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agosto 26, 2019

Paula, víctima de violencia sexual y un intento de asesinato, exige justicia


Aunque su victimario está plenamente identificado, al parecer logró fugarse de un hospital estando bajo vigilancia de la Policía. Siente terror de lo que le pueda ocurrir con él en libertad.

Paula* estaba caminando por la calle principal de Cerritos, una zona opulenta en Pereira, cuando sintió que alguien venía corriendo detrás de ella. Eran las once de la noche pasadas del viernes 2 de agosto del 2019. No alcanzó a darse la vuelta cuando un hombre la agarró por detrás y le puso un cuchillo en el cuello. Ahí empezó una secuencia de eventos que le hizo pensar que no iba a sobrevivir. No deja de ser sorprendente que, en efecto, haya podido escapar con vida.

Los siguientes párrafos discuten con detalles, dados por Paula a El Espectador y a la Fiscalía, varios actos de violencia sexual, lesiones físicas y psíquicas y un intento de feminicidio. Ella quiere contar su historia porque muchas mujeres utilizan la misma calle y deben estar advertidas. También le quiere pedir a la justicia que actúe pues, a la fecha de publicación de este artículo, su presunto victimario no ha sido capturado pese a que ella lo identificó plenamente y salió recientemente de la cárcel. Según ella, hace poco la Policía lo tenía ubicado en un hospital y, sin embargo, se les fugó.

Si desea saltarse la descripción de los hechos por ser un tema sensible para usted, puede ir directamente al siguiente subtítulo, donde contamos qué ha pasado después de lo ocurrido.

Lo que ocurrió

El hombre le pidió toda la plata que tenía Paula en ese momento. Ella le dio el celular, pero él no se sintió satisfecho. La empezó a manosear, con la excusa de encontrar qué le estaba escondiendo, y en el proceso le dijo varias cosas sobre su aspecto físico. Después, la obligó a caminar hacia un potrero que es más solitario que la vía en la que estaban y, además, más oscuro.

Ahí le dio varios puños en la cara, le quitó el pantalón y la violó por primera vez.

Como bajaron varios carros por la zona, la obligó a moverse de nuevo. Le quitó la ropa que le quedaba y la violó de nuevo, vaginal y analmente. También le pegó varios puños en la cara y la golpeó en la parte de atrás de la cabeza con un objeto que Paula no pudo reconocer.

La intensidad de los golpes fue aumentando, la obligó a levantarse del piso halándole el pelo e intentó degollarla. Cuando ella sintió el cuchillo en el cuello, trató de defenderse y él le cortó la mano.

Paula intentó fingir que estaba muerta, pero el hombre la siguió golpeando y así se dio cuenta que seguía con vida. La ahorcó y eso hizo que defecara y orinara.

Después, volvió a intentar penetrarla. Paula estaba muy maltrecha y el hombre empezó a decirle que le había “cagado el polvo”, que si se había muerto. La levantó y la sacudió: en ese momento fue cuando ella pudo verle la cara con claridad.

El hombre la arrastró hacia otra parte del potrero en el que estaban y volvió a violarla. La obligó a que le hiciera sexo oral y le siguió golpeando la cara.

Cuando se dio cuenta de que había perdido su celular, le pidió a Paula que desbloqueara el de ella. Ahí le empezó a decir a ella que no sabía en qué se había metido, que él acababa de salir de la cárcel. Paula empezó a suplicarle que la dejara ir, que tenía un bebé de 18 meses en casa. Él le dijo que la iba “a dejar sana”, pero que no fuera a decir nada. La arrastró hacia otra parte del potrero y le dijo que caminara hacia adelante. Ella salió corriendo, se tiró por un barranco y fue a buscar ayuda.

La clínica y las autoridades

Paula fue con su familia a la Clínica Los Rosales. Allá le tomaron las muestras de violación, le dieron medicamentos antiretrovirales para prevenir el VIH y la pastilla de emergencia para evitar un embarazo no deseado. La internaron hasta el martes 6 de agosto y en ese tiempo le atendieron las lesiones que tenía en el cuello y en la mano.

Cuando regresó a su casa, dos agentes del CTI le tomaron su declaratoria y una fiscal asumió el conocimiento de su caso. Además, Paula empezó a recibir asesoría de la Red de Mujeres Jóvenes, que se puso en contacto con el programa de Género de la Alcaldía de Pereira y ha intentando llamar la atención de la Personería de la ciudad, sin éxito.

Paula siente frustración. Tiene mucho miedo de salir de su casa y las autoridades no han sido tan eficientes como ella esperaría. Lograron identificar al presunto victimario, pues como ella escuchó que acababa de salir de la cárcel, le mostraron varias fotografías y pudo señalarlo. Le dijeron que dictaron orden de captura, pero esta semana ocurrió algo que la tiene muy angustiada: el presunto victimario se escapó de un hospital en el que la Policía lo tenía ubicado.

“El Policía que están mandando a mi casa (como medida de protección) me dijo que en el barrio donde el hombre vive se enteraron de lo que pasó e intentaron apalearlo”, cuenta Paula. “Me dijo que el tipo se refugió y llamaron a la policía, que lo llevó al hospital y ya sabía quién era. Ahí, de repente, desapareció. ¿Cómo es posible que se haya ido si dicen que tenía la cara cortada y la pierna fracturada? El agente del CTI también me dijo que se les había volado. Ahora no saben dónde está. Me da mucha rabia”.

Antes de que eso ocurriera, los agentes del CTI le habían preguntado a ella y a su familia que si no lo han visto recientemente o si saben cómo ubicarlo. Como medida de protección, un policía está visitando la casa de Paula esporádicamente, pero ella siente terror: “todavía me cuesta salir de la casa porque lo que ocurrió fue cerca al conjunto. Además, si no lo cogen, ¿yo cómo voy a trabajar con ese man por ahí suelto?”.

Según nos contó Daniela Santos Rojas, quien ha estado encargada del caso en la Red de Mujeres Jóvenes, en la Alcaldía le dijeron que “harían lo posible por hablar con las encargadas del área judicial para hacer el acompañamiento a Paula, pero nos explicaron que estos procesos en Pereira son muy lentos y que no es como en Bogotá”. A la fecha, la Alcaldía no ha contactado a Paula. Santos denuncia que la Personería no ha querido responder al caso, y que ha quedado en evidencia que Pereira y Risaralda no tienen rutas útiles para acompañar a las víctimas de la violencia sexual.

El actuar demorado de las autoridades es delicado, además, porque este es un caso que requiere de un manejo técnico complejo. Camila Correa Flórez, abogada penalista experta en género, dice que “estos hechos involucran acceso carnal violento, lesiones personales agravadas y tentativa de feminicidio agravado”. Es importante que la Fiscalía utilice esa categorización, porque si no las penas a aplicar son menores que las que ameritan los hechos.

Como Paula, son muchas las mujeres en todo el país que, al enfrentarse a casos de violencia en su contra, se estrellan con una burocracia hostil, incapaz o colapsada. Como explica Viviana Bohórquez Monsalve, abogada experta en género, “este es un caso muy grave y lo único que ha hecho el Estado es enviar una ronda de Policía, que además se demoró casi dos semanas en autorizarla. Le llaman medida de protección, pero en la práctica demuestra la falta de amparo, sensibilidad y proporcionalidad frente al tamaño del daño y el dolor que está viviendo Paula. Debería existir protección especial, una atención física y psicológica permanente y recompensa para la captura inmediata del violador”.

Santos dice que este caso “sádico y brutal es el reflejo de la sociedad machista en la que vivimos, que no da garantías para que las niñas, las jóvenes como Paula y las mujeres vivamos libres de violencias. Es lo mismo que ocurrió con Rosa Elvira Cely, con Yuliana Samboní, con las dos jóvenes violadas hace unas semanas en el Parque Nacional de Bogotá, con las miles de niñas, mujeres y jóvenes que son violadas a diario en nuestro país”.

Paula exige justicia y que su caso no sea otro más del 95 % de procesos sobre violencia sexual y de género que quedan en la impunidad en Colombia. En sus palabras, “quiero que alguien lo reconozca. ¿Cómo es posible que no sepan dónde está? Quiero que las mujeres estén alerta. Uno no sabe qué le puede pasar en la calle ni estar segura en ninguna parte”.


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