septiembre 10, 2019
“La cadena perpetua no acaba con la violencia sexual”: experta mexicana
Julia Monarrez ha documentado el feminicidio y la violencia sexual en México durante 20 años. Hablamos con ella sobre la manera en la que se abordara la violencia sexual en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la idea de imponer la cadena perpetua a violadores de niños y el feminismo en su país.
Julia Monarrez estudia hace 20 años los feminicidios en Ciudad Juárez (México) y tiene la convicción de que el Estado y el machismo son los causantes de cientos de homicidios. Ella es profesora investigadora en el colegio de la Frontera en esa ciudad y llegó a Bogotá para participar en el Tercer Encuentro internacional de estudios críticos de las transiciones políticas, en la Universidad de los Andes.
La violencia contra las mujeres es gravísima en México. Una muestra de eso es la base de datos que Monarrez construyó en la cual ha documentado 1960 feminicidios en Ciudad Juárez desde 1993. Hablamos con ella sobre lo que ha concluido a partir de sus estudios: no cree que la cadena perpetua para violadores sea la solución, dice que en los casos de violencia sexual la reparación tiene que incluir a las comunidades y expone la necesidad de que quienes cometieron crímenes los reconozcan.
Colombia está en medio de un proceso de justicia transicional y los actores se han mostrado reacios a reconocer la violencia sexual contra las mujeres ¿Por qué los actores deberían empezar a reconocer eso?
Porque los daños que se hacen tanto en los conflictos armados como en los no armados son diferenciados sexualmente. Las mujeres son atacadas y violentadas en su sexualidad. La tortura sexual es un crimen contra la humanidad de ellas, no es algo natural. A veces se dice que es parte de esa biología de los hombres que necesitan satisfacer sus impulsos sexuales y por eso lo hacen, sobretodo en la guerra. No, las guerras y los conflictos hacen del uso de la violencia sexual una parte muy importante para el avance de los ejércitos. Avanzan en la intimidación de las poblaciones a través de la humillación y la desacralización de los cuerpos de las mujeres. Avanzan en la destrucción de las comunidades al destruir a esas niñas y a estas mujeres que son violentadas sexualmente. Es un crimen que debe reconocerse como una tortura sexual en contra de las mujeres, aunque no es exclusivamente en contra de ellas.
¿Y cree que ese reconocimiento podría sentar las bases de una paz más estable?
Como un elemento sí, porque finalmente las víctimas necesitan que el daño que les causaron sea reconocido como tal y como una violación a los derechos de su cuerpo. El cuerpo es el último baluarte, la última fortaleza que tenemos, que alguien se apropie y se adueñe de tu cuerpo para una serie de sevicias sexuales deja a las personas sin el último control que tienen. Entonces sí es importante que se le reconozca ese daño y que las comunidades sean acompañantes de estas mujeres para que no se repita.
Cuando se hacen las reparaciones, me parece importante no solamente reparar a las víctimas, sino también que la comunidad se haga cargo. Las comunidades también se reparan por los daños a las que han sido sometidas. Sin embargo, lo que se ofrece a la comunidad nunca debe ser mayor de lo que se ofrece a las víctimas.
¿Cómo una comunidad puede acompañar a una víctima de violencia sexual?
En primer lugar, prestando escucha atenta a lo que dice, pero también a lo que no dice, a sus silencios, a sus testimonios y a lo que no quiere testimoniar. No hacer señalamientos, como que esa es la mujer que ha sido violentada. Hay muchas formas de reparación, creo que cada una de las comunidades en un ejercicio de comunicación puede ir encontrando cómo lograr que las mujeres que han sido violentas sean otra vez parte de esa misma comunidad y que no sean señaladas.
La justicia transicional contempla que si se dice la verdad y se aporta a la reparación de las víctimas hay penas alternativas, incluso sin cárcel, para quienes hayan cometido delitos sexuales ¿Qué opinión le merece?
No sé cuáles serán esas penas alternativas de la JEP. Sin embargo, es una justicia alternativa. Lo que se ha visto a lo largo y ancho de nuestro mundo es que la justicia punitiva no pone un alto a la violencia que cometen los unos en contra de los otros u otras. Entonces, me parece que Colombia está en el proceso de explorar otras formas de cubrir a la víctima de justicia. Más allá de que el agresor diga la verdad, la pregunta es ¿Realmente está arrepentido? Son procesos muy complejos, tanto en la cuestión de decir la verdad como en el sentido de otorgar el perdón. Es un esfuerzo que se hace y desde mi punto de vista, creo que la justicia nunca, en ninguna parte del mundo, se otorga para satisfacción de nadie. O sea, cuando un daño se ha hecho es irreversible. Ahora, dentro del movimiento feminista se lucha para que la categoría de víctima no nos acompañe toda la vida, sino que logremos salir de esos procesos a una vida más amplia, más plena.
La Presidencia y algunos congresistas de Colombia están intentando instaurar la cadena perpetua para violadores de niños ¿Ese tipo de medidas sirven?
Definitivamente, no creo que sirvan. Es un modelo punitivo que en muchos países se está cuestionando. ¿Qué razón hay para tener a una persona confinada todo el resto de su vida? ¿Eso le permite a esa persona hacer una introspección sobre cómo fue socializado, cómo que le causó daño a la víctima y a una comunidad? Entonces, si ese agresor es confinado a cadena perpetua no evita que se sigan cometiendo violaciones en contra de las mujeres. Para que alguien haya llegado a violentar a una mujer tuvo que haber empezado con una serie de pequeños actos que se van incrementando cotidianamente y que de ninguna otra forma son sancionados, sino tolerados por la sociedad y por el Estado. La cadena perpetua para el violador no va a terminar con esta cultura de violencia en contra las mujeres. Debe haber un acto de justicia para la víctima, pero la cadena perpetua no.
¿Cuáles sectores se resisten a reconocer la violencia contra las mujeres?
Te podría decir que todos los sectores. El patriarcado, la socialización masculina, los privilegios que tienen los hombres no se dejan tan fácil. Estos privilegios van en detrimento de las mujeres porque ellas son mal pagadas. México es uno de los países de América Latina que tiene una brecha salarial muy dispar. Las mujeres tampoco pueden transitar libremente, como los hombres, en el espacio público. El feminicidio, tanto el que se comete dentro de la casa como fuera de ella, lo único que está avisando es que las mujeres pueden ser asesinadas en cualquier momento por hombres conocidos o desconocidos.
Podrías decir: bueno, el número de hombres asesinados es mayor al de las mujeres. Sí, pero las mujeres son asesinadas por los hombres y mayoritariamente. Los hombres son asesinados por los hombres.
¿Entonces usted afirma que estos privilegios que tienen los hombres, el patriarcado, sostienen al modelo capitalista?
Sí. Cuando una ve a lo largo y ancho del mundo las injusticias y los abusos que se cometen contra las personas, quienes más las padecen son las mujeres pobres, pero también los hombres pobres. Cuando una ve la cuestión de la migración, quiénes son los que se ven por forzados y forzadas a desplazarse, quiénes mueren en el intento son las pobres y los pobres. Son los más destituidos de la vida, eso no es algo nuevo.
¿Cuál es esa vinculación entre el modelo capitalista y el patriarcado?
Finalmente el modelo capitalista siempre tiene como su último objetivo la mayor ganancia que está sustentada en la explotación de las mujeres. El capitalismo no podría funcionar sin el patriarcado, sin estos hombres, que son los hombres blancos, heterosexuales, entre comillas cristianos, que dominan el mundo del capital, frente a hombres menos blancos y mujeres mayormente subordinadas. Si lo vemos en otros términos, son los países europeos y anglosajones los que hacen el extractivismo de nuestros recursos materiales y de la fuerza de mano de nuestros países.
¿Usted cree que el feminismo debe plantear también un cambio de modelo profundo?
Sí, lo he planteado. Lo que yo estoy diciendo no es de parte mía, sino de otras feministas que son marxistas. La discriminación de género es cultural y la cultura no está desvinculada de otros factores materiales que la sustentan.
¿Hacia dónde dar ese cambio de modelo?
Es una es una pregunta muy difícil. Tú podrías decir que el incremento de los salarios de las mujeres, pero lo que el feminismo ha pedido es una economía más justa, que no esté enfocada en la explotación de las mujeres y de los hombres. Esta forma de producción y de consumo que tenemos en este mundo no solamente afecta a personas, no solamente extrae la producción, no solamente están mal pagadas, sino que al mismo tiempo está deteriorando la tierra. El capitalismo hace uso irracional de los seres humanos, pero también de la tierra.
El 16 de agosto hubo unas movilizaciones en Ciudad de México en las que hubo violencia ¿Qué opinión le merece esa forma de entender la movilización?
La movilización se entiende con relación a qué es lo que se pide: la vida y la integridad. Eso tiene que ver con que en México diez mujeres son asesinadas por día, hay violencia sexual que se ejerce contra nosotras, tanto en las casas como fuera. Tiene que ver también con que las mujeres no pueden utilizar sin miedo los taxis o cualquier automóvil. Tiene que ver con el aumento de la desaparición forzada de mujeres, con la trata de personas y la esclavitud sexual. Tiene que ver también con el acoso y el hostigamiento en las universidades. Entonces este grupo de colectivos de mujeres muy jóvenes sale a defender su derecho a la vida. ¿Cuáles son los lugares que en los que ellas expresan ese descontento? El metro, porque allí estaban siendo secuestradas. Alguien que está pidiendo desde hace mucho tiempo justicia y no se da, ¿qué otros elementos le quedan? Además, cuando uno dice que por qué son tan violentas las mujeres, ahí están otra vez esos estereotipos según los cuales las mujeres somos muy dulces, muy sumisas y que debemo pedir las cosas con buenos modales. Hay unas mujeres jóvenes que están siendo violentadas y ellas quieren transitar el espacio público y privado en plena libertad.
FUENTE: EL ESPECTADOR