septiembre 10, 2019
Hablan los hermanos Uribe Noguera
Catalina y Francisco Uribe Noguera rompen su silencio después de que los absolvió un juez de tratar de encubrir el crimen de su hermano contra la niña Yuliana Samboní. Comentan la situación de Rafael en la cárcel, el veredicto y las implicaciones del caso, apelado por la Fiscalía.
SEMANA: ¿Cómo recibieron la sentencia?
Francisco : Con tranquilidad. Siempre hemos tenido la conciencia tranquila pues sabemos que a pesar del dolor de tener a un hermano envuelto en esa situación, hicimos todo lo correcto, colaboramos con la justicia y atendimos a Rafael.
Catalina: La sentencia confirmó que nuestro proceder fue correcto, el juez resaltó expresamente que gracias a nosotros el crimen se resolvió en menos de 24 horas. Nos sentimos reivindicados ante la justicia. Falta eso sí que esa parte de la opinión pública que nos prejuzgó, atacó y acusó entienda que fueron injustos, que casi destruyen nuestras vidas, sin que nosotros tuviéramos ninguna responsabilidad en el delito que cometió nuestro hermano, quien está condenado a cadena perpetua.
SEMANA: Ustedes fueron absueltos en primera instancia pero la Fiscalía apeló. ¿Qué opinan?
FR: Apelar es parte del trabajo de la Fiscalía, aunque en el juicio quedó demostrado que no cometimos ningún delito, que fuimos acusados de manera injusta. Nos acusaron de no colaborar con las autoridades y haber desinstalado la aplicación de WhatsApp del celular de Rafael. Gracias a nuestro abogado, Pedro Aguilar y a su equipo, quedó demostrado que en todo momento colaboramos con las autoridades, y gracias a nuestro apoyo se pudo resolver el caso.
“Mi hermano Rafael es el único responsable de la muerte de la niña, y está pagándolo con una sentencia que en la práctica es cadena perpetua”: Catalina Uribe Noguera
CA: Lo que hubo fue una presión pública inmensa en redes y en medios, que llevó a la Fiscalía a tomar decisiones y conclusiones apresuradas sin que existieran pruebas ni indicios para justificarlas. Nosotros fuimos quienes buscamos a Rafael, le avisamos a la Policía dónde estaba. Fuimos nosotros quienes llevamos a los investigadores al apartamento donde finalmente encontraron oculta a la niña, muerta. Por eso el caso se resolvió tan rápido. El juez lo confirmó en la sentencia de manera contundente, con pruebas y así confirmó nuestra inocencia. Nosotros nos hubiéramos podido desentender desde el primer momento de la búsqueda de Rafael, pero hicimos todo lo contrario, colaborar.
El pasado 09 de septiembre los hermanos Uribe Noguera fueron absueltos por un juez penal de Bogotá.
SEMANA: ¿Pero y la aplicación del WhatsApp eliminada?
CA: Nosotros desinstalamos WhatsApp, Facebook e Instagram por la gran cantidad de amenazas, insultos y groserías que nos llegaban minuto a minuto. Esta fue la única razón. Como dijo la Procuraduría en sus alegatos finales este caso nunca debió existir, “nació muerto”.
FR: Los mensajes que la Fiscalía afirmó que supuestamente borramos nunca existieron. Nuestros mensajes se referían a la situación angustiosa que estábamos viviendo. Eran mensajes propios de una situación extrema, de crisis e incierta. La Fiscalía encontró los mensajes y concluyó que faltaba información y que esta era la que debía incriminarnos. Pero el juez llamó la atención sobre este punto. Dijo que la Fiscalía partió de una suposición sin prueba y cuando revisaron los mensajes no encontraron absolutamente nada porque nunca pretendimos esconder a Rafael, ni ocultar pruebas, ni alterar la escena. Eso nunca se nos pasó por la mente.
SEMANA: ¿Han visitado en prisión a su hermano Rafael?
CA: Si, lo visitamos el pasado fin de semana por primera vez después de toda esta tragedia. Ya aceptamos que esto nos tocó. Parte del esfuerzo es reconocer que a mi hermano le toca vivir el resto de su vida en la cárcel, y que a nosotros nos corresponde acompañarlo como familia. No vamos a negar la realidad. Estamos acompañándolo en su castigo y en su proceso espiritual frente a lo que hizo. Él está muy mal, muy triste, deprimido. Visitarlo nos produjo un dolor inmenso. Y cuando se acabó el tiempo, despedirnos y dejarlo fue muy duro. La familia nunca más volverá a estar reunida, eso nos desgarra el alma.
SEMANA: ¿Qué respuesta les da Rafael cuando ustedes le han preguntado por qué lo hizo?
CA No tocamos ese tema aunque para nosotros es importante entender las razones que lo llevaron a ello. Es una cosa que él tiene que procesar internamente y parte de su condena es hacerlo.
FR: Yo no lo he visitado aún. Durante el juicio no era posible hacerlo porque una visita mía podía prestarse para suspicacias por parte de la Fiscalía y los medios.
Rafael Uribe Noguera / Archivo: SEMANA
SEMANA: ¿Ustedes perdonan a su hermano? ¿Cómo es la relación con él?
FR: Esta tragedia ha hecho que veamos la vida desde otro ángulo. Perdonar es no tener reclamos ni cuentas pendientes. Nosotros no podemos cambiar lo que ocurrió, aprendimos a aceptar las consecuencias de lo hecho por Rafael, tenemos que convivir con esa tragedia. La forma de seguir adelante es aceptar la realidad en vez de pelear contra ella. Parte de todo es aceptar la tragedia que nos acompañará el resto de nuestras vidas, pero desde el amor y no desde el odio.
CA: Además del perdón, para nosotros es muy importante entender qué ocurrió en la mente de Rafael para cometer ese acto. En la familia tenemos diferentes lecturas. Unos consideran que se debe profundizar en este tema porque podría contribuir a que la sociedad prevenga casos similares, en especial los relacionados con el exceso del consumo de alcohol y drogas cuando existen ciertas características de la personalidad. Aunque es controversial hemos visto que Rafael no era él mismo cuando asesinó a la niña, lo que no justifica en absoluto el crimen ni busca reducir su dimensión. Lo que es relevante es sacar una lección que permita deducir unas características de comportamiento que ayuden a evitar futuros casos similares. Estudiar, sacar lecciones, y aplicar nuevas políticas, es lo que le permite a la sociedad avanzar y erradicarlos. Por ejemplo, insistir en la lucha contra el exceso del consumo de alcohol y drogas, puede reducir las tasas de abuso y sus consecuencias.
FR: Creo que el alcohol y las drogas son un detonante de situaciones más profundas. Como sociedad tenemos que combatir la falta de espiritualidad, de conciencia, el materialismo, que hace que como seres humanos vivamos vacíos en una sociedad con tantos desequilibrios como la nuestra. El abuso de alcohol y de sustancias crea las condiciones para que en medio de ese vacío espiritual se llegue a situaciones como la de Rafael, y la de otros 20 mil casos anuales que ocurren en Colombia. Eso no se resuelve metiendo a los 20 mil responsables a la cárcel ni condenándolos a muerte.
SEMANA: Frente a la familia Samboní, ¿qué tienen que decir?
FR: Lo primero es que sentimos la pérdida, entendemos el dolor que significa perder una hija, es algo irreparable y devastador. Nunca pudimos expresar nuestros sentimientos hacia ellos ya que fuimos señalados por la Fiscalía casi como cómplices por auxiliar a un hermano en desgracia, y nos aplicaron en el tribunal de la opinión pública un delito que no existe: el delito de sangre. Hoy, cuando la verdad se conoce por el juicio y la sentencia podemos decir que cada familia, la Samboní y la Uribe Noguera, vive su propia tragedia a raíz del delito que cometió mi hermano.
CA Yo solo recalco que mi hermano Rafael es el único responsable de la muerte de la niña. Por ese hecho fue condenado y paga una pena de 58 años, es decir, cadena perpetua. Él ha pedido perdón a la familia Samboní varias veces por lo que hizo. Es algo que a todos nos marcó para siempre.
SEMANA: ¿Y qué le dirían a aquellos que los señalaron de tratar de encubrir a Rafael?
FR: Primero que todo tenemos que agradecer a todas las personas que con su solidaridad y su compasión nos han acompañado. Muchas se han acercado a manifestarnos que están con nosotros. Eso es algo que nos ha hecho ver una cara muy bonita de la sociedad colombiana frente a tragedias como la que generó mi hermano. El problema de juzgar es de quien lo hace, esa persona no parte de la compasión y del amor, sino del odio y al único que le hace daño es a él mismo. Hemos aprendido a no juzgar a los demás y a entender que “no hay peor juez que el que se cree justo”.
CA: Ojalá se abra un debate en los medios sobre la forma como juzgan y condenan a personas sin conocer los hechos y simplemente basados en información parcial, falsa, manipulada, amarillista o de cualquier tipo que se viraliza en las redes. En el afán de aumentar las audiencias, los ratings y los likes, atropellan y acaban con la dignidad, los valores, los principios y hasta la vida de muchas personas.
“Las declaraciones del fiscal general Néstor Humberto Martínez contra nosotros fueron desafortunadas”: Francisco Uribe Noguera
SEMANA: ¿Qué piensan del sistema judicial?
FR: En este caso creo que el sistema judicial actuó adecuadamente a pesar de las inmensas presiones que se generaron. El Juez se basó en las pruebas y con base en ellas profirió la sentencia absolutoria. Sin perjuicio de la forma como inicio este caso, consideramos que tanto la Fiscalía, la Procuraduría como la defensa se comportaron en forma leal, decente y respetuosa durante todo el juicio. Eso también lo recalcó el Juez en su sentencia.
SEMANA: ¿Cómo califica la actuación de la Fiscalía?
FR: Injusta. El caso se volvió un tema mediático nacional, gran parte de la indignación se trasladó contra nosotros por las desafortunadas declaraciones de la Fiscalía, en voz del propio Néstor Humberto Martínez. En los medios y las redes nos responsabilizaron de algo que no hicimos. Mucha gente reaccionó con rabia, violencia verbal, con sed de venganza. Perdimos nuestros trabajos. Yo tuve que salir de la firma Brigard Urrutia donde trabajé más de 18 años. Tuvimos que cerrar nuestra empresa familiar, nos tocó a todos cambiar de vivienda para protegernos, sortear la extorsión de oportunistas y enfrentarnos a la constante paranoia que genera la agresividad a través de las redes sociales. Vivimos bajo un acoso permanente. Ahora estamos reinventando nuestra vida profesional.
CA: Creemos que estas situaciones afectan a todas las partes por igual. El tsunami afectó a unos y otros sin distingos. A los Samboní, a nosotros y a la sociedad en general. Esto no fue un caso aislado, es un coletazo más de una sociedad que tiene desdibujado su norte moral. En Colombia hay más de 20 mil casos de abuso de menores cada año, esta es una enfermedad social que tenemos la obligación de combatir y superar desde la prevención. Tenemos que encontrar la causa para evitar que una y miles de personas pierdan la cabeza, la razón, dejen de ser ellos mismos, y cometan ese tipo de delitos que marcan para siempre.
SEMANA: ¿Hay alguna lección positiva?
CA: Esta experiencia pudo arrasar con nuestra familia. Gracias a Dios hemos contado con la compasión, la solidaridad y el amor de muchas personas, entre amigos y desconocidos que nos ayudaron a entender y superar. Debemos asimilar todo para seguir adelante y no dejarnos hundir. Obviamente buscamos ayuda profesional, tanto individual como colectivamente.
FR: Sobre todo, en estas situaciones extremas, afloran bajos sentimientos, culpas y enfrentamientos que amenazan las relaciones. En nuestro caso salió a relucir lo más importante: un amor infinito, una fe enorme y misericordia por aquellos que quisieron hacernos daño. La gente que odia solo se hace daño a sí misma. Solo amando al que nos insulta, podemos salir adelante, sin odio y sin rencor. Nuestra familia está más unida que nunca. Hemos aprendido enormes lecciones, por ejemplo, aceptar la realidad como es, asimilar el dolor y no permanecer en el sufrimiento.
SEMANA: ¿En algún momento creyeron que iban a ser condenados y que irían a prisión?
FR: En todo momento estuvimos tranquilos porque estábamos seguros de nuestra inocencia. Siempre tuvimos claro que actuamos conforme a derecho y en forma ética. Sin embargo, vivimos momentos de temor y de angustia cuando al inicio de todo esto ningún abogado quería aceptar nuestro caso. Incluso algunos me dijeron que hablara con mi esposa porque la Fiscalía iba a buscar meternos a la cárcel. Por cosas de la vida, nos recomendaron la oficina de Pedro Aguilar. Antes del interrogatorio de la Fiscalía él y su equipo nos entrevistaron para conocer nuestra versión. Después de casi ocho horas al final nos dijeron: “creemos en su inocencia y los vamos a defender como inocentes, aunque lo que se nos viene va a ser duro”.
SEMANA: ¿A nivel profesional y laboral como les cambió la vida?
CA: Nos tuvimos que reinventar. Perdí mi empleo porque cerramos la empresa familiar debido a las presiones y la estigmatización. No podía pedir trabajo ni tenía ganas de hacerlo. Decidí reinventarme cuando entendí que debía separar las consecuencias de lo ocurrido y entender que no tenía ninguna responsabilidad con los hechos y que más bien fuimos víctimas circunstanciales. Después de sufrir ese dolor tan intenso, la incertidumbre y angustia, me di cuenta que el cambio empezaba por mí. Debía fortalecerme como mujer, mamá y esposa. Entendí que yo tenía que seguir adelante con la responsabilidad frente a mi familia, mis hijas y mi esposo que me ha apoyado de manera incondicional. Había perdido mis ingresos y esto me hacía perder independencia. Ahora estoy trabajando un emprendimiento que promueve el estilo de vida saludable, va muy bien. Hoy soy una mujer mucho más consiente, fuerte e independiente. Cuando a una la acosan en las calles, en las redes, en los medios como lo hicieron con nosotros, cree que el mundo se le acabó. Pero eso no es cierto, siempre hay soluciones, alguna posibilidad, nuevas oportunidades y hay que buscarlas. Hay miedos que deja el proceso, que son difíciles de superar.
SEMANA: ¿Cómo cuáles?
CA: En esta época donde todo lo privado es público, volver a las redes, por ejemplo, me asusta. Soy incapaz de colgar algo que tenga que ver con mi vida, mis logros, mis sentimientos, mis actividades, porque me asusta las reacciones que puedan surgir. Me da miedo mostrarme. No soy responsable de lo que pasó, pero sí soy víctima de las mentiras, las falsas acusaciones y la imagen distorsionada que crearon de mí. Estoy en el camino de superar esos miedos y sacar lo mejor de mí en este nuevo emprendimiento.
FR: También estoy reinventándome. Tuve que salir de la firma Brigard Urrutia donde trabajé más de 18 años, fue mi primer golpe. Parte de la injusta persecución incluyó que me iniciaron un proceso para quitarme la tarjeta profesional de abogado. En ese proceso, como era obvio, también fui absuelto. Fue un momento muy duro porque en cinco segundos la carrera profesional que había construido durante 20 años se vino al piso. Alcancé a pensar que la profesión para mí había terminado. Pensé en que mis opciones laborales serían lejos del ejercicio del derecho.
SEMANA: ¿Y qué hizo, a qué se dedica?
FR: A pesar de este golpe, se acercaron muchas personas, clientes antiguos y nuevos, viejas contrapartes en algunos procesos legales, y me solicitaron que trabajara con ellos, lo que agradezco infinitamente. Así, empecé a descubrir que tenía opciones nuevas, que había otras formas de trabajar, una de ellas como abogado independiente. En este proceso y en todo lo que hemos vivido, mi esposa ha sido fundamental. No sé qué hubiera hecho sin su fortaleza y su apoyo incondicional. En estos dos últimos años cree mi propia oficina, tengo mis clientes y presto nuevos servicios. Descubrí una cantidad de facetas mías que antes desconocía. Soy más creativo, tengo mayor libertad y he aprendido a valorarla, he podido dedicar mucho más tiempo a mi familia. Ahora con la sentencia absolutoria se abren nuevas posibilidades que estoy estudiando, entre ellas la relación con mi antigua firma Brigard Urrutia. Después de este proceso, hay una frase con la que me levanto todos los días: la misma luz que enceguece al búho, enaltece al águila.
SEMANA: ¿Les preocupa que en la apelación se pueda reversar el veredicto?
FR: Estamos muy tranquilos. Las pruebas son muy sólidas: actuamos correctamente, no cometimos ningún delito. Ahora lo importante es que este episodio sirva para implementar políticas preventivas que eviten este tipo de delitos, que es de proporciones alarmantes. Este caso tuvo gran difusión por el tipo de protagonistas, pero debemos pensar más que en castigar en cómo prevenirlo. Hay que encontrar mecanismos para evitar situaciones similares en el futuro. No juzgar ni condenar antes de conocer los hechos. Impedir que el odio y el resentimiento marquen las acciones. Con sentimientos negativos no podemos llegar a la paz social.
FUENTE: SEMANA