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julio 12, 2019

La resistencia de las mujeres cantadoras del bullerengue


Ceferina Banquez es una de las últimas voces de la tradición afro del caribe colombiano.

Ceferina Banquez lleva 72 años sintiendo el bullerengue. Lo lleva en la sangre porque nació en familia de cantadoras del caribe colombiano. A los nueve años hizo su primera composición sin saber leer ni escribir. Ella compone en la cabeza. “Yo me levanto pensando en algo y me van saliendo los versos”, dice un día antes de presentarse en el festival de música Colombia al parque, en Bogotá. “Yo represento a la tradición de cantadoras del caribe, aunque cada vez seamos menos”. No cree que el legado se mantenga, no ve niñas soñando con ser cantadoras. “Ahora crecen escuchando reguetón, no les gusta esto”, apunta.

Ceferina Banquez es una de las ocho millones de víctimas del conflicto en Colombia. Su nombre figura en la abultada lista de desplazados por la violencia. “Nos tocó irnos para que no nos mataran”. Los paramilitares la obligaron a agarrar a sus seis hijos y salir corriendo de Montes de María. Encontró un trabajo en un pueblo a unas horas de su casa y se dedicó por varios años a recoger pepas de corozo. No cantaba en público porque se había cansado de hacerlo gratis y necesitaba dinero para levantar a sus hijos. Su primer esposo murió y del segundo se separó porque le prohibía que estuviera en fiestas, cantando. “Me decía que las cantadoras siempre terminaban enamoradas del tamborero, no le gustaba que yo estuviera en esos bailes”. Ella prefirió quedarse con el bullerengue. “Yo sabía que esto me iba a hacer feliz para siempre, él tal vez no”, afirma convencida. Desde el 2010 de vez en cuando abandona sus jornadas en los sembrados de maíz, yuca, plátano y ñame para subirse a un escenario. La primera vez fue en el emblemático teatro Heredia de Cartagena. “La música me hizo olvidar el pasado, fue como volver a empezar”, dice.

Perdió la cuenta de las personas de su entorno que fueron asesinadas por la violencia paramilitar que se ensañó con el caribe. Sus letras son un lamento a lo que vivió su pueblo. Su canto es memoria. A comienzos de agosto su nombre apareció en varios periódicos mexicanos porque fue la protagonista del documental Cantadora: memoria de vida y muerte en Colombia, producido por la UNAM. Ceferina es una de las mujeres que personifica la resistencia de los pueblos afro y la importancia de la mujer en la construcción de memoria. Estuvo en México para hablar de su raza, de la marca que dejó la guerra y de cómo trata de sanar el dolor a través de su voz.

Pasaron varios años antes de poder regresar a su pueblo. A veces dudó si podría volverlo a hacer. Tuvo que esperar a que el grupo armado que lo tenía tomado entregara las armas para volver a recorrer los caminos en donde nacieron sus primeras composiciones. “Tenía que regresar al origen, a la tierra en donde nací”. Su voz representa una parte de la historia del país. La diosa del bullerengue, Petrona Martínez, más de una vez ha destacado la versatilidad de sus letras. Ceferina Banquez fue nombrada reina del Festival de bullerengue de Maríalabaja en el año 2009 y es considerada una maestra. Habla del bullerengue sentao, el chalupiao y el fandango. “Una cantadora tradicional se reconoce si maneja esos tres tonos”, explica. Agradece haber podido volver a su tierra y descansa cuando piensa que ni la violencia ni la imposición machista que le prohibía cantar, la detuvieron. Ha grabado dos discos y es invitada frecuente a festivales folclóricos. “Esto era lo que yo quería. A mí el bullerengue se me metió cuando era niña y nunca se me salió”.

Fuente: El Pais


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