con eso, en un solo día, se completó la escena de lo que en el fondo es la interminable historia de violencia que tiene a la mujer como objetivo y que ocurre por efecto de un machismo arraigado en la especie misma, que de formas salvajes expresa atavismos cavernarios según los cuales a la mujer solo le corresponde el destino del vasallaje, so pena de caer herida, burlada, violada, esclavizada o muerta, por la mano negra del hombre.

La inclusión de la figura del feminicidio en el ordenamiento penal colombiano, con drásticas penas, tenía la intención de castigar estos hechos en los que la vida de la mujer se pierde luego de una agresión originada en su condición de tal o por motivos relacionados con su identidad de género. Sin embargo, no solo la conducta violenta sigue en aumento, sino que en los estrados tiene que darse ahora una lucha judicial para que los casos que corresponden, efectivamente sean calificados como feminicidios y no se soslaye ni la responsabilidad ni el castigo a los autores de este delito.

El asunto nos toca a todos, no solo porque cada uno de estos casos nos refleja como sociedad, sino porque tanto Colombia, como Santander, muestran índices vergonzosos y, por supuesto, dolorosos en este campo, pues, según el Observatorio de Asuntos de Género de Santander, el Departamento registra cuando menos 24 feminicidios en el año que acaba de terminar. No puede nuestra sociedad, al menos una buena parte de ella, seguir en esa idea negacionista, que solo justifica el machismo y sirve de mampara a quienes aún piensan que a la mujer hay que someterla o eliminarla si no se pliega a sus deseos o caprichos. Rescatar a la mujer de esa lógica genocida es rescatarnos todos como sociedad y como especie.

FUENTE: VANGUARDIA


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