octubre 19, 2020
Mujer rural, sembrando paz y resistencia en Colombia
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En Colombia, país de vocación agrícola con sus inmensas extensiones de tierras fértiles, la historia de la población campesinas ha sido constantemente atravesada por el problema de la tenencia de la tierra -el 1% de propietarios posee el 81 % de las tierras; el 45 % del área agropecuaria está dedicada a la ganadería extensiva (Oxfam 2018)-, causa principal de un conflicto que aún no termina.
Además, la población campesina se ha visto afectada debido al abandono estatal, el avance del extractivismo en el campo, conduciendo a la disminución paulatina de la población rural, que corresponde en la actualidad a 11 millones, es decir, el 23 % de la población total del país y con una proyección de apenas el 13 % para el año 2050.
Foto: Colprensa.
Hoy Colombia importa anualmente 10 millones de toneladas de alimentos, la mayoría de los cuales se podría producir localmente. Este desplazamiento de la producción nacional ha afectado a la población del campo.
¿Cuál es la situación y el papel de las mujeres en medio de este panorama?
El 50 % están dedicadas a las tareas del hogar y complementarias de la agricultura, con jornadas de trabajo (no reconocido) de 16 a 18 horas diarias. El 62 % se ocupan en ventas y servicios, solamente el 22.5 % están dedicadas a la agricultura como oficio.
La mayoría de estas mujeres solamente tienen cuatro años de estudio primario. En cuanto a la posesión de la tierra, solamente el 13 % son mujeres. El porcentaje de pobreza en las mujeres del campo es de 38 %. En el campo, el 20 % de mujeres son indígenas o afros. El acceso a la salud es precario y el acceso al crédito, a la educación técnica igualmente.
Foto: Colprensa.
Pero es el conflicto armado– que causó además de los muertos, desplazamiento, destrucción de las familias y pérdida de sus raíces, reclutamientos forzosos, desaparecidos, – empujó a las mujeres a apersonarse de la sobrevivencia en el campo, a organizarse para desarrollar proyectos productivos, a levantar la memoria, a pelear por el medioambiente, a reclamar sus derechos y tratar de recuperar sus tierras.
Así aparecieron a todo lo largo de la geografía nacional valientes lideresas campesinas, que fueron víctimas del conflicto y están dispuestas a superar esta tragedia a través de la organización para ir hacia un futuro de reconocimiento y dignidad, de reconstrucción del territorio con su identidad.
Foto: Colprensa.
Y así, con espíritu comunitario, venciendo los arraigados prejuicios machistas, con la fuerza del género, a todo lo largo y ancho de la geografía nacional se han formado agrupaciones de mujeres campesinas, indígenas y afros y se han articulado en redes. Son muchas, muchísimas las organizaciones y sus lideresas.
Entre estas, citemos solamente como ejemplos a Francia Elena Márquez, lideresa activista ambiental y por los derechos humanos, que fue galardonada con el premio internacional Goldman en 2018 por su lucha constante en la defensa de la vida y del territorio, y a Aida Quilcué de la comunidad nasa, que llegó a ser Consejera mayor del CRIC (Consejo regional indígena del Cauca). Ellas y muchas otras, trabajando en distintos puntos del territorio nacional sostienen la vida con integridad; nos demuestran el valor que tiene el trabajo colectivo.
Foto: Colprensa.
Hoy en todo el país crecen las organizaciones de mujeres que hacen frente a las enormes dificultades por ser reconocidas y al peligro de ser asesinadas. En sus múltiples tareas, han recibido el apoyo de Naciones Unidas y de gobiernos europeos, especialmente el de Noruega.
Las campesinas colombianas son hoy ejemplo de fuerza para las otras mujeres del país. Apoyar su labor, sus proyectos y producción es reconocer su papel como garantes de la seguridad alimentaria, del cuidado familiar y de la conservación de la cultura.
FUENTE: RADIO NACIONAL DE COLOMBIA