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octubre 20, 2022

Desde el exilio, Luz Estella Romero recibió premio como defensora del año


La fundadora del Colectivo Mujeres al Derecho, y quien se encuentra en España, fue una de las galardonadas en el Premio Nacional de Derechos Humanos 2022 que entregaron Diakonia y Act Iglesia, con el apoyo del gobierno de Suecia.

Ningún testimonio guarda más dolor que el de quien pierde todo por la guerra. Luz Estella Romero lo supo a finales de la década de 1990. Aún estaba en la universidad, estudiando derecho, cuando le ofrecieron un trabajo en la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) que la puso de frente a la tragedia de los miles de desplazados por el conflicto que dejó esa época oscura de violencia desgarrada de grupos paramilitares y guerrilleros en la región Caribe. En los primeros seis meses escuchando esos relatos de las víctimas no tuvo un solo día sin la compañía del llanto. Y eso que, dice, no es de lágrimas flojas.

En contexto:Estas son las ganadoras del Premio Nacional de Derechos Humanos

De eso ya pasaron más de 20 años, en los que Luz Estella no ha dejado de trabajar con las víctimas, aunque esa labor le han costado la persecución y el exilio. En 2001, junto a sus compañeras de estudio, empezó a recorrer los departamentos de Magdalena y Atlántico con brigadas pedagógicas y jurídicas para acompañar a mujeres que sufrían violencia económica y a personas desplazadas que buscaban regresar a sus tierras. Dos años después fundó la Asociación Colectivo Mujeres al Derecho (Asocolemad), que representa a más de 4.000 víctimas en 300 casos presentados ante la justicia y que se han convertido en sentencias históricas para el país.

Esas luchas de Luz Estella y su organización fueron exaltadas incluso por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, que en 2019 le otorgó estatus consultivo a Asocolemad. Este miércoles su trabajo volvió a ser reconocido con el Premio Nacional de Derechos Humanos, que galardonó a Luz Estella en la categoría de defensora del año. Un premio que tuvo que recibir a 8.000 kilómetros de distancia, en España, por cuenta de la violencia que ha denunciado y combatido, pero que también la ha asediado.

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Luz Estella (Baranoa, Atlántico, 45 años), dice que más caribeña no puede ser. Se reconoce como mujer afro, aunque muchas veces le han dicho que no lo es, juzgándola por su piel acanelada y sus rasgos. Es una mujer rebelde, feminista, dueña de una voz pausada de marcado acento costeño, que se pierde entre respuestas largas y que tiene la capacidad de crear nudos en la garganta de quienes la escuchan. Lo consigue con darle un repaso a la memoria y contar alguna historia de esas personas con las que ha caminado, como la de las 75 integrantes de la Asociación de Mujeres Productoras del Campo (Asomuproca).

“Después de que las obligaron a desplazarse del Magdalena empezaron a perseguirlas y asesinaron a dos representantes legales, una mujer de la junta directiva y otras tres lideresas, que murieron en masacres. Cuando nos buscaron para empezar el proceso, les preguntamos si tenían miedo. Respondieron que sí, pero que no se iban a dejar, que tenían que volver a sus tierras por la memoria de sus compañeras asesinadas. Pocas cosas impactan como eso”, cuenta desde la casa donde la ubicaron en España tras su exilio de Colombia hace 14 meses.

El caso de Asomuproca llegó a los despachos de los magistrados de la Corte Constitucional y se volvió emblemático, porque en 2011, cuando se instaló la Ley 1448 (de víctimas y restitución de tierras), era el único en el que las mujeres exigían la devolución de sus predios como medida de reparación colectiva.

La apuesta de su asociación -y de ahí su nombre- es que sean las propias mujeres quienes salten al derecho y abanderen sus procesos ante la justicia.

“La mejor acción jurídica es la que emprenden las comunidades mismas. Lo que hacemos es un trabajo de formación para que las poblaciones asuman sus casos. Por eso decimos que el trabajo de Asocolemad es ciento por ciento político, porque a lo que contribuimos es a que haya un cambio del sistema hegemónico económico y político, que también es patriarcal y colonialista”, dice Luz Estella, que califica las sentencias obtenidas apenas como “pequeñas ganancias”, y asegura que “no van a ser más que eso hasta que se encuentre justicia social y justicia de género”.

Una vez una afirmación, casi una sentencia, dicha por su hijo la alarmó. En ese entonces él tenía apenas 10 años, y un día cualquiera, como si conociera todas las “papas calientes” de su trabajo como abogada y defensorae derechos humanos, le dijo: “Madre, yo sé que tú no vas a vivir mucho”.

Justamente cuatro años antes, en 2008, habían empezado las amenazas por los procesos que Asocolemad lideraba por delitos de lesa humanidad y vulneraciones al acceso a la tierrade las víctimas. En 2014 todo se agravó. Un mensaje firmado por un “Ejército Antirrestitución” elevó la preocupación del colectivo, que también denunció la presencia constante de una patrulla al frente de su oficina.

La asociación pidió protección a los sistemas nacionales e internacionales, trasladó su sede periódicamente, pero en 2019 tras la retención del hijo de Luz Estella, se desplazaron a Bogotá. Por los riesgos que persistían, en agosto de 2021 se exiliaron a España.

Allá, del otro lado del Atlántico, Romero recibió la noticia de la postulación al premio, mientras hacía una gira de incidencia para alertar a la comunidad internacional por la crisis de violencia que se mantiene en Colombia: “Para mí es un reconocimiento de todas las colegas, pero sobre todo es un premio que le da a la defensa de derechos humanos en general -no solo a los nominados- una dignidad”.

Luz Estella asevera que no ve la hora de volver a Colombia, pero el riesgo contra su vida se lo sigue impidiendo.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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