Menú

Entérate

octubre 3, 2019

Voces valientes, un libro para reivindicar a las víctimas del conflicto armado


El libro nació como una compilación de crónicas sobre historias que Paola Andrea Gómez Perafán ha encontrado en sus 22 años como reportera. Son 17 crónicas que ha publicado en el diario El País, entre 2016 y 2019 que, según ella, “son una sola historia: nuestra historia”. A inicios de este año, en una conversación con María Fernanda Penilla, directora de la Biblioteca Departamental, insertaron la publicación dentro del Museo Virtual de la Memoria del Conflicto en el Valle. Dos de las historias las escribió este año, una de ellas titulada ‘Así les cambió la vida el secuestro de La María’, en homenaje y reconocimiento a las víctimas de este hecho, al cumplirse 20 años del plagio masivo.

Paola está convencida que es necesario que los periodistas estén siempre alertas y sensibles para develar las historias que merecen ser contadas a profundidad. Y resalta que aún es posible encontrar miradas diferentes para contar lo que nos ha pasado como país, como región. Es una forma de hacer periodismo para la memoria.

Voces valientes ya está en las bibliotecas públicas de Cali y del Valle como un aporte a la memoria de la región. El lanzamiento ocurrió el 7 de septiembre en el Festival de Literatura ‘Oiga, mire, lea’, pronto estará en la Feria Internacional del Libro de Cali, donde le harán presentación oficial el 16 de octubre en el auditorio Cali Lee a las 5:30 p.m. Y pronto estará en la Librería Nacional. Pero la misma Paola decidió imprimir unos por su cuenta y los vende de manera cálida y artesanal.

¿Cómo elegir a los protagonistas de las crónicas?

Hay muchas historias de mujeres, pero también hay de hombres. Y les elegí porque sus propias historias reflejan lo que ha pasado con un conflicto de múltiples cabezas que ha vivido el país, pero centrado en nuestro caso regional. Y porque tienen una historia de valor tan grande, que en sus testimonios nos permiten vislumbrar su humanidad. Eso es lo más valioso. Al final este libro no es mío sino de ellas y ellos. Por ejemplo, en el Capítulo I, titulado Mujeres Invencibles, está la historia de Esperanza, desplazada, secuestrada, abusada sexualmente… sobreviviente, valiente y capaz de levantarse para ayudar a otras mujeres como ella. Está la historia de Cristina y Ángela, las sicólogas que curan las heridas de las mujeres víctimas de violencia sexual en la guerra. Va también el testimonio de cuatro mujeres del programa ‘Yo no parí para la muerte’ del Distrito de Aguablanca, que perdieron a sus hijos en las guerras urbanas. A una de ellas le mataron a sus dos hijos el mismo año y es capaz de renacer y decir que no quiere hablar de rencor si no de esperanza. La historia de Marly, Bernate, que pese a la adversidad se hizo policía y se convirtió en defensora de las mujeres víctimas de violencia de género.

¿Y las historias de los hombres?

El segundo capítulo se titula ‘Un perdón poderoso’ y cuenta, por ejemplo, la historia del sargento César Augusto Lasso, ‘el secuestrado que perdonó 70 veces 7 a las Farc’. Trece años, cinco meses y un día en cautiverio, y hoy sigue en la institución y propicia encuentros de perdón entre sobrevivientes y exvictimarios. Y la historia de Sebastián Arismendy, el hijo del diputado Héctor Fabio Arismendy, uno de los asambleístas asesinados por las Farc en cautiverio, quien cuenta sobre su cara a cara en La Habana donde les dijo a los miembros del secretariado que los quiso matar por haberle robado a su papá, pero que ya los perdonó porque no quiere vivir con ese odio en su corazón y sigue trabajando como universitario en grupos de construcción de país. Y aparecen otros protagonistas, como los ‘Artistas de acero’:  Juan Daniel Otoya, un pintor que recrea a través de su obra ‘Pintar para no olvidar’, la memoria del secuestro en la Iglesia La María, que vivió a sus 11 años. Y Elena Hinestroza, una mujer dulce y hecha a pulso, que tuvo que huir de su Timbiquí natal y que a través del currulao le canta a la paz.

También están los testimonios de un exguerrillero del Sexto Frente de las Farc y una exenfermera de los paramilitares que cuentan cómo se enfilaron en estos grupos y cómo se reintegraron a la sociedad. La historia de El Arenillo, una vereda de Palmira que es un caso exitoso de reparación colectiva en Colombia, luego de haber estado confinada por las autodefensas; la del policía de antinarcóticos Pablo Romero que hoy contribuye a encontrar a otros policías para dar testimonio en Justicia y Paz; la de Alex y Paula Santa a quienes las autodefensas les asesinaron a su padre en el centro del Valle y ellos crearon una organización de víctimas, mucho antes de que existiera la Unidad de Víctimas. Y Fabiola Perdomo, una de las voceras nacionales de las víctimas, esposa del diputado Juan Carlos Narváez, que incluso estuvo en la entrega del Nobel en Oslo, junto a Santos y a otras víctimas reconocidas, y quien dice que se sintió reparada el día que se hija volvió a sonreír. Al final, todas esas historias juntas dan testimonio de lo que nos ha pasado en las décadas recientes y aportan a la verdad, con la fuerza de sus Voces Valientes.

¿Qué lecciones le dejó escribir este libro?

Muchísimas porque puedo recordar en cada una de las voces del libro una lección de vida, porque me asombran con su capacidad de resiliencia y de lucha, no importa en qué estrato se encuentran, son asombrosas. Y se han sentido reparadas con este libro, de alguna manera, porque es un homenaje a su valentía y porque son sus relatos, nítidos y profundos, los que nos cuentan lo que ha pasado. A veces somos insolidarios y ausentes frente a la realidad del otro, esa es otra gran lección que nos deja este trabajo. Como reportera puedo comprobar que no hay nada más importante que la humanidad, que respetar al otro, dignificarlo y que cuando tenemos causas -en mi caso las historias humanas, la equidad de género, entre otras- eso al final se refleja en lo que hacemos y escribimos. Además, el libro ha tenido una bella acogida en quienes lo leen porque se sorprenden de que todo eso haya pasado y de cómo ese puñado de voces se reconstruyen y renacen.

FUENTE: EL ESPECTADOR


Más Noticias