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octubre 4, 2019

Mujeres en la iglesia católica, una mayoría sin voz


Decenas de monjas y otras servidoras de la Iglesia católica se reunieron en la Biblioteca Vallicelliana, ubicada en la vía principal que conecta al Vaticano con el centro de la ciudad, para denunciar que aunque superan en número a los hombres, no tienen el mismo estatus que ellos. ¿Por qué?

A la protesta llegaron religiosas de todo el mundo y mujeres muy activas dentro de la Iglesia, pero invisibles. Están cansadas de servir en silencio, soportando en muchas ocasiones abusos físicos, sexuales y verbales por parte de algunos miembros de la iglesia católica. Y están dispuestas no sólo a evidenciar el machismo, también quieren conquistar espacios de libertad dentro de la comunidad.

Todos los clubes eclesiásticos son exclusivos para hombres y están cerrados con candado para ellas: el cardelanato, el episcopado, el sacerdocio y hasta algunos ministerios laicales como el diaconado. Monjas que se han unido a la protesta cuentan que hay incluso obispos que prohíben a las monaguillas. ¿Qué pasa? Para explicar la situación, muchas hablaron de uno de los máximos honores de la iglesia, que es ser parte de los Doctores de la Iglesia, un honor dominado por los hombres, pues de los 34 doctores, solo hay cuatro mujeres: Santa Teresa de Ávila, Santa Catalina de Siena, Santa Teresita de Lisieux y, gracias al papa emérito Benedicto VI, la monja alemana Hidelgarda de Bingen.

Los números son contundentes para respaldar una mayor participación de la mujer en la Iglesia: de acuerdo con Voces of Faith (Voces de Fe) la organización que convocó las manifestaciones, «las religiosas superan en número a los hermanos, casi 10 a uno». Y si se revisan los cuadros católicos, ellas son mayorías: 61 % son mujeres organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39 % de hombres (sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos). Eso sin hablar de los fieles, pues cerca del 70 % de las personas que acuden a misas y otros eventos católicos son mujeres. Entonces, ¿por qué ellas no tiene un papel más activo?

«La Iglesia Católica está afrontando una crisis, una nueva generación de católicos está cuestionando la jerarquía de la Iglesia y su respuesta a un mundo que cambia y a los problemas que emergen, como el abuso sexual y de poder», denuncia Voces de Fe, que exige la plena igualdad. A este reclamo se unieron la catalana Teresa Forcades y Doris Wagner, teóloga y exmonja alemana que sufrió abusos por parte de un sacerdote que luego se convirtió en algo cargo de la Santa Sede (justo del departamento que investiga estos delitos).

Ellas quieren que les expliquen y por eso eligieron alzar sus voces en la Biblioteca Vallicelliana de la plaza della Chiesa Nuova de Roma, justo a las puertas del Sínodo de la Amazonia, que comienza el 6 de octubre, y en el que participarán mujeres, pero que serán marginadas de las decisiones finales, porque «no tienen derecho a votar en estos sínodos».

Un sínodo para alzar la voz

A partir del próximo domingo y hasta el 27 de octubre, se celebrará el Sínodo de la Amazonia, para abordar los problemas del Amazonas, entre otros temas. De acuerdo con papa Francisco, «la idea es encontrar nuevos caminos para la evangelización de este Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin perspectivas de un futuro sereno, también debido a la crisis de la foresta Amazónica, pulmón de capital importancia para nuestro planeta».

Un encuentro que se le convirtió en un verdadero calvario a Francisco, pues no sólo está siendo condenado por el ala conservadora de la Iglesia católica, que señala que es un encuentro que niega la existencia de Dios, sino que se convirtió en una inesperada plataforma para discutir los derechos de las mujeres y el celibato.

En el documento de trabajo, entregado por el Vaticano, Francisco plantea dos puntos que tienen a los religiosos ultraconservadores con los pelos de punta: la ordenación sacerdotal para hombres casados y ancianos de comprobada fe para poder garantizar los sacramentos en las zonas más aisladas del mundo. Y aquí viene el que ha sido tachado como herejía: «Estudiar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan las mujeres en la Iglesia amazónica».

Desde que llegó al trono de Pedro, el 13 de marzo de 2013, Francisco propuso abrir poco a poco la puerta a las mujeres en la iglesia, incluyéndolas en puestos relevantes en la curia y aumentando su peso en la toma de decisiones. Pero nada de eso se ha concretado.

«Él es sensible a la subordinación de las mujeres en la Iglesia y en el mundo, un problema que denuncia vigorosamente», afirma la científica y teóloga feminista india, Astrid Lobo Gajiwala, Y es que pese a haber nombrado a mujeres laicas o religiosas para algunos puestos de autoridad en El Vaticano, Francisco sigue la tradición católica-romana que prohíbe la ordenación de mujeres pese a la grave falta de sacerdotes.

El Sínodo será un escenario polémico. Zuzanna Flisiowska, directora de Voces de Fe, una organización que lucha por promover el rol de las mujeres dentro de la Iglesia, aseguró que «hay 180 padres sinodales con derecho a voto y ninguno es mujer y esto refleja cómo las mujeres estamos excluídas de las discusiones sobre el futuro de la Iglesia y más aún en un sínodo sobre una región, la Amazonia, donde, como indica el documento preparatorio, el rol de las mujeres, laicas y religiosas es crucial para la fe».

En el Sínodo por la Amazonia participarán 20 religiosas; por primera vez algunas fueron designadas consultoras de la secretaría general y otras expertas y auditoras, pero de voto, nada. Flisiowska agrega: «¿Por qué las hermanas religiosas, que representan el 80 % de los consagrados y cuyas superioras tienen el mismo estatus que sus hermanos superiores, no tienen derecho a voto?, esto no es justo».

Se quejan también de reuniones organizadas para debatir temas femeninos en los que no hay mujeres. Como el que planea la iglesia alemana para hablar de sacerdocio femenino y celibato. Nadie las invitó a participar.

Los pecados contra ellas

Las mujeres han vivido años de abusos en silencio. En febrero de 2019 el Papa reconocía la existencia del problema de abuso, y la demora en abordarlo. El suplemento femenino del diario vaticano «L’Osservatore Romano» dedicó su número de febrero al caso de los abusos sexuales y de poder a las religiosas, y su directora, Lucetta Scaraffia, pidió a la Iglesia no ignorar esta situación de opresión hacia la mujer.

«El papa Benedicto XVI tuvo la valentía de clausurar una congregación femenina que tenía cierto nivel porque había entrado en esta esclavitud, incluso sexual, por parte de clérigos o por parte del fundador. A veces es el fundador el que les quita la libertad a las monjas», dijo Francisco. Y concluyó que quería seguir trabajando contra los abusos a las religiosas».

Meses antes, el mismo suplemento femenino del diario vaticano había destapado otra olla podrida. Varias monjas se quejaban del papel al que habían sido reducidas. «Algunas hermanas, empleadas al servicio de los hombres de la Iglesia, se levantan al amanecer para preparar el desayuno y se van a dormir una vez que la cena se ha servido, con la casa en orden, la ropa lavada y planchada…», describía la hermana Marie, que llegó a Roma desde África hace veinte años.

«En ese tipo de servicio, las hermanas no tienen un horario preciso y reglamentado, como en el mundo laico, y su retribución financiera es aleatoria, a menudo muy modesta», denunciaba. «¿Es normal que un consagrado se haga servir de esta forma por otra consagrada?», se pregunta la hermana Marie, al constatar que las mujeres se dedican casi sistemáticamente a las tareas domésticas en el universo de la Iglesia. Esta situación, muy arraigada, ha provocado «una rebelión interior muy fuerte» en ellas y «muchas heridas». Todo esto bajo la dirección de la editora Scaraffia, quien meses después renunciaría por «diferencias en la línea editorial».

«Sufro y les digo la verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no de servicio. Veo mujeres que hacen cosas de servidumbre y no de servicio», repitió el pontífice en el discurso a los participantes en la convención celebrada con ocasión de los 25 años de la carta apostólica «Mulieris Dignitatem» de Juan Pablo II sobre la mujer. «El Papa argentino tiene una visión más bien intuitiva sobre las mujeres, que no obedece a ninguna ideología», agregó Gajiwala, asesora de conferencias episcopales en Asia.


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