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diciembre 30, 2019

La revolución en el Líbano tiene rostro de mujer


Mientras se desarrollaban las protestas en contra del gobierno y la clase política libanesa se abrió un espacio para cientos de miles de mujeres, que aprovecharon las protestas para elevar su voz y reclamar mayores derechos.

Un monumental rechazo a un impuesto que gravaba el uso de plataformas tecnológicas, sumado al hastío de los libaneses por la corrupción y la clase política que los gobierna, movilizó a cientos de miles de personas a las calles el pasado mes de octubre.

Después de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes, el gobierno retiró la propuesta del polémico impuesto, pero las movilizaciones no cesaron. La renuncia del primer ministro, Saad Hariri, tampoco calmó a la calle. De hecho, conforme pasaron los días, las mujeres fueron quienes se apersonaron de la protesta, exigiendo no solo reformas políticas y económicas, sino también tener mayor participación en un sistema político que consideran sectario y corrupto.

No hizo falta mucho. Con una patada en la entrepierna a un guardaespaldas de un ministerio, armado con un rifle automático, una joven se convirtió en pocas horas en el símbolo de las protestas. La patada quedó inmortalizada en pósteres colgados en los muros de las redes sociales como un ataque directo al patriarcado árabe.

Y es que como al resto de ciudadanos, a las mujeres les sobran motivos para sumarse a la revolución. Son más de la mitad de los 4,5 millones de habitantes del país y se manifiestan doblemente oprimidas por el régimen, que se guía bajo los preceptos musulmanes, que desde el fin de la guerra civil libanesa las ha relegado a ser ciudadanas de segunda clase, siempre bajo la tutela legal de sus progenitores o esposos.

Si bien Líbano se caracteriza por ser uno de los países árabes más progresistas en cuanto a la equidad entre hombres y mujeres, la mayoría de las libanesas siguen dependiendo económica y socialmente de sus esposos o progenitores. Por lo tanto, tienen menos del 60 % de los derechos otorgados a los hombres, según la cifra planteada por el Banco Mundial en un estudio que data de 2019, titulado “Mujeres, negocios y derecho”.

Mujeres con velo, otras con tirantes, unas jóvenes, otras no tanto, adolescentes o mujeres embarazadas son las que se han tomado las calles de Líbano para protestar en contra de un sistema que no hace valer sus derechos. Las mujeres piden que los padres no puedan casar a sus hijas de nueve años como permite la ley. También solicitan que puedan transmitir la nacionalidad a sus hijos si se casan con hombres extranjeros y un matrimonio civil con igualdad en derechos de herencia, divorcio o custodia de los hijos. 

Otro punto importante es el de la participación política. Si bien el sistema de gobierno que se instauró después de 1990 -en el que se le dio igual representación a cada grupo religioso del país- trajo la paz, el papel de la mujer era mínimo. Y aunque en los últimos años han ganado en representación con algunos ministerios, las mujeres de Líbano concuerdan que no es suficiente. Por esa razón, manifiestan, seguirán en las calles. 

FUENTE: EL ESPECTADOR


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