julio 19, 2019
Violaciones en grupo a mujeres, el terror de España
Desde que ocurrió el polémico caso de “La Manada”, en 2016, que despertó indignación en el mundo, las denuncias sobre violaciones en grupo en España se han multiplicado y hoy suman más de 100 casos. ¿Qué está pasando?
Las denuncias de violaciones en grupo se han multiplicado en España hasta superar el centenar desde que ocurrió el polémico caso de “La Manada”, hacer tres años. La clave parece estar en que ahora las mujeres se atreven a contarlo.
El auge del movimiento feminista en los últimos años con iniciativas como el “#MeToo” de Estados Unidos, el “#NiUnaMenos” en Argentina o el “#Cuéntalo” en España, que hacen públicos los abusos y la violencia contra las mujeres, ha animado a muchas a denunciar violaciones grupales.
“Todo este movimiento ha hecho que ellas se den cuenta de que no están solas y que, por supuesto, ni son culpables, ni responsables, ni han hecho nada para merecer lo que les ha ocurrido, con lo que se animan a denunciar”, explicó a Efe la psicóloga y experta en violencia de género Bárbara Zorrilla.
Las violaciones en grupo no son nuevas, pero sí más visibles
La violación de una chica de 18 años durante las famosas fiestas de los Sanfermines en Pamplona, en julio de 2016, por la que cinco hombres, conocidos como “La Manada”, fueron condenados recientemente a quince años de cárcel tras un largo proceso judicial, se convirtió en un símbolo contra la violencia machista y llamó la atención en España sobre las violaciones en grupo.
En España no hay estadísticas oficiales, pero un estudio de Feminicidio.net documentó 104 agresiones sexuales múltiples desde 2016 hasta marzo de 2019, a las que habría que sumar cinco más, la última denunciada el pasado 14 de julio.
Estas cifras muestran que 356 agresores participaron en las 104 violaciones grupales denunciadas; uno de cada cuatro era menor de edad, y una de cada tres víctimas tampoco llegaba a los 18 años.
“Las violaciones en grupo no son una novedad”, ni en España ni en otros países, “en realidad, lo que está pasando es que conocemos mejor la violencia que ya se estaba produciendo”, declaró a Efe la directora de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto.
No solo en España están saltando a los medios de comunicación las denuncias de violaciones en grupo, también en países europeos como Francia y Alemania, o latinoamericanos como Argentina, Perú y Bolivia, donde se les compara con “La Manada” española.
Sin embargo, a Zorrilla no le parece “correcto” utilizar el término “en manada” para este tipo de violencia, pues “a las cosas hay que llamarlas por su nombre, y los que violan son violadores, igual que los que asesinan son asesinos”.
Las organizaciones que trabajan en este campo insisten en la importancia de la acción de la Justicia, pues si hay una respuesta judicial que culpabilice a los violadores y no a las víctimas, éstas se animarán a denunciar.
“Los juicios por violación no se pueden convertir en juicios sumarios contra las víctimas”, afirma Soleto, una veterana activista a favor de las mujeres, quien insiste en que hay que tener clara “la responsabilidad penal de quien agrede” y defiende que “solo sí es sí” y no puede haber dudas sobre el consentimiento de la mujer.
¿Influye la pornografía en las violaciones en grupo?
Ante la implicación de adolescentes y jóvenes en las violaciones en grupo, se ha planteado la posible influencia del consumo de pornografía por internet, una red plenamente integrada en sus vidas cotidianas.
El 70 % de los jóvenes españoles ha visto porno en internet, y aunque su consumo se generaliza a los 14 años, algunos niños acceden por primera vez incluso a los 8, según un estudio de la Red Jóvenes e Inclusión y la Universidad de las Islas Baleares, divulgado en junio.
Los especialistas destacan que el vídeo pornográfico más visto en la actualidad en internet muestra una violación en grupo muy violenta, escenas que se presentan como contenido sexual normalizado. En este sentido, Soleto denuncia que la mayor parte de la pornografía presente en internet muestra “patrones de control, sumisión, y una sexualidad muy centrada en la satisfacción masculina y el sometimiento femenino”.
“Si no intervenimos, si no hay otro tipo de mensaje de que la sexualidad es otra cosa (…) tendremos cada vez más adolescentes que piensen que tener sexo es eso que ven en esos vídeos”, concluye.
Para Bárbara Zorrilla el problema no es tanto la pornografía como el tipo de pornografía, agresiva, que “erotiza la violencia”, que muestra prácticas degradantes, donde “se cosifica” a la mujer.
Una de las participantes en el citado informe, la profesora Carmen Orte, destacó en su presentación que esa representación de la mujer en los vídeos pornográficos coincide con el aumento de “las manadas” en España.
La educación contra la violencia sexual
Las expertas destacan que una de las claves de las violaciones grupales es la ausencia de culpa por parte de los autores. Eso se expresa en el hecho de que suelen mostrar estas acciones en redes sociales e incluso se jactan de ello, como en el caso de “La Manada” española.
Según Zorrila, hay que promover una educación basada en la igualdad y en el respeto a valores como la empatía y la responsabilidad. De lo contrario, “eso que ellos ven en la pantalla se convierte en un modelo de las relaciones sexuales en pareja”, concluye esta psicóloga.
También Soleto insiste en la importancia de tener una buena educación afectivo-sexual, para no dejar que “los chicos y las chicas se eduquen en sus relaciones afectivas y en sus primeras relaciones sexuales utilizando los elementos del contexto”, como pueden ser vídeos o canciones.
En España, por ejemplo, los jóvenes entre 15 y 29 años se declaran cada vez más feministas (así se definen el 62 % de las mujeres y el 37,3 % de los hombres) según un estudio elaborado de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
Sin embargo, el informe muestra que en los últimos dos años aumentó el número de varones que justifican pautas de control a la pareja, como espiar su teléfono móvil o justificar los celos como “una prueba de amor”, algo contradictorio con principios como igualdad o respeto.
FUENTE: EL ESPECTADOR