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octubre 11, 2019

Aldeas de reconciliación: lecciones de Ruanda para la paz en Colombia


La cuarta historia de La Aldea nos muestra cómo en Ruanda, un país donde la guerra dejó más de ochocientas mil víctimas, se ha trabajado en un proceso de reconciliación y reparación entre víctimas y victimarios para lograr una convivencia pacífica entre los grupos étnicos, hutus, twa y tutsis.

El clima de tensión en Ruanda inició en el siglo XVI entre los tres principales grupos étnicos: hutus, twa y tutsis, y se acentuó durante los sucesivos periodos de colonización alemana, belga y francesa, entre los siglos XIX y XX. El genocidio ruandés se desató a partir del 7 de abril de 1994 cuando el presidente de Ruanda, de origen hutu, sufrió un atentado. Un grupo radical de hutus culpó a miembros de la etnia tutsi del asesinato, lo cual desencadenó el exterminio en masa. Fueron cien días de una matanza en los que murieron más de  ochocientas mil personas.

Luego del genocidio, la reconciliación del pueblo ruandés ha sido difícil, ya que muchas de las medidas de reparación han beneficiado más a las víctimas de origen tutsi y han ignorado sus actos violentos cometidos hacia los hutus. Algunas de las medidas de reparación fueron las aldeas de la reconciliación, impulsadas por el gobierno de Paul Kagame, actual presidente de Ruanda, en donde víctimas y victimarios han intentado refundar las bases de la confianza reparando los daños y las heridas tanto materiales como emocionales.

Catalina Buitrago, profesora de Ciencias Sociales e investigadora de ClickArte, explica que una de las lecciones que deja la investigación del conflicto ruandés es que se debe procurar una reconciliación cuidadosa. “En el proceso de reparación debe existir igualdad entre todos los que son considerados víctimas para que no se abran nuevos ciclos de venganza y nuevas heridas. Es una lección que nos muestra que un proceso de reparación debe ser a mediano, corto y largo plazo para que los ciclos de violencia disminuyan“.

La tensión en Ruanda incrementó debido a la desigualdad que impusieron los colonos alemanes, belgas y franceses. Los belgas buscaban tener una mejor relación con los tutsis, les daban beneficios que no les daban a las otras etnias. Esta situación fue una de las razones del origen del conflicto en Ruanda.

El papel que juegan los medios de comunicación en esta cuarta historia es muy importante. En La Adela, en medio de sus debates y discusiones, las guacamayas empiezan a generar un ambiente de odio y polarización entre los habitantes de la comunidad. La radio de las Mil Colinas, una emisora de radio ruandesa que transmitió durante el genocidio, entre el 8 de julio de 1993 al 31 de julio de 1994, estaba controlada por hutus radicalizados. Este medio era una atmósfera de racismo en el que se representaba a los tutsis como usurpadores y les deseaban la muerte.

En Ruanda se dio un proceso de justicia transicional en el que se reconocieron a todas las víctimas antes de un proceso de reparación. “Se deben considerar todas las dimensiones de violencia, no solo los casos emblemáticos sino también a quienes fueron silenciados para que el proceso de reparación no abra nuevas heridas y busque sanar. Esto debe ser clave en el proceso de transición que vive Colombia y es lo que quisimos ilustrar en este capítulo de La Aldea“, cuenta la docente.

Las aldeas de reconciliación son un lugar en el que víctimas y victimarios han intentado recuperar la confianza reparando los daños que deja una gran guerra, intentando vivir en comunidad”, concluye. 

¿Lograrán solucionar sus conflictos los habitantes de La Aldea? ¿Qué pasará en el siguiente capítulo?  Encuentre el siguiente fascículo cada viernes de forma gratuita junto a la edición impresa de El Espectador, hasta el próximo 8 de noviembre.

Esta es una iniciativa creada por Colombia2020 y ClickArte con el apoyo de la Embajada de la Unión Europea, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), y la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados (Acnur).

FUENTE: EL ESPECTADOR


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