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mayo 19, 2020

EL maltratador como padre (I)


“Un maltratador no es un buen padre”

La paternidad se está defendiendo hoy por los gobiernos y los tribunales de todo el mundo por encima de todo, de la misma manera que la maternidad está siendo socavada junto con los derechos de los hijos más que nunca.  La maternidad y los hijos/as están hoy sacrificados e invisibilizados por potenciar los derechos de los padres,  sin tener en cuenta las cifras dramáticas de violencia contra la mujer y los hijos/as y tampoco el vínculo único de la unión madre-hijo/a y la necesidad de esta unión para el desarrollo de los hijos.  La imagen de la paternidad está idealizada, así como sus derechos, de manera que no se contempla, a pesar de la evidencia,  que un padre no sea un buen padre, y aún menos que sea un maltratador o un mal padre y no digamos separarlo de sus hijos.   Sin embargo, la investigación científica lleva muchos años estudiando la violencia contra las mujeres y los hijos/as, y son contundentes los resultados que cada vez ponen más el énfasis en las relaciones destructivas de los hombres que maltratan a sus  parejas o ex-parejas y a sus hijos/as.

Uno de estos autores es L. Bancroft,  investigador y consultor reconocido sobre abuso doméstico (*  ) y maltrato infantil en EEUU,  con una amplia experiencia de casi 30 años con hombres abusivos y los niños expuestos a ellos ( 1 ).  Es autor de “el maltratador como padre”, un libro de referencia sobre los efectos que esta paternidad destructiva produce en los hijos.  Este autor  describe las características de estos hombres,  que como padres maltratan y exponen a los hijos a múltiples fuentes potenciales de lesiones emocionales y físicas.   Estos hombres se  describen  como personas autoritarias y rígidas, dominantes y controladoras, que consideran que tienen un status de derecho y privilegios especiales en la familia, incluso para ejercer la violencia. Egoístas y egocéntricos, estos hombres contemplan a los demás en relación a sus necesidades o caprichos, utilizándolos para conseguir sus fines.   Son posesivos por lo que consideran a sus parejas e hijos como si fueran de su propiedad, incluso creyéndose en el derecho de poder abusar física o sexualmente de ellos.  En general manipulan, niegan, minimizan o justifican el abuso o la violencia, mintiendo sobre la misma.

El impacto de la conducta del maltratador sobre las mujeres y los hijos es demoledor, en primer lugar sirve como modelo de violencia, ya que sus hijos e hijas lo imitan  y adoptan su sistema de creencias.    En relación a la madre es profundamente destructivo, pues utiliza a los hijos para hacerle daño y atacan la unión madre-hijo/a y la crianza de la madre. El maltratador interfiere con la crianza de la madre ejerciendo conductas de control, abuso y manipulación de la misma,  socavan y contradicen la autoridad materna, la degradan, impiden que sea protectora y socorra a sus hijos, la puede castigar si lo hace,  la enfrenta a los hijos si no lo hace, etc.   En relación a los hijos el maltratador ejerce una crianza autoritaria y rígida, negligente e irresponsable, psicológica y verbalmente abusiva, y utilitaria ya que usa a los hijos como armas para hacer daño.  En relación a la familia. Siembra divisiones deliberadamente entre los miembros, enfrenta a los hermanos entre si y a los hijos contra la madre.

Estos comportamientos de crianza destructivos de los padres maltratadores y sus efectos perjudiciales sobre los niños y sus madres deberían considerarse en relación a las custodias y regímenes de visitas del padre maltratador con los hijos.   Igualmente sería fundamental fomentar la relación madre-hijo, ya que la recuperación de estos niños depende en gran medida de la calidad de su relación con la madre y sus hermanos.

He aquí un resumen de la publicación del autor:   “Violencia doméstica en disputas de custodia de menores y tiempo de crianza: el agresor como padre” (2).

La investigación sobre la exposición de los niños a la violencia doméstica se ha centrado principalmente en  el trauma de presenciar el maltrato contra su madre y la tensión de vivir con un alto nivel de conflicto entre sus padres. Sin embargo, estos son solo parte de un problema mucho más profundo que impregna la vida cotidiana de estos niños, y es que viven con un maltratador.  La paternidad de los hombres que maltratan expone a los niños a múltiples fuentes potenciales de lesiones emocionales y físicas, la mayoría de las cuales no han sido ampliamente reconocidas.

  1.  Características de los hombres que maltratan
    La mayoría de las características típicas de los hombres que maltratan tiene riesgos potenciales para los niños en el hogar, que pueden intensificar la experiencia traumática previa de los niños de presenciar la violencia. Las siguientes son algunas de estas características:Control: la coercitividad es ampliamente reconocida como una cualidad central de los hombres que maltratan y es sobre la crianza de la madre,  una de las áreas de la vida en la que ejercen  mayor  control  y abuso.   Las mujeres maltratadas son mucho más propensas que otras madres a sentir que tienen que alterar sus estilos de crianza cuando sus parejas están presentes, puede causar o prohibir a su pareja que interrumpa un embarazo, anule sus decisiones de crianza o la agreda cuando  está enojado por el comportamiento de los niños.

Derechos o privilegios: un maltratador se considera a sí mismo con derecho a un estatus especial en la familia,  incluyendo el derecho de usar la violencia cuando lo considere necesario, y a comportarse de forma egoísta y egocéntrica.  Por ej. . puede enfurecerse o ser violento cuando siente que su pareja está prestando más atención a los niños que a él.

Posesión:  Los maltratadores perciben a sus parejas e hijos como objetos de su propiedad, lo que explica en parte las tasas dramáticamente elevadas de abuso físico y  sexual, y que  estos hombres busquen la custodia de sus hijos con más frecuencia que los padres no maltratadores.  Además manipulan, niegan y minimizan el abuso y tienen resistencia al cambio.

  1.  Influencia del maltrato en la crianza de los hijos
    Las características de los hombres que maltratan influyen en la crianza que ejercen y tienen los siguientes impactos negativos en los niños:

Crean modelos que perpetúan  la violencia:  Los hijos de mayores son más propensos a maltratar a sus parejas y las hijas tienen más dificultad de escapar de relaciones de pareja abusivas. Además aceptan el sistema de creencias del agresor,  incluida la opinión de que las víctimas de la violencia tienen la culpa, que las mujeres exageran histéricamente cuando denuncian abusos y que los hombres son superiores a las mujeres.

Socavando la autoridad de la madre:  La violencia doméstica es inherentemente destructiva para la autoridad materna porque el abuso verbal y la violencia del agresor proporcionan un modelo para los niños de comportamiento despectivo y agresivo hacia su madre, por lo que  los hijos de mujeres maltratadas tienen mayores tasas de violencia y desobediencia hacia sus madres.  Algunas madres maltratadas informan que el maltratador les impide recoger a un bebé que llora o que asista a un niño asustado o herido y que se le prohíbe proporcionar cualquier otra atención física, emocional o incluso médica básica. La interferencia de este tipo puede hacer que los niños sientan que su madre no se preocupa por ellos o que no es confiable. El agresor puede reforzar esos sentimientos al condicionar verbalmente a los niños a través de declaraciones como «Tu madre no te quiere» o «Mami solo se preocupa por ella misma «.

Tomar represalias contra la madre por sus esfuerzos para proteger a los niños: Una madre puede descubrir que es agredida o intimidada si intenta evitar que el agresor maltrate a los niños, o  que por defenderlos la castigue y perjudique aún más seriamente a los hijos.  Por lo tanto, puede verse obligada con el tiempo a dejar de intervenir en nombre de sus hijos, lo que los niños perciben como que no se preocupa por el maltrato que sufren y puede contribuir a que sea etiquetada como negligente por «no proteger».

Sembrando divisiones con la familia:  Algunos maltratadores usan el favoritismo para construir una relación especial con uno de los hijos,  que suele ser un niño, fomentando con él un sentido de superioridad en relación a las mujeres. También pueden crear o alimentar tensiones familiares deliberadamente. Estos comportamientos manipuladores influyen en la alta tasa de conflictos entre hermanos y en la violencia observada en familias expuestas a comportamientos de maltrato.

Uso de los niños como armas: Muchos hombres que maltratan usan a los niños como vehículo para dañar o controlar a la madre, como destruir las pertenencias de los niños, exigir a los niños que supervisen e informen sobre las actividades de su madre, o amenazar con secuestrar o tomar la custodia de los niños si la madre intenta poner fin a la relación. Estos comportamientos parentales atraen a los niños al patrón de comportamiento del abusador. Después de la separación, muchos maltratadores usan el contacto requerido para el tiempo de crianza sin supervisión como una oportunidad para abusar aún más de la madre a través de los niños.

Crianza negligente o irresponsable: Los maltratadores tienen dificultades en centrarse en las necesidades de sus hijos, debido a sus tendencias egoístas y egocéntricas, lo que se acentúa después de la separación, ya que tienen que atender a los niños por periodos de tiempo mucho más largos de lo que están acostumbrados.  También se  pueden comportar intencionadamente de forma negligente como una forma de ganar la lealtad de sus hijos y / o socavar la autoridad de las madres, por ejemplo en pautas de seguridad o alimentación, o al permitir que los niños vean imágenes de violencia o sexualidad inapropiadas.
La crianza negligente también se manifiesta en mostrar interés intermitente hacia sus hijos y luego ignorarlos por períodos prolongados. Después de la separación, los agresores de este estilo de crianza tienden a entrar y salir del contacto con sus hijos, lo que puede ser emocionalmente perjudicial para sus hijos y perjudicial para la vida en el hogar de custodia.

Crianza autoritaria y rígida: La recuperación en niños traumatizados se ve facilitada por un entorno cariñoso y afectuoso que también incluye una estructura, límites y previsibilidad apropiados. Un maltratador puede controlar severamente a los niños y es probable que use un estilo disciplinario duro y rígido, que puede intimidar a los niños que han estado expuestos a su violencia y puede provocar el despertar de recuerdos traumáticos, retrasando la curación posterior a la separación.

Crianza psicológicamente abusiva y manipuladora: Se ha observado que los agresores tienden hacia estilos de crianza verbalmente abusivos, y a manipular a los hijos como una forma de controlar a la madre, lo que parece aumentar después de la separación, a través del contacto no supervisado del abusador con los niños.

3. Implicaciones para la determinación de la custodia de los hijos y el tiempo de crianza

Las determinaciones sobre la custodia de los hijos y el tiempo de crianza en el contexto de la violencia doméstica deben tener en cuenta los comportamientos de crianza destructivos exhibidos por muchos hombres que maltratan y sus efectos sobre los niños y sus madres. En relación a los niños estos experimentan un continuo de efectos derivados del trauma, que se suma a tener que afrontar la separación de sus padres.  Los efectos de la exposición al maltrato pueden varias según la rasgos inherentes del niño, el entorno familiar y los recursos de la comunidad.  En consecuencia, algunos elementos para examinar de cerca cuando se elaboran intervenciones para familias incluyen:

Abordar las necesidades curativas de los niños:  Existe un amplio consenso de que la recuperación de los niños a la exposición de la violencia doméstica (y el divorcio) depende en gran medida de la calidad de su relación con la madre  y sus hermanos, y  por tanto los tribunales deben tener en cuenta además de la seguridad del niño, que el maltratador no continúe socavando la autoridad de la madre, e interfiera en la relación madre-hijo o cause tensiones entre hermanos.

Fomentar de forma segura las relaciones padre-hijo:  Excepto en los casos en que los niños están aterrorizados por el maltrato del padre o han sido abusados ​​por él directamente, los niños pueden tener cierto grado de contacto con sus padres, siempre  que existan medidas de seguridad adecuadas para la madre y los niños y no se brinde al abusador la oportunidad de causar retrasos en la recuperación emocional de los niños. Esto se puede conseguir a través de arreglos de custodia y tiempo de crianza, que le permitan visitas supervisadas profesionalmente en centros especializados.

Hacer evaluaciones apropiadas, especialmente en las determinaciones del tiempo de crianza y las custodias:  El historial de comportamiento abusivo de un agresor, y cómo ese abuso se refleja en su crianza, debe investigarse cuidadosamente, evaluando la presencia de cualquiera de los problemas comunes descritos anteriormente y prestando especial atención a la posibilidad de que los niños se conviertan en un vehículo para el abuso continuo de la madre.  Los evaluadores de custodia deben tener una amplia capacitación sobre las múltiples fuentes de riesgo para los niños  en la custodia o el contacto sin supervisión con el padre abusivo.

Quisiera destacar la importancia de la investigación sobre estos hombres para que sean reconocidos e identificados como lo que son, hombres y padres maltratadores, que entre otras actuaciones, ponen un especial énfasis en atacar el vínculo madre-hijo y la crianza de la madre, aspectos de creciente importancia en la literatura científica. También la promoción de la separación de los hijos y padres maltratadores, con contactos si existieran supervisados y seguros.  Finalmente, el reconocimiento de la importancia de la madre, de la relación madre-hijo, en la recuperación psicológica y emocional de los hijos. Todo ello contrasta completamente con lo que se sabe ocurre cotidianamente en los tribunales de justicia.

FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA


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