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julio 12, 2021

Código naranja para los derechos de las mujeres


El reto apenas empieza.

La erradicación de actitudes, contextos y acontecimientos que vulneran los derechos humanos de las mujeres resulta ser un compromiso colectivo. Bajo esta premisa, y atendiendo a lo ordenado por la Corte Constitucional en la Sentencia T-140 de 2021, EL COLOMBIANO elaboró el Protocolo de prevención, atención y sanción de violencias contra las mujeres.

Con el acompañamiento jurídico de la Fundación Feminicidios Colombia, y la asesoría de la firma Contexto Legal, el documento que recoge las medidas y acciones para garantizar los derechos de las mujeres en este medio de comunicación fue entregado a la Corte el viernes 9 de julio en cumplimiento del plazo establecido (un mes).PUBLICIDAD

Para elaborar el Protocolo se estableció una mesa de trabajo conformada por Pablo Gómez, gerente general; Martha Ortiz, directora; Felipe Velásquez, asesor jurídico; Margarita Barrero, editora general; Mónica Restrepo, líder de Gestión Jurídica, y Beatriz López, líder de Gestión Humana y Financiera.

“Para nosotras como fundación fue muy importante haber visto un legítimo interés de hacer las cosas por parte de la compañía. Esa fue la razón fundamental por la que decidimos hacer parte del proceso”, cuenta la abogada Yamile Roncancio, directora de Feminicidios Colombia.

El COLOMBIANO desde el comienzo ha estado comprometido con los valores para la construcción de una mejor sociedad, a través de principios éticos y responsables, como lo afirma Martha Ortiz, directora de El Colombiano, quien complementa: “y ha reconocido el rol excepcional de la mujer desde siempre, pero no es ajeno a la deuda histórica que la sociedad tiene con nosotras y, por eso, está comprometido con la garantía de sus derechos humanos”.Aprendizaje conjunto

Según la Organización Internacional del Trabajo, en el informe Las mujeres en el trabajo (Ginebra, 2016), en lo referente a la violencia de género en el entorno laboral, debe incluso irse más allá del acoso sexual, pues hay diversos temas que “requieren campañas, diálogo social y negociación colectiva como la brecha salarial de género, la protección de la maternidad y los servicios de cuidado infantil”.PUBLICIDAD

Por eso, la mesa de trabajo del protocolo coincide en que son problemáticas que impactan a toda la sociedad y, en esa medida, la intención es aportar positivamente a la solución.

“Todo este proceso nos ha hecho más conscientes ( como medio y como personas) de los tipos de violencias que existen contra las mujeres, aquellas a las que podemos estar expuestas todo el tiempo… Además, hemos visto que reconociéndolas las podemos evitar”, señala Margarita Barrero, editora general.

Es por eso que como lo expresa la Gerencia General de EL COLOMBIANO, en cabeza de Pablo Gómez, se pone en marcha el protocolo con el compromiso de aportar a la sociedad para seguir evolucionando y superando ese desequilibrio histórico en relación a los derechos de las mujeres.

Así mismo, complementa Barrero, actuar para garantizar los derechos humanos de las mujeres implica aprender y desaprender de manera individual y como sociedad, hombres y mujeres. “Una de las expertas nos explicaba, las violencias no son el inicio del problema, son la suma de pequeñas causas cotidianas que normalizamos o de las que no somos conscientes. Ahí deben empezar los cambios”.¿Qué lo hace especial?

El protocolo diseñado (ver recuadros) presenta características que lo hacen un referente. La primera de ellas, cuenta Roncancio, consiste en que, contrario a apelar a las violencias contra las mujeres, se encamina hacia los derechos humanos de las mujeres y la no revictimización, una decisión que fue motivada por el contenido de la Sentencia en sí misma, y el énfasis que decidieron darle la Fundación y la compañía.

“Hablar de los derechos humanos de las mujeres no es decir que estamos por encima de los hombres. Es un reconocimiento de que históricamente ha ocurrido lo contrario: desde hace mucho tiempo no hemos sido vistas como seres humanos, no solo desde la observación social, sino también desde la observación jurídica. Durante siglos no fuimos sujetas de derecho”, puntualiza Roncancio.

Otro de los puntos a resaltar consiste en que, si bien el protocolo está orientado a prevenir y atender cualquier tipo de violencia que sufra alguna de las mujeres que hace parte de EL COLOMBIANO (independientemente de su cargo o tipo de vinculación), el documento tendrá un apartado especial para las mujeres periodistas.

Mónica Restrepo, líder de Gestión Jurídica, lo explica: “Para ello debemos hacer primero un diagnóstico que determine los riesgos específicos que tienen ellas dentro y fuera de la sala de redacción según las tareas de su cargo”. Para este punto se procedió a la contratación de una empresa experta que emprenda el trabajo en los meses siguientes, y posteriormente redactar el apartado.

El protocolo, en aras de la complementariedad, deja muy claro que sancionará tanto las violencias que ocurran dentro y fuera del contexto laboral, en aplicación del deber de no neutralidad que estableció la Corte. Así mismo, contempla sanciones para actos de violencia en contra de las mujeres que no sean parte de EL COLOMBIANO, pero que hayan sido violentadas por alguno de sus empleados. “Es muy esperanzadora esa disposición de la compañía. Se superan las cuatro paredes y se asume la responsabilidad que tienen las empresas en la lucha en contra de todas las formas de violencia”, expresa la abogada Roncancio.

No obstante a esto, el fin único del documento elaborado no es el de la sanción. Uno de sus componentes más fuertes es el de la prevención. Para esto, comenta Beatriz López, líder de Gestión Humana y Financiera, está asociado a una política pedagógica y un plan de transformación y entrenamiento. “Capacitaremos, daremos talleres cada año”.

El protocolo se adoptó el 9 de julio, pero entra en vigencia total el 26 de julio, luego del proceso de socialización, que empieza a partir del lunes (durante dos semanas) a todas las personas de la compañía. “La intención es que sea participativo y tengamos aportes de todos”, dice López.

Y valga la pena recordar: en 2019 la compañía elaboró un Manual organizacional de convivencia laboral que contempla un protocolo de prevención y actuación ante acoso laboral de índole sexual. “Es para toda la organización, hombres o mujeres. La diferencia con este protocolo que acabamos de sacar, y que solicitó la Corte, es que tiene enfoque diferencial de género, es específico para mujeres”, concluye Restrepo.Código Naranja

“Pintarse de naranja” es la invitación que tiende a hacer la ONU cada 25 de noviembre, día en que se conmemora la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Por esto, contrario a como son nombradas las rutas de atención para atender casos de violencia contra las mujeres (código violeta, fucsia o blanco), en el protocolo de EL COLOMBIANO se definió el Código Naranja (ver recuadro). “Encontramos que este color significaba esa meta de un mundo equitativo en el que las mujeres tuvieran sus derechos garantizados”, narra la abogada Roncancio.

Una vez aparezca el Código naranja, el protocolo no se ejecutará de manera lineal sino circular. Según ejemplifica Roncancio, si durante el proceso de prevención se identifica una denuncia, seguirá la aplicación de medidas de contención, la atención psicosocial y la jurídica, la investigación y la sanción, para retomar las medidas de prevención y así apuntar a la no repetición.

Uno de los principales retos de la implementación es que todos en la organización atiendan el llamado a la consciencia, además la confianza será un factor fundamental. Para Roncancio “la señal más positiva del protocolo será que haya denuncias… No se debe celebrar cuando menguan las denuncias por violencia intrafamiliar o sexual en Colombia, porque no hay un indicador social que me demuestre que hubo una transformación en la sociedad. Lo que me dice es que algo está impidiendo que las mujeres, adolescentes y niñas denuncien: desconfianza en las instituciones del Estado, imposibilidad de llegar a los lugares, ausencia de canales, etc”.

Finalmente, desde la dirección, Martha Ortíz expresa que todo este proceso ha llevado “a una propuesta que conquista, ante todo, un espacio para una Colombia más justa y ética con la mujer. Este paso representa con ilusión un futuro en continua transformación desde el conocimiento y el ser. Es justo ahí donde radica su mayor fuerza”

CONTEXTO DE LA NOTICIA

¿QUÉ SIGUE?DESARROLLO CAPÍTULOS V Y IX

La Corte estableció que además del protocolo, debía existir un diagnóstico y una política institucional encaminada a garantizar los derechos humanos de las mujeres. Por eso, estas dos últimas etapas siguen en desarrollo.

El capítulo V, que corresponde a la puesta en marcha de charlas y talleres, y una política en contra de las violencias contra las mujeres. Y el capítulo IX, que implica el desarrollo de un diagnóstico de riesgos específico para las mujeres periodistas con el fin de evitar y mitigar daños.

Para elaborar lo anterior se abrieron dos convocatorias con expertos y se encuentran en esa fase.

RADIOGRAFÍAEL MARCO JURÍDICO DE CONSTRUCCIÓN

ESTRUCTURA DEL PROTOCOLO

PROTAGONISTASLAS EXPERTAS DETRÁS DEL PROTOCOLO

Laura Franco Salazar

LAURA FRANCO SALAZARContactar

Periodista convencida de la función social de su profesión, de la importancia del apoyo mutuo, la educación y el arte.

FUENTE: EL COLOMBIANO


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