abril 7, 2020
Una mamá fabrica ventiladores para el coronavirus con extractores de leche
El déficit de equipos médicos para manejar la enfermedad es más alarmante que el virus en sí mismo. Por esta razón, personas en todo el mundo empiezan a armarse de creatividad para apoya los sistemas de salud.
Si hubiera suficientes ventiladores, sería mucho más factible evitar las muertes por Covid-19. A medida que los contagios aumentan en Estados Unidos, se ha vuelto evidente que los hospitales los necesitan para salvar vidas. La Sociedad de Cuidados Intensivos calcula que 960.000 pacientes con coronavirus en ese país requerirán un ventilador en algún momento de la crisis, pero el sistema de salud solo cuenta con 200.000. Ahí está la mayor complejidad de la pandemia: puede que la enfermedad no mate, pero el hecho de no estar preparado para tratarla sí.
Otros países, especialmente en Europa, también han anunciado que tienen pocos equipos para el creciente número de pacientes; no obstante, sus gobiernos and empleado tácticas usadas durante la guerra para que las fábricas elaboren muchos más ventiladores y para que dejen de exportarlos. En Estados Unidos, sin embargo, la decisiones del Gobierno avanzan de manera mucho más lenta.
Pero el asunto va más allá de la lentitud del presidente Trump para reaccionar a la pandemia. “La realidad es que no hay suficientes –le explica al New York Times Andreas Wieland, CEO de la empresa Hamilton Medical en Suiza, una de las más grandes fabricantes de ventiladores–. Italia quería ordenar 4.000, pero no hay posibilidad de mandárselos, enviamos alrededor de 400”. Han tenido que contratar más empleados, pero no dan abasto.
Frente a este panorama, un equipo de ingenieros en Maryland creen que pueden ayudar a los hospitales a salvar miles de vidas al darles un nuevo propósito a los extractores de leche viejos. Brandi Gerstner, su esposo Grant Gerstner, Alex Scott y Rachel LaBatt descubrieron que reversar la succión del aparato lo convierte en una especie de ventilador.
“Un extractor trabaja a partir de intervalos pulsantes –explicó Brandi a The Bay Net–. Es un aparato biomédico que se puede desinfectar y que ha sido aprovado por la Administración de Alimentos y Drogas (FDA por sus siglas en inglés). Sabemos que son confiables, ya que han sido usados por madres en diferentes lugares por décadas. ‘¿Qué tal si hiciéramos que soplen en lugar de que absorban?’, me pregunté. Así que saqué el mío del sótano, cogí un destornillador y un cuchillo. Descubrí que se puede transformar de una manera muy, muy sencilla”.
De acuerdo con el New York Times, un ventilador computarizado puede llegar a costar hasta 50.000 dólares, pero el aparato creado por este equipo podría tener un valor de 500. El siguiente paso que darán estos ingenieros será pedirle a un neumólogo que lo estudie, de tal forma que puedan tener acceso a un laboratorio de simulación biomédica y, eventualmente, consigan la aprobación de la FDA.
“Lo maravilloso de encontrar en los extractores de leche una solución potencial, es que muchos de ellos se pueden encontrar gratuitamente en los clósets y los depósitos de muchas mamás”, asegura Brandi.
Lograr patentar la idea requiere tiempo y trabajo, pero no están dispuestos a darse por vencidos. “Estoy muy esperanzada en que encontremos los colaboradores adecuados en la comunidad biomédica para que el diseño sea validado y replicado tan rápido como sea posible –dice Brandi–. Nuestra creación podría llegar muy pronto a un laboratorio de simulación biomédica y a los hospitales”.
FUENTE: EL ESPECTADOR