Fecha de publicación: Miércoles, Agosto 4, 2021

Hasta el pasado 30 de junio se tenía un total de 320 mujeres asesinadas en Colombia en el 2021 por el solo hecho de serlo, una estadística aberrante que como sociedad tenemos la obligación ética de rechazar y repudiar con toda energía, y buscar los caminos que nos lleven a evitar que siga ocurriendo. Son casi dos feminicidios cada día, como se lee en un informe especial publicado el pasado fin de semana en LA PATRIA.
La mayor parte de estos hechos ocurre entre personas que comparten un mismo techo o que en algún momento han tenido relaciones cercanas, íntimas. Generalmente, surgen de una dominación tóxica del hombre sobre la mujer, a quien el primero le coarta todos sus mínimos derechos y le propina todo tipo de maltratos, así como amenazas con el fin de que nadie se entere de los abusos. Muchas mujeres sucumben ante este tipo de presiones y cuando tratan de reaccionar a la agresión que reciben pueden llevarlas a ser víctimas mortales.
Cuando hay sentimientos mezclados resulta difícil para muchas mujeres tratar de ponerle freno a la situación, y el conflicto tiende a escalar de tal manera que se pierde, por completo, el control. La cultura machista de nuestra sociedad ayuda a que estos comportamientos, infortunadamente, sean más comunes de lo que se aprecia a simple vista, y que la violencia intrafamiliar en la que se incuban estos desenlaces fatales sean numerosos. Muchas veces la mujer no muere tras ser agredida, pero sí resulta gravemente afectada en su integridad física y moral.
Lo primero que debe entenderse es que nadie puede ser nunca propiedad de nadie, y por tanto, siempre se tiene el deber del respeto por el otro, por su autonomía, su independencia, y en ese ambiente de libertad es que se construyen las relaciones positivas; lo demás es venenoso. Por esto, ante el más mínimo intento de agresión hay que poner el freno e impedir que pueda repetirse. Si no es suficiente, es fundamental buscar ayuda y cerrar así la posibilidad de que los conflictos crezcan y se salgan de control; Colombia necesita trabajar con mayor determinación para que la sociedad modifique esas conductas que pretenden justificar el ataque a las mujeres.
Las estrategias que se tienen, como el Consultorio Morado de la Secretaría de la Mujer y Equidad de Género de Manizales o la Línea 155 de la Policía, son muy válidas para enfrentar este riesgo, y una consulta a tiempo con los expertos puede llevar a que haya una sana salud mental en una pareja y en toda la familia. Muchas veces denunciar a tiempo al agresor, para que sepa que está siendo observado, puede ser la mejor manera de prevenir un feminicidio.
Las mujeres deben estar atentas a comportamientos de sus parejas o exparejas que se caractericen por amenazas, humillaciones, celos excesivos, bromas hirientes o señalamientos injustos de culpabilidad, además de control acerca de su forma de vestirse o maquillarse, por ejemplo. Si hay ofensas verbales, golpes, expresiones de desprecio y todo tipo de conductas que signifiquen agresión es necesario avanzar a la denuncia, no hacerlo es exponerse a que pueda ocurrir un asesinato de esta índole.

FUENTE: LA PATRIA