noviembre 19, 2019
También murieron y resultaron heridos menores de edad en bombardeo contra alias Cadete
Christian Leonardo, de 16 años, fue uno de los muertos. Fue sepultado en Cartagena del Chairá. Varios más salieron heridos, algunos con amputaciones. Esta es la historia.
Puerto Rico (Caquetá). Eran unos 350 guerrilleros y regresaban de un campo de entrenamiento, situado entre Putumayo y Caquetá, después de terminar el curso de combatiente. El comandante alias Rodrigo Cadete envió a distintas comisiones a la mayoría de muchachos y dejó a medio centenar en su campamento, todo según declaraciones de campesinos a SEMANA, recabadas en la región de donde partieron algunos menores de edad.
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Improvisaron un baile y cuando se encontraban en medio de la parranda, les sorprendió un bombardeo. En la noche del 2 de febrero de este año, las Fuerzas Militares abatían al citado jefe guerrillero, de nombre Edgar Mesías Salgado, en zona rural de San Vicente del Caguán, entre los ríos Camuya y Yarí. Meses atrás, una de las piezas clave en el engranaje de Gentil Duarte y quien fuera comandante del Frente 27, había abandonado el proceso de paz para asumir la misión de organizar las disidencias de las FARC-EP en el Caquetá y otros departamentos selváticos.
Dada el creciente número de niños que reclutan la nueva organización armada, cuyos papás no suelen denunciar por miedo a represalias, cayeron varios menores de edad junto al jefe de la banda criminal. Christian Leonardo J., uno de los adolescentes que murió, residía en la vereda La Chipa, del municipio de Puerto Rico, uno de tantos fortines de las nuevas FARC-EP. De dicha localidad y de caseríos de los alrededores, intentan captar adolescentes para engrosar sus filas.
Los militares remitieron los restos de Christian Leonardo, de 16 años, a Medicina Legal de Villavicencio, a donde fueron a recogerlos sus familiares. Fue sepultado en Cartagena del Chairá, su pueblo natal, dos semanas después del fallecimiento. Dada la situación que vive la zona, SEMANA prefiere no dar más detalles, solo anotar, conforme a lo que narraron los vecinos, que fue un adolescente tranquilo, bueno, apegado a su familia, que trabajaba en el campo con su padre y, que por alguna razón desconocida terminó en las disidencias.
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Con frecuencia los padres intentan oponerse a los deseos de los jóvenes, atraídos por las armas y las promesas de una vida que consideran lujosa -moto, buen celular, plata para trago y para conquistar jovencitas bonitas- y que rara vez se pueden permitir. Pese a sus desvelos, casi nunca logran llevarlos de vuelta al hogar.
Además de los fallecidos, otros pequeños, en un número que no pudimos concretar pero que no sería inferior a diez, quedaron heridos, algunos con amputaciones en sus miembros. Los propios guerrilleros que salieron ilesos del bombardeo los trasladaron a casa de campesinos para los primeros auxilios. Querían evitar que el país conociera que siguen con la política de reclutar niños y entrenarlos para la guerra que aprendieron en el seno de las antiguas FARC. De ahí que no los remitieran a centros médicos y los atendieran con los medios a su alcance.
Ante la falta de recursos en los pésimos centros de salud de las veredas, a algunos pequeños les aplicaron Lepecid, antiséptico y larvicida para el ganado que desinfecta y ayuda a cicatrizar heridas de animales. Después los llevaron a algún lugar escondido donde recibieran atención médica de profesionales que suelen trabajar a su servicio en la clandestinidad.
Las Fuerzas Militares, por su parte, recuperaron a cuatro menores de edad en la operación militar – Yamile G., y Anderson Steven, ambos de 16, además de Diego Stiven C, y Andrés V, de 17 años-, y los pusieron a disposición del ICBF.
“No va a parar el reclutamiento”, afirma rotunda una docente de Puerto Rico. Familias desestructuradas, abuso sexual en el propio hogar, caseríos alejados de todo progreso, poblaciones sin ningún entretenimiento infantil ni juvenil, ausencia de horizontes vitales, pésima educación escolar, cultura que promueve entre las adolescentes “buscar marido” para que las mantengan, pasión por las armas, figuran entre el amplio abanico de razones. Y mientras las disidencias FARC-EP armen y entrenen niños para matar, resultará difícil evitar que caigan en los combates con la Fuerza Pública.
Cabe recordar que la muerte de alias Cadete propició el arribo al Caquetá de alias Gildardo Cucho, otro alto mando de Gentil Duarte, clave para engrandecer las disidencias que tienen azotado al Caquetá. También le dieron de baja en un bombardeo en el que perdieron la vida ocho niños.
FUENTE: SEMANA