Menú

Entérate

septiembre 6, 2021

La esperanza que crece en los viveros de Putumayo


Una escuela campesina de restauración y una red de viverismo comunitario hacen parte del proyecto Amazonia Sostenible para la Paz, que busca brindar oportunidades a campesinos y excombatiente de las Farc.

A la selva, José Eustasio Rivera, escritor huilense y exponente de la literatura colombiana del siglo XX, le cantó: “Tus vegetales forman sobre la tierra la poderosa familia que no se traiciona nunca”, y con esas palabras, vaticinó, hace casi cien años, que la naturaleza reconcilia la tierra y el alma.

Como Arturo Cova, personaje de Rivera y el segundo protagonista de La vorágine (porque el primero es la selva), todos los días Rafael Santofimio, exguerrillero de las antiguas Farc y ahora viverista de la Cooperativa Multiactiva Comunitaria del Común (Comuccom), se adentra en los bosques del Bajo Putumayo y reconoce que ahí está la vida. Rafael se levanta a hablarles a las plantas que germinan en Musu Kaisai, Vanguardia de la Restauración el vivero de esta cooperativa, ubicada en el municipio de Puerto Guzmán, donde trabajan cerca de 35 hombres y mujeres firmantes de paz y civiles. Musu Kaisai significa vida nueva en lengua inga, originaria de los indígenas Inga de Villagarzón y Mocoa (Putumayo).

Justamente, eso es lo que más preocupa en esta región. Que sin selva no haya posibilidad de escaparse con un amor, como Arturo, o de empezar una vida nueva, como Rafael y los demás excombatientes. A hoy, se estima que hay deforestación en al menos 3.300 hectáreas en todo el departamento de Putumayo, según el Ideam (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales).

Durante el siglo XVIII y principios del XIX, la extracción de caucho y el trabajo forzado impuesto a los indígenas y afros hacían llorar a los árboles. Con la llegada de colonos, el desarrollo de industrias agropecuarias, la expansión ganadera, el conflicto armado y los cultivos ilícitos en la Amazonia colombiana se han acabado cada vez más los bosques. Pero esto no es más que consecuencia de la mano humana. Para aquel entonces, Rivera, se preguntaba en su vorágine: “¿Quién puede librar al hombre de sus propios remordimientos?”.

Hoy hay hombres y mujeres que están librándonos y remediando el daño. Están restaurando los bosques del Putumayo y tienen el plan de hacerlo durante años venideros. Así como Rafael, hay más excombatientes, campesinos e indígenas liderando los cinco viveros que componen la red de viverismo comunitario en Putumayo que hace parte de Amazonia Sostenible para la Paz.

Este proyecto es financiado y ejecutado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con el liderazgo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y de la institucionalidad ambiental de la región amazónica. A su vez, está incluido en el programa Paisajes Sostenibles de la Amazonia, respaldado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF por sus siglas en inglés).Te puede interesar

De acuerdo con Miguel Mejía, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional y coordinador del proyecto, “la restauración uno no se hace solo en los ecosistemas, primero hay que restaurar a las personas”. Se trata de un ‘cambio de chip’, como se dice coloquialmente, de empezar a ver una hectárea de bosque tan productiva como una destinada para la ganadería.

Las organizaciones Paisajes Rurales, Corporación Arando la Paz y Corpoamazonia engranan este proyecto con las comunidades campesinas y en proceso de reincorporación. Ellos adelantan, de manera paralela, la Escuela Campesina de Restauración, un intercambio de saberes científicos y tradicionales. A esta escuela asisten técnicos y las poblaciones vinculadas, pero no se trata de imponer conocimientos sino de guiar los procesos de germinación, siembra y endurecimiento de las plantas juntos.

FUENTE: EL ESPECTADOR


Más Noticias