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septiembre 20, 2019

Tres mujeres líderes por la acción climática viajan a Nueva York


A propósito de la Cumbre sobre la Acción Climática, tres mujeres colombianas presentarán sus iniciativas productivas y de aporte a tres regiones del país: Montes de María, Llanos del Yarí y Mesetas.

Los últimos cuatro años han sido los más calurosos de la historia y las temperaturas invernales del Ártico han aumentado 3° C desde 1990, advirtió las Naciones Unidas este año. El cambio climático cada vez se siente más en todas partes del mundo, principalmente en territorios donde aún hay bosques vírgenes y nacederos de agua, muchos de ellos el caparazón de la Amazonia colombiana que, hoy más que nunca, sufre los efectos de la deforestación.

La alarma es mundial y por eso 195 países firmaron el Acuerdo de París en 2016, que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Un tema que volverá a estar en la opinión pública este 23 de septiembre, cuando se realice la Cumbre sobre la Acción Climática de las Naciones Unidas, un escenario que estará enmarcado por la participación activa de la sociedad civil con sus iniciativas para afrontar la crisis climática.

“Los ecosistemas saludables están en el corazón del desarrollo y son la base del bienestar social, el crecimiento económico y la paz. Las soluciones basadas en la naturaleza, como las que presentarán las comunidades locales en Nueva York son la estrategia más efectiva para que, en un trabajo conjunto entre las comunidades, el gobierno, la sociedad civil, el sector privado y cooperación internacional construyamos territorios en paz, resilientes al cambio climático y a los desastres, y adoptemos modelos económicos verdes y que puedan dar trabajo a miles de personas en el sector de la silvicultura, la agricultura, la pesca y el turismo”, dijo Jessica Faieta, representante residente del Pnud en Colombia. 

En el caso de Colombia, tres mujeres, líderes sociales, dos de ellas que viven en la puerta de la Amazonia, presentarán sus iniciativas comunitarias con las que están sembrando oxígeno, protegiendo los riachuelos y reforestando los bosques nativos. Ellas son Carmen Rodríguez, Raquel Espinosa y Jenifer Martínez, quienes además vivieron la guerra de frente en esos territorios, y aunque aprendieron lecciones de ella, no quieren repetirla. Estos son los emprendimientos que presentarán este domingo 22 de septiembre a varios países del mundo, a quienes les mostrarán cómo la paz de Colombia también está impactando en la conservación de la naturaleza en los antiguos campos de batalla.

Montes de María: después de la guerra, recuperando las semillas del bosque seco

La organización de Carmen Julia Rodríguez Correa se llama Asomodepas. Nació en 2003, cuatro años después de que tuviera que salir de la zona rural de San Jacinto (Bolívar) hacia el casco urbano. Las balas de la guerrilla y los paramilitares la hicieron temer por su vida y las de su familia, y por eso tomó esa decisión que implicó dejar sus tierras y perderlas.

Allí vivía alrededor de las tradiciones campesinas de la región de los Montes de María. Las semillas nativas del ñame y el fríjol aún estaban entre su dieta alimenticia y las sequías no eran tan fuertes y constantes como ahora, comenta esta líder social. A lo largo del tiempo en que estuvo por fuera de su vereda se convirtió en una de las líderes de la organización, que la conforman 50 familias, con quienes construyó un laboratorio de semillas nativas de su región. Recuperaron las variedades de ñame (morado, blanco, espino amarillo y mestizo) que siembran en su vereda desde hace cinco años, cuando por fin cesó la violencia y pudo retornar junto con su familia. 

También hicieron semilleros de árboles y luego los plantaron en las orillas de las quebradas. Después intercambiaron semillas con otros productores de la región y concluyeron que este es un verdadero impacto al cambio climático que vive esta zona estratégica donde aún se conserva el 8 % del bosque seco que tiene el país. 

Dichas semillas, tanto las del bosque como las nativas de los alimentos, tienen etapas de producción particulares para esa zona, así como, explica Carmen, un tipo de fríjol puede darse en 40 días, otro, antes de que empiece el verano, etc. “Esas son semillas muy interesantes, teniendo en cuenta que este país se va a enfrentar a más extremos climáticos y estas semillas podrán ser usadas para garantizar, sobre todo, la alimentación de las comunidades a lo largo del año”. 

Ahora, con el apoyo del PNUD y Paisaje Rural, les están vendiendo las semillas a varios restaurantes de Bogotá, Cartagena y Medellín. Principalmente fríjoles negro y rojo, variedades de guandules y de ñame. El mensaje que lleva Carmen a la Cumbre es que desde los Montes de María “podemos producir alimentos no solo para nosotros, sino para el mundo. Sanos y de buena calidad”. 

Llanos del Yarí: sembrando oxígeno alrededor del Chiribiquete

 La iniciativa de María Raquel Espinosa está concentrada en la región de los Llanos del Yarí, la última puerta antes de entrar al Parque Nacional Natural Chiribiquete, a la selva profunda de la Amazonia colombiana. De esa zona se ha hablado mucho del fenómeno de la deforestación, por eso, en 2011, nació la Organización Ambiental de Mujeres Trabajadoras por el Desarrollo del Yarí, cuyo papel es proteger esta zona de amortiguación a través de la siembre de 32.000 árboles nativos. El objetivo principal, comenta María Raquel, es restaurar un corredor de 72.000 hectáreas, que conecta los bosques de los parques naturales Tinigüa y Chiribiquete.

“Si no lo hacemos nosotros, ¿quién más lo va a hacer? Hay que empezar a restaurar lo que está deforestado, porque como campesinos ya sabemos la importancia de tener el bosque nativo, árboles que se adaptan al cambio climático, pero que son de esta región. Nosotros conocemos que tal árbol es de la sabana o de la selva. Entonces, es muy importante hacer esa intervención en esta región, porque eso es lo que les va a dar vida a las nuevas generaciones en un futuro próximo”.

La organización está conformada por 60 mujeres, el proyecto tiene el nombre de “Paisajes productivos sostenibles” y cuenta con el apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) del Programa Paisajes Sostenibles de la Amazonia. A la fecha, los campesinos están sembrando árboles como perillo, ahumado, achapo, entre otras variedades que se adaptan a la sabana o a la selva. “La intención es promover que se usen semillas y frutos amazónicos para ser más amigable con el medioambiente. Porque vivimos en la Amazonia y la conocemos”, reitera la líder.

Ella no niega que en estas sabanas de los Llanos del Yarí ha habido históricamente deforestación por la ganadería extensiva. No obstante, hoy tiene un mensaje claro que lleva a Nueva York: “Estamos sembrando oxígeno y vida para la posteridad”.

Mesetas: construyendo un ambiente propicio para la paz



La iniciativa de Jenifer Martínez Murillo está ubicada en otra zona estratégica para la Amazonia colombiana: entre los municipios de Mesetas y Uribe (Meta), en medio de los ríos Guejar, Guayabero y Duda. Son los que descuelgan desde la cordillera Central y también desembocan en la vertiente del Amazonas.  Ella, junto con 70 campesinos y 30 exguerrilleros de las Farc, se juntaron para constituir una cooperativa que liderara el turismo comunitario en la zona.

Así nació el corredor ecoturístico “Paraísos ocultos”, que pretende conservar gran parte de las fuentes hídricas que nutren a los grandes ríos y, a la vez, abrir al público la maravilla de paisajes vírgenes que estuvieron ocultos por el conflicto que duró cinco décadas. Los municipios de Mesetas y Uribe fueron durante la guerra escenarios de confrontación entre tropas del bloque Oriental de las antiguas Farc y las Fuerzas Militares. “Los excombatientes han contribuido con esta información, pues hay sitios que ni los campesinos conocíamos”, dice Jenifer.

Este proyecto cuenta con el apoyo del gobierno noruego y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con el fin de mejorar la calidad de vida de  los habitantes de este antiguo territorio de guerra y proteger el planeta.

La relación entre turismo, naturaleza y conservación, explica Jenifer, consiste en que el primero es una oportunidad para ordenar el territorio. “En la medida en que se disponen unos corredores para el turismo se está decidiendo que dichos sitios se van a dejar quietos. Además, en el caso de “Paraísos ocultos”, esta es una ruta que está sobre  las fuentes hídricas, lo que nos lleva a cumplir con nuestro propósito principal: cuidar el agua”.

El mensaje que lleva a la Cumbre de Cambio Climático, afirma Jenifer, es de ella, los campesinos y los exguerrilleros: “Gracias a este proyecto hoy en día muchos pueden venir a visitar las maravillas que tenemos en nuestro territorio. Asimismo, somos los guardianes de los bosques que se extienden hacia la Amazonia colombiana.       

FUENTE: EL ESPECTADOR


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