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noviembre 2, 2021

La última esperanza de hallar a Evin, víctima de “falsos positivos” de Toluviejo


Evin David Paternina Parra tenía 16 años cuando fue asesinado para hacerlo pasar como guerrillero “dado de baja en combate”. Catorce años después, el coronel en retiro Luis Fernando Borja, quien reconoció su responsabilidad en casi cien casos de “falsos positivos”, se comprometió con la familia a encontrar el cuerpo, que estaría enterrado en un cementerio como N.N.

Sara del Socorro Parra, abuela de Evin David Paternina Parra, una de las víctimas de los mal llamados “falsos positivos” en Toluviejo (Sucre) en 2007, cuenta que en los últimos catorce años ha recorrido, junto a sus hijos Ada y Carlos, varios municipios en busca del cuerpo de su nieto, asesinado a los 16 años para hacerlo pasar como “guerrillero dado de baja en combate” junto a otros diez jóvenes más de ese municipio. Estuvieron en Sincelejo, Montería, Chinú, San Onofre, Sincé, Ovejas y hasta en Palmito, buscando algún rastro que les permitiera encontrar su cuerpo.

Pero el pasado 15 de octubre se encendió una luz de esperanza. Ese día, Luis Fernando Borja, coronel (r) del Ejército, quien comandó la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre desde 2007 y ha confesado que ordenó la muerte de casi un centenar de jóvenes para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate, se encontró con los familiares de algunas de sus víctimas. Fue un encuentro liderado por la Comisión de la Verdad en el municipio de Toluviejo.

Por primera vez, como dijo Sara del Socorro, un integrante del Ejército responsable por la desaparición y muerte de los jóvenes les dio la cara y habló para contrarrestar la estigmatización de la que algunas familias todavía son víctimas. “Lo más importante para nosotros era que alguien viniera a desmentir que nuestros hijos eran guerrilleros, porque siempre fueron buenos muchachos y ellos fueron engañados para asesinarlos. Mucha gente no nos creía”, contó Gilma Jiménez, madre de Carlos Alberto Valeta Jiménez, quien tomó primero la palabra para hablar en el acto simbólico, en el centro del municipio. Ante los ojos de los habitantes, Borja, quien fue condenado por la justicia ordinaria a 21 años y ocho meses por haber ordenado al menos cincuenta operaciones ficticias para asesinar a civiles inocentes, dijo en su discurso: “Quiero empezar recordando a los jóvenes que fueron vilmente asesinados por mis tropas”. Y luego empezó a nombrarlos uno a uno.

Carlos Alberto Valeta, Luis Alberto Pérez, Deimer José Hoyos, Frank Arley Padilla, John Jairo Colón, Luis Fernando Mejía, Julio Rafael Olivero, Miguel Enrique Jiménez, Juan Bernardo Patrón, Cristian Vergara Ozuna y Evin David Paternina Parra. Este último continúa desaparecido. Los once jóvenes, que no superaban los 24 años al momento de ser asesinados, se convirtieron en uno de los tantos casos emblemáticos cuando se habla del fenómeno de las ejecuciones extrajudiciales en Colombia. Entre el 9 de julio y el 7 de agosto de 2007, los once de Toluviejo fueron desapareciendo misteriosamente, luego de haber aceptado ofertas de trabajo para cuidar ganado en una finca.

“Quiero empezar recordando a los jóvenes que fueron vilmente asesinados por mis tropas”, dijo ante las familias de las víctimas el coronel (r) del Ejército Luis Fernando Borja. /  César García Garzón - CEV

“Quiero empezar recordando a los jóvenes que fueron vilmente asesinados por mis tropas”, dijo ante las familias de las víctimas el coronel (r) del Ejército Luis Fernando Borja. / César García Garzón – CEVSalmon

Los muchachos se fueron, entre otras cosas, porque quienes les ofrecían trabajo eran sus propios vecinos, sus amigos de infancia: Robinson Barbosa y Andrés Pacheco, los “reclutadores”, quienes gozaban de la confianza de las familias.

Carlos Paternina, tío de Evin David, cuenta que él iba ser otra de las víctimas cuando a sus 19 años, después de haberse llevado a su sobrino de 16, le exigieron que se fuera con ellos también. “Yo creo que fui más astuto. Evin David era demasiado inocente, era un niño pequeño; pero a mí me iban a llevar reclutado y cuando mi mamá se dio cuenta, les dijo que prefería que nos pegaran un tiro en la cabeza antes que hacernos lo mismo que a Evin”, cuenta.

Al momento de su desaparición, Evin David tenía 16 años, sufría de un retraso mental que hacía que su forma de pensar y de actuar fuera igual a la de un niño de cinco o seis años, como explica su familia. Había cursado hasta segundo de primaria. Se dedicaba a estudiar y a ayudar a su familia en labores varias como picar piedra y cargar tierra. Su sueño más grande, como cuenta su abuela, era sencillamente eso: crecer y ser como los suyos. La última vez que supieron de él fue la mañana del 7 de agosto de 2007. Ese día, recuerdan, el menor salió a hacer un mandado junto a su vecino Andrés Pacheco. “Él [Pacheco] era como de la familia. Acá se le ofrecía un plato de comida cuando había, él defendía a mi hija cuando peleaba con el papá del niño, era uno de los nuestros; no nos esperábamos que nos hiciera eso”, explica doña Sara.

“Quiero empezar recordando a los jóvenes que fueron vilmente asesinados por mis tropas”, dijo ante las familias de las víctimas el coronel (r) del Ejército Luis Fernando Borja. /  César García Garzón - CEV

“Quiero empezar recordando a los jóvenes que fueron vilmente asesinados por mis tropas”, dijo ante las familias de las víctimas el coronel (r) del Ejército Luis Fernando Borja. / César García Garzón – CEVSalmon

Los muchachos se fueron, entre otras cosas, porque quienes les ofrecían trabajo eran sus propios vecinos, sus amigos de infancia: Robinson Barbosa y Andrés Pacheco, los “reclutadores”, quienes gozaban de la confianza de las familias.

Carlos Paternina, tío de Evin David, cuenta que él iba ser otra de las víctimas cuando a sus 19 años, después de haberse llevado a su sobrino de 16, le exigieron que se fuera con ellos también. “Yo creo que fui más astuto. Evin David era demasiado inocente, era un niño pequeño; pero a mí me iban a llevar reclutado y cuando mi mamá se dio cuenta, les dijo que prefería que nos pegaran un tiro en la cabeza antes que hacernos lo mismo que a Evin”, cuenta.

Al momento de su desaparición, Evin David tenía 16 años, sufría de un retraso mental que hacía que su forma de pensar y de actuar fuera igual a la de un niño de cinco o seis años, como explica su familia. Había cursado hasta segundo de primaria. Se dedicaba a estudiar y a ayudar a su familia en labores varias como picar piedra y cargar tierra. Su sueño más grande, como cuenta su abuela, era sencillamente eso: crecer y ser como los suyos. La última vez que supieron de él fue la mañana del 7 de agosto de 2007. Ese día, recuerdan, el menor salió a hacer un mandado junto a su vecino Andrés Pacheco. “Él [Pacheco] era como de la familia. Acá se le ofrecía un plato de comida cuando había, él defendía a mi hija cuando peleaba con el papá del niño, era uno de los nuestros; no nos esperábamos que nos hiciera eso”, explica doña Sara.

¿Por qué se los llevaron a ellos?

El coronel (r) Luis Fernando Borja dijo ante la Comisión de la Verdad que, si bien él es responsable de estos homicidios, no sabe por qué escogieron a esos muchachos como víctimas. Esa es una de las demandas de verdad de las once familias que preguntan, una y otra vez, ¿por qué se llevaron a sus muchachos?

Del caso de Evin David dice saber con quién hablar para obtener información más precisa y se comprometió a ayudar a encontrar el cuerpo apoyándose en la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas. Por ahora, les confirmó en qué cementerio cree que estaría el cuerpo.

Les prometió también que se contactaría con el mayor (r) Orlando Arturo Céspedes Escalona, entonces subcomandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre, quien fue condenado en 2016 a 40 años de prisión por los delitos de homicidio, desaparición y concierto para delinquir agravados. De hecho, las familias tendrán un nuevo encuentro por la verdad el próximo 5 de noviembre, también en Toluviejo, donde esperan elaborar un plan de acción para buscar el cuerpo de Evin.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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