junio 25, 2021
El sexo virtual también es violencia contra las mujeres. Voces de las mujeres webcam
Investigadora e historiadora colombiana, analista de derechos humanos, prostitución y trata con fines de explotación sexual y crímenes de lesa humanidad en el marco del conflicto armado colombiano.
La virtualidad ha creado un nuevo mundo. Basta teclear alguna de estas palabras, para encontrarse con miles de “servicios” dirigidos a los hombres: adult web cams, camgirl, camera prive, cammer, camsex, camwhore, çamateur webcam, livegirl, modelo de chat, onlyfans, sexcam, sex chat, entre otros.
Se trata de un modelo de negocios que se vende como perfectamente correcto y lícito: “En cuanto a lo de la privacidad, nosotros te bloqueamos en los países que quieras para que no te vean aquí o digamos si tienes familia en otro país bloqueamos ese también. La verdad es muy seguro, no te preocupes”[1], “deja la timidez total nadie te va a tocar, eres tú misma la que te vas a tocar, no pasa nada”[2].
Cuando escuchamos más de cerca las experiencias de las mujeres, encontramos una realidad bien diferente. Este artículo recoge testimonios públicos y otros a los que por seguridad, se les ha cambiado su nombre. Son mujeres colombianas, el segundo país después de Rumania con más negocios de este tipo, según la misma industria con al menos 40.000 mujeres en webcam[3].
Los estudios
En los estudios las mujeres deben <trabajar> varias horas recreando eventos que piden los <clientes>: “En los cuartos muchas veces las personas demoran hasta 12 horas en una de esas fiestas, allí ellos deben ingerir licor y drogas. Son prácticamente orgías que se transmiten en vivo para satisfacer a los clientes”[4]. Allí son víctimas de prácticas sexuales sin la adecuada protección, deben usar juguetes sexuales que en ocasiones no se desinfectan adecuadamente y deben <representar> eventos de sexo oral, violaciones en grupo (gang-bangs), y escenas que se ven regularmente en la pornografía como manoseos, sexo anal, eyaculación en la boca, estrangulamiento, violencia sado masoquista, vejaciones, desprecios, golpizas, torturas con diversos objetos, entre otros. Los administradores de los estudios les insultan, chantajean, descalifican y humillan para lograr estas escenas y eventos: “Los usuarios de la pornografía sólo observan un video bien editado. Ellos no ven lo que pasa detrás de escenas; las chicas que están llorando y son enviadas afuera del estudio de grabación, porque no pueden aguantar los actos sexuales violentos en los que les piden participar”[5].
Otra relata “A medida que iba avanzando, y a pesar de que tenía bastantes seguidores, me daba cuenta de que cada vez entretener a estas personas era más difícil, era un esfuerzo físico y sicológico muy grande: hablo de jornadas larguísimas en las que tenía que hacer infinidad de cosas para lograr un privado, más la presión de sentir que prácticamente hay que rogar por un token y que lo que menos quieres es que llegue la quincena sin el dinero suficiente, porque en un trabajo como este nunca se sabe”[6].
El engaño
La promesa de un <trabajo> bien remunerado, que ni una carrera profesional les ofrece resulta engañosa. El principal es el incumplimiento en el pago por parte de los administradores: “Según el documento o contrato, nosotras no trabajábamos para ellos, sino que les estábamos pagando arriendo por una habitación. Por tanto, ellos no se hacían responsables de nada de lo que nos pasara, ni siquiera de un accidente dentro de las instalaciones. Ellos, en cambio, sí tenían derecho sobre nuestras ganancias y nuestro tiempo e incluso nos podían sancionar con dinero si algún día faltábamos. Nada protege a las mujeres”[7].
Otra comenta: “Trabajé dos meses, nos dijeron que nos pagaban los días 6 y jamás recibí pago”[8], las amenazan “Hubo unas conversaciones donde dieron a entender represalias si llegaba a irme con alguna de las modelos o si llegaba a decir algo al respecto”[9], y los dueños las presionan cada vez más: “A medida que pasaban los meses las ganancias fueron decayendo y éramos víctimas de los dueños del estudio que querían quitarnos cada vez más porcentaje. Además, muchas veces solicité manejar mis propias cuentas y no me lo permitían. No podía ver cuánto ganaba y ni siquiera sabía mis contraseñas. […] La respuesta siempre era la misma: chicas se tienen que esforzar más, venir más horas, en otra se recomponen y cosas así que, en vez de tranquilizarme, me enfurecían. Con lágrimas en los ojos les gritaba que cómo pretendían que yo viviera y pagara el arriendo con ese dinero. Ellos me ignoraban”[10].
A la falta de pago, siguen variaciones en la divisa, número de personas que ingresan al chat, alteraciones en los gustos de los consumidores, posible falta de innovación por carecer de fondos para hacer actualizaciones, variaciones en la aceptabilidad del estudio o plataforma, quiebra del estudio por la aparición de nuevas formas y competidores, implementación de regulaciones e impuestos por parte del Estado: “Es mejor no meterse en eso, te están explotando así escojas el mejor turno, pues los que llenan los bolsillos son ellos. Para ser postulada, estar en la cima [sic], por lo menos tienes que estar trabajando más de tres años, allí te dejan viajar, ¿te mienten? […] es una explotación. Pues en todo se benefician más ellos, la demanda es demasiado grande, no se imaginan cuánto. Consiste en hacer 20 mil monedas, que equivalen semanal a 100.000 dólares. Y todo depende del dólar. Pasé por todo eso, ahora ya abrí los ojos, es un fraude, que no ayudaba a nada bueno, dicen que lo ayudan a uno, pero lo explotan”[11].
Sumado a la falta de pago, las mujeres hablan de acoso, amenazas, la humillación, ciberacoso, burlas, chantaje, la extorsión como la suplantación de identidad, catfishing o phishing, o el bullying[12] y la posibilidad de ser reconocidas en internet que resulta altamente estresante en su vida privada y familiar. “Unos clientes te toman videos, fotos y con eso mismo lo chantajean a uno, y le dicen, yo tengo tú video y si no haces eso lo subo al Facebook y otras redes sociales. Uno vive intimidado. La que quiere te dan antifaz. Si el cliente le paga, uno se lo quita para no perder el cliente. Eso es un error. Pero qué hacer […] Uno va aprendiendo. Me siento usada desde que comencé de prepago, siempre lo voy a llevar a dentro [sic][13]”; “Tengo miedo de ser vista en la calle y ser señalada, pues a algunas chicas le publicaron fotos y videos[14]”.
Otra comenta: “Un día, a través de un cliente, me enteré de que existen personas o estudios que suben las transmisiones de todas las modelos y sus registros fotográficos a páginas pornográficas donde se venden sin ningún consentimiento. Quedé sorprendida al darme cuenta de que, si buscaba mi nombre de usuario en Google, el motor de búsqueda iba a mostrar una serie de fotos y videos en las que aparecía desnuda y masturbándome. Ya era demasiado tarde, ya todo ese material estaba en la web, cualquiera podía verlo, incluso mi familia. Ni las páginas, ni el estudio me dijeron que esa mujer, hombre o pareja al otro lado de la pantalla podía grabarme y vender mi material sin ninguna sanción. Fui ingenua e inocente y ahora lo estaba pagando. Así que me fui y decidí no volver nunca más a ese mundo. […] Entendí que la libertad que perseguía era falsa, me había vuelto esclava del dinero y lo que hacía me causaba malestar”[15].
La virtualidad ha creado un nuevo mundo. Cuando escuchamos más de cerca las experiencias de las mujeres, encontramos una realidad bien diferente a la que vende el sexo virtual. Esta segunda parte recoge testimonios públicos y otros a los que por seguridad, se les ha cambiado su nombre. Son mujeres colombianas, el segundo país después de Rumania con más negocios de este tipo, según la misma industria con al menos 40.000 mujeres en webcam[16].
Daños a su salud mental y emocional
Los daños en esta industria son iguales a los experimentados y muy documentados en la prostitución, principalmente la disociación para aguantar el trastorno de estrés postraumático: “Esto te deja muchos daños, desde cambiar tu identidad, sientes que de verdad ya no eres tú misma, los clientes quieren saber más de ti, hablar y hablar, que los escuchen, pero quien lo escucha a uno, hay muchos clientes depresivos, hay otros que son locos y te llevan a hacer locuras. Uno de ellos quería que yo mirara que él estaba abusando a su hija de 7 años, fue algo muy horrible, fue un daño psicológico, me afectó mucho, tengo a mi hija de 8 años. Denuncié en la plataforma, pero simplemente lo bloquearon, no pasa más”[17].
Explica más aún: “Me sentía muy confusa, emocionalmente inestable, era como si existieran dos vidas, una en la oscuridad y otra a la luz del sol. Quien grababa los videos me manipulaba para hacerme sentir poco a poco su cómplice. La grabación duraba hora y horas y ni comida te daban. Mi estado psicológico estaba siempre muy abatido, que empecé a tener insomnios. Empecé a tener un comportamiento destructivo contra mí y contra mi vida. Tomaba drogas que me hicieron desconectar más de mí. Conseguí una pareja y pronto me separé, dejé de comer y tenía insomnio, ataques de pánico, miedo y estaba angustiada”.
Otra mujer explica: “Para mí, estos videos porno causaron humillación, confusión y mucha culpa. A menudo me decían «tu cuerpo es mío y hago con él lo que se me da la gana, para eso pago y soy yo quien decido cuando no quiero estar contigo». Me sentía sucia, no me valoraba y sentía que no se me valoraba. Esto ha marcado muchas situaciones en mi vida[18].
Las mujeres expresan múltiples trastornos psicológicos e inseguridad, exclusión social, ansiedad, fobias, descontento, ira o enojo, desesperanza, estrés emocional, baja autoestima, preocupación, incertidumbre, frustración, falta de confianza, incapacidad para mantener relaciones interpersonales hasta el punto de que pueden llevar a desarrollar síntomas físicos como sudoración, taquicardia, dificultades respiratorias e insomnio. Son comunes los trastornos del ánimo, la adicción a sustancias como la cocaína o el alcohol, e ideas suicidas debidas al aislamiento social por la pérdida de las relaciones con la familia y amigos.
Y los retos, enormes y costosos: “Por supuesto que ha afectado mi sexualidad, con mi pareja me sentía incapaz de pedir algo, más bien tenía que servir al otro. Había como una falta de conciencia de lo que sentía mi cuerpo, de mis necesidades y mis deseos. Era incapaz de hablar y de decir lo que deseaba. Mi necesidad nunca era importante. Es difícil salir de esta situación, pues hay una buena paga, y plata era lo que necesitaba. Tras lo vivido, tuve que conectar con mi cuerpo, sentirlo. Procesar las emociones y el trauma, procesar el dolor, la vergüenza y el miedo. No lo pude hacer sola y me ha costado mucho tiempo. Necesitamos estar bien acompañadas y comprendidas a veces”[19].
Daños a su salud física
Las mujeres relatan riesgos físicos en los estudios relacionados con exceso o falta de luz, exceso de calor o frío, vibración, presión, las radiaciones recibidas de vibradores; el ruido excesivo derivado de la música estridente, o al excesivo y frecuente uso de maquillaje, pinturas y lubricantes. También sobre el sometimiento a operaciones para obtener determinada figura, caídas, accidentes, daños físicos por el uso de los aparatos sexuales: “Al principio, ¡qué dolor!” […] Pero el sonido del dinero, el mismo que emite una máquina traga monedas cuando el jugador gana el premio mayor, fue su aliciente […] una propina, dinero extra que ella había puesto como precio a su sufrimiento”[20]. Otra comenta: “Hay mucho mexicano, pero los gringos son los más locos. Una vez uno quería que me metiera la mano por el ano… ¿Cómo me voy a meter una mano por ahí?” [21].
Otros impactos en su salud implican trastornos del aparato digestivo: estreñimiento, diarrea o incontinencia fecal, trastornos cardiovasculares, respiratorios y del sueño, problemas ginecológicos, enfermedades urinarias, irritaciones, erosiones vulvo-vaginales, lesiones, fisuras o desgarros anales, rectales o vaginales, lesiones por actos sexuales violentos y masturbación excesiva, dermatosis, gastropatías, problemas reumatológicos, insomnio, cefalea, migraña, irritabilidad, cansancio, problemas de equilibrio, trastornos nutricionales y de mala alimentación para poder aparecer esbelta, incluso la anorexia y bulimia.
La ironía
En Colombia existe la Universidad Juan Bustos, antes denominada Universidad Webcam y que hace parte de Latin American Adult Business Exposition LALEXPO. En sus cursos tienen plena conciencia de esta violencia contra las mujeres cuando hablan de técnicas para resolver de problemas de autoestima, autoimagen, percepción de indignidad personal, soledad, tensión, ansiedad, aburrimiento, irritabilidad, mal humor, melancolía, frustración, disociación para poder tolerar las violaciones y los trastornos afectivos.
Para la sociedad colombiana es tan lucrativo este negocio con las vidas de las mujeres, que hasta el Congreso legisló con un impuesto para cobrar a las modelos webcam. “A mí me parece hipócrita que acá quieran tapar esto cuando Colombia lo que más exporta es droga y prostitutas…y es porque las situaciones sociales dan para que uno se dedique a esto”.[22] Sumemos el lucro obtenido por la explotación eterna y repetida en múltiples plataformas de pornografía en todo el planeta, y que repite este delito de trata de personas contra ella, quien es suministrada, vendida y comprada permanentemente.
En la voz de las mujeres, conocemos las consecuencias para las mujeres de ser explotadas sexualmente de forma digital. Para millones de hombres principalmente, que consumen esta oferta no es de interés conocer el trasfondo de estas producciones que dejan profundas cicatrices en el cuerpo y en la psique de cada mujer, en cuya base está la desigualdad y la discriminación. Esta industria nos recuerda que la mujer no disfruta legalmente de los mismos derechos que el resto de los ciudadanos y subsiste en medio de una continua situación de inferioridad tanto económica como social en un mundo que normaliza la violencia contra ellas, ahora, en línea.
[1] Medellín.(30 de septiembre de 2019). El drama de una joven que trabajó como modelo webcam. Recuperado de https://www.eltiempo.com/colombia/medellin/historia-de-joven-que-trabajo-como-modelo-webcam-en-medellin-417292
[2] Testimonio de Antonia
[3] Rivera, M. (13 de noviembre de 2018). Modelos Webcam ahora pagarán impuestos, conozca cómo funciona este oficio. Recuperado de https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/modelos-webcam-en-colombia-universidad-juan-bustos-para-modelos-webcam/547090
[4] Blanquicet, J. (23 de agosto de 2020). ¿Quién controla el ‘reclutamiento ilegal’ de modelos webcam? El Heraldo. Recuperado de https://www.elheraldo.co/judicial/quien-controla-el-reclutamiento-ilegal-de-modelos-webcam-752674
[5] Vera, D: (14 de septiembre de 2019). Enfermedades, violaciones e injusticias: los abusos y oscuros secretos de la industria del porno. Recuperado de https://www.biobiochile.cl/noticias/sociedad/debate/2019/09/14/enfermedades-violaciones-e-injusticias-los-abusos-tras-la-pornografia-que-todos-consumen.shtml
[6] Medellín. Op. Cit.
[7] Medellín. Op. Cit.
[8] Noticias Caracol. (24 de enero de 2020). Modelos webcam en Villavicencio denuncian que las obligan a trabajar y no les están pagando. Recuperado de https://noticias.caracoltv.com/mundo/modelos-webcam-en-villavicencio-denuncian-que-las-obligan-trabajar-y-no-les-estan-pagando
[9] Ibid.
[10] Medellín. Op. Cit.
[11] Testimonio de Antonia
[12] Al día. (10 de abril de 2017). Modelo webcam intentó suicidarse porque le hacían bullying por su profesión. Recuperado de https://www.aldia.co/mundo-serio/modelo-webcam-intento-suicidarse-porque-le-hacian-bullying-por-profesion
[13] Testimonio de Antonia
[14] Testimonio de Bibiana
[15] Medellín. Op. Cit.
[16] Rivera, M. (13 de noviembre de 2018). Modelos Webcam ahora pagarán impuestos, conozca cómo funciona este oficio. Recuperado de https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/modelos-webcam-en-colombia-universidad-juan-bustos-para-modelos-webcam/547090
[17] Testimonio de Antonia
[18] Testimonio de Bibiana
[19] Ibid.
[20] Cantillo, D. (15 de mayo de 2017). Confesiones de una modelo webcam en Bucaramanga. Vanguardia. Recuperado de https://www.vanguardia.com/area-metropolitana/bucaramanga/confesiones-de-una-modelo-webcam-en-bucaramanga-JQVL397790.
[21] Trheebilcock Olmos, E.(3 de enero de 2015). Confesiones de una modelo webcam. Las 2 orillas. Recuperado de https://www.las2orillas.co/confesiones-de-una-modelo-webcam/
[22] Vanguardia. (28 de septiembre de 2015). En el ‘room’ de una modelo webcam de Bucaramanga. Recuperado de https://www.vanguardia.com/area-metropolitana/bucaramanga/en-el-room-de-una-modelo-webcam-de-bucaramanga-PCVL329622
- FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA