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mayo 26, 2021

La afrotopía también late en Colombia


Voces negras gritan su resistencia y reivindican sus derechos y su identidad.

En Hair Love, el blog de una madre afro quien, con la ayuda de su pequeña hija Zuri, enseña paso a paso a elaborar los más llamativos peinados para las cabelleras ensortijadas, el amor no es la tendencia sino el evangelio del glamur.

De ahí que este cortometraje animado –titulado igual que el canal de tutoriales de estilismo– resultó ganador en esa categoría en los premios Óscar 2020.

Desde entonces, más que darle el lugar y reconocer la influencia que por décadas ha tenido África en sectores como la música, la gastronomía y la moda, el antirracismo se exacerbó (más aún con los hechos de abuso policial en contra de George Floyd) y conceptos como la afrotopía y el afrofuturismo propuestos por el humanista, sociólogo, artista y profesor de la Universidad de Senegal Felwine Sarr se hicieron más comunes.

Precisamente, en su libro Afrotopía, el intelectual plantea el próspero futuro que tiene dicho continente, teniendo en cuenta que su población en 35 años representará un cuarto de la humanidad y, por ello, surge la necesidad imperiosa de “su descolonización a través de un encuentro fecundo consigo misma”.


Sobre el tema, Francisco Formagio Godoy, experto de la agencia líder global en pronóstico de tendencias WGSN, asegura que “pese a que la ola de conmoción relacionada con los ataques racistas del 2020 se ha desvanecido, vemos cambios lentos en relación con las interacciones sociales, políticas y de consumo. El contenido relacionado con la lucha antirracista creció masivamente después de los ataques estadounidenses, y libros como Little Anti-Racist Manual, de Djamila Ribeiro, aumentaron sus ventas en 184 %, de acuerdo con el diario Folha de São Paulo (…)”.

“Las dinámicas personales empiezan a politizarse, mientras que las voces negras influyentes ayudan a romper los estigmas establecidos, y ofrecen perspectivas sobre la producción de contenidos”, dice.‘Mi ‘look’ es mi política’

Afro

AfrocolombianidadFoto:

Pexels.com

Romper las cadenas ideológicas de lo estéticamente bello o socialmente aceptado ha sido un trabajo de siglos que parece no soltar su lastre. Poco a poco, son más –y más diversas– las voces negras que se gritan su resistencia y reivindican sus derechos y su identidad.

Carol Barreto, artista visual, diseñadora de moda, autora y profesora del Departamento de Estudio de Género y Feminismo de la Universidad Federal de Bahía (Brasil), es una de las caras más representativas del activismo afro en Latinoamérica.

A través de su comunidad virtual @modativismo, esta mujer nacida en Recôncavo Baiano, estado de Bahía (cuna de la mayor cantidad de negros del país), hilvana las historias de su lucha feminista y antirracista aprendida desde su infancia a través de los círculos de samba, la capoeira, el candomblé, el mercado y los almuerzos familiares, entre otros.

“Como mujer negra de la región de Bahía, he materializado a través de mis colecciones –dice Barreto–, en desfiles y galerías de arte, los conocimientos y las prácticas que esta tierra me enseñó, las formas revolucionarias de existencia de una población negra ancestral que me mostró los parámetros de resistencia que ahora conceptualizo como ‘modativismo’, un término que surge del reconocimiento y la problematización de mi lugar de existencia y de la observación de que para nosotras las mujeres negras, la apariencia, la corporalidad, los aspectos intangibles de la moda y la vestimenta son planes de expresión discursiva y también los marcadores sociales de las diferencias que nos ubican en una escala subordinada entre las jerarquías sociales”.


Reconocer su influencia de otras mujeres negras productoras de moda afro cosida con la hebra activista, como Goya Lopes, una de las primeras en Brasil en crear prendas como homenaje a su ascendencia afro, las hace colegas de afrocolombianas como la artista Lía Samantha, quien hace siete años dio el primer paso en la pasarela de Colombiamoda después de una larga trayectoria en la escena musical del hip-hop, el rap, los aires jamaicanos del reggae y las percusiones africanas.

“Que ahora estemos muy presentes –aun en marcas que conocí muy racistas–, mediante los modelos afros en sus campañas, sus prendas, etc., demuestra que están cambiando las cosas; que una persona negra sea imagen de marcas de autos que han señalado a personas afro como las que han perpetrado robos de esos mismos vehículos demuestra que ser afro no es sinónimo de malo, pobre ni feo”, puntualiza Samantha.

“Cuando vemos las telas africanas con las que trabajo podríamos decir que nos atrae su colorido, pero al investigar lo que significa cada uno de los patrones, los colores y símbolos que incluyen, hay una sabiduría y una tradición negras plasmadas, que es lo que me he encargado de comunicar”, dice la artista, que ha roto los estereotipos mediante su reconocimiento y celebración de las raíces afro e indígenas, tanto en sus creaciones como en su look de melena ‘sin domar’.Empoderamiento ‘al pelo’

GLORIA WAVAMMUNNO KAMPALA FASHION WEEK

Gloria Wavamunno, fundadora de Kampala Fashion WeekFoto:

Particular

Y es que para la comunidad afrodescendiente mundial, su cabellera al natural –bien sea afro, con rastas o trenzados de protección– sin químicos ni procesos de alisado se convirtió en símbolo de resistencia desde 1964, cuando en Estados Unidos se promulgó la ley de los derechos civiles, que los protegió de la discriminación.

Sin embargo, con la uniformidad impuesta por los cánones de belleza europeos, el afro como tradición, ritual y declaración de principios se vio amenazado por el alaciado.
Así lo reconoce Elizabeth Arisala, una caleña que hacia el 2008 culminó sus estudios en administración de empresas de la Universidad del Valle e ingresó al mercado laboral como analista de comercio exterior en una compañía en Cali.

“Fue mi choque, porque la presentación personal requerida en la oficina me enfrentó al concepto de belleza que se manejaba y que era ajeno al que yo aprendí en mi niñez. Tener que alisar mi pelo me enfrentó a ese estereotipo corporativo al que no pertenecía”, asegura la afrodescendiente criada en el distrito de Aguablanca.

Ante el desarraigo que vulneró sus tradiciones, creó un movimiento de reivindicación del afro como derecho civil en redes sociales, llamado Juntanza Sorora que además de tips y productos especializados, promueve el lema ‘El pelo afro sí es profesional’.

“A las mujeres negras, en la época de la esclavitud, las hacían taparse el cabello porque llevarlo al natural y visible era una señal de irrespeto. El pelo comunica, y en el éxodo de los negros a América se usaba el pelo para diferenciar a los negros de diferentes tribus. Inclusive, según su peinado, se sabía si era agricultor de la tribu o líder y a los esclavos los rapaban para borrarles esa herencia”, explica Arisala, quien a pesar de haber sido formada en un hogar de los barrios populares del oriente de Cali (en donde se ubica la mayor población oriunda del Pacífico), en medio del folclor negro y mestizo y las juntanzas de peinados entre madres, hijas, hermanas, primas y sobrinas, sucumbió al canon.

Sobre el proceso de autorreconocimiento (afrotopía) que lleva a cabo la diáspora africana, Gloria Wavamunno, fundadora de Kampala Fashion Week –principal semana de la moda afrodescendiente realizada en la capital de Uganda– y directora del Consejo de la Moda de Uganda, asegura: “Inspiramos y, sin embargo, no nos beneficiamos de nuestra inspiración; simplemente fue y sigue siendo tomada y luego rentabilizada por otros, y en los tiempos que vivimos esto es inaceptable. Ya no somos el África ingenua, somos el África que sabe que vale la pena y tiene que ser quien lo comparta y se respete económicamente, física y mentalmente por ello”.Activismo y emprendimiento

Elisabeth Arisala

Elisabeth Arisala, creadora de Juntanza Sorora.Foto:

Particular

Las marcas tradicionales ya están reconociéndonos como un poder económico creciente.

Más allá de traer al contexto nacional movimientos como #PullUpOrShutUp, promovido el año pasado por la nigeriana Sharon Chuter (fundadora de la marca de maquillaje para pieles negras Uoma) y que retó a las compañías tradicionales de cosméticos y cuidado facial y corporal a demostrar su ética e inclusión social abandonando las promesas de máximo aclarado facial para vender sus productos, Juntanza Sorora llama a que sea la misma comunidad afro la que tome el negocio –que, por cierto, es realmente jugoso pues, según la agencia de investigación de mercado Mintel, en el 2019 la industria del cabello en la comunidad afroamericana movió unos 2.500 millones de dólares– por su cuenta.

“Las marcas tradicionales ya están reconociéndonos como un poder económico creciente. Y antes de tener Juntanza Sorora quise que esas marcas se interesaran en nosotras. Pero encontré que hay gente dentro de la hermandad que puede crear nuestros propios productos, como es el caso de Afro Glow, Quiérete Afro y otras marcas locales que permiten que la economía circule fuera de los mismos de siempre.


Las personas negras tenemos las mismas capacidades y por ello, antes de decirles a las marcas convencionales que nos tengan en cuenta, es que nosotros, que nos conocemos, explotemos nuestras condiciones”, puntualiza Arisala.

Sobre este punto, Francisco Formagio Godoy, de WGSN, asegura que estas narrativas antirracistas y afrofeministas están en plena efervescencia. “La redención del poder afro se vuelve más palpable a medida que estas voces están más presentes en la cultura dominante, impulsadas por la progresiva inversión de valores que se da en las redes sociales, en donde los propósitos ligados al consumo se vuelven más relevantes que el producto final en sí mismo. En contraste, debemos analizar la consistencia y la transparencia de las marcas cuando se refieren a estos motivos, desenredando la confiabilidad del discurso para comprender la profundidad de la relación que la marca establece con estas luchas”.

Juntanza Sorora también fue la tabla de salvación para las economías de muchas mujeres negras que, con el advenimiento de la pandemia y el paro actual, se han visto mayormente afectadas. Según la Gran Encuesta de Integración de Hogares del Dane, en 2020 la tasa de desempleo de las mujeres negras, afrocolombianas, afrodescendientes, raizales y palenqueras fue del 24 %, mientras que la de los hombres fue del 11,3 %.

“En el oriente de Cali viven el vigilante, la mesera de la discoteca, las empleadas del servicio doméstico, mucha población vulnerable y en especial madres y mujeres encargadas del tema del cuidado, y la economía del cuidado fue la más afectada con la pandemia y el paro –dice Arisala–. Lo he reflexionado y estamos viviendo la escasez, no hay transporte, los alimentos están caros, pero ¿hace cuánto nuestra gente del Pacífico vive esto? ¡Décadas! Hace 50 años, el abandono estatal; hace 30, el abandono estatal más el estigma de violencia; entonces, lo que ha sucedido en el paro ha sido nuestra forma de mostrar nuestra situación”.

FUENTE: EL TIEMPO


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