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diciembre 11, 2018

La Guajira Colombiana, acogida sin recursos 10/12/2018


La Guajira colombiana, en el idioma wayuunaki, Wajira, se encuentra en el extremo noroeste de Colombia. En la actualidad es uno de los departamentos, más corruptos del país. El gobierno hace años que dejo de invertir en la región. Es una zona medio desértica, sin recursos y con falta de agua potable.

En este último año han llegado a la Guajira Colombiana más de 20.000 personas, la mayoría de la etnia Wayuu, pobladores oriundos, desde la Guajira Venezolana. Llegan buscando un nuevo hogar y oportunidades huyendo de la inestabilidad venezolana, pero la realidad con la que se encuentran es muy diferente a sus anhelos, acaban su exhausto viaje realojados en tres asentamientos ilegales: Uribia, en el centro de la Guajira, Villa del Sur, un barrio de la capital (Riohacha) y en Maicao a diez kilómetros de la misma frontera con Venezuela.

La falta de agua potable junto con los alimentos es el problema más importante de los asentamientos, pero es también preocupante la falta de energía eléctrica, recurso que solo da para una bombilla por hogar en los asentamientos de Villa Sur y Maicao en Urbia carecen por completo de electricidad. Las charcas, sirven para abastecerse de agua, agua no potable.

La mayoría de las personas inmigradas son mujeres con sus hijos, la falta de medicamentos y alimentos en el país vecino les ha empujado a venir y en algún caso a retornar a Colombia. No tienen trabajo y sus hijos no tienen acceso a la educación, al ser venezolanos, hasta tener los papeles en regla, trámite que puede prolongarse varios meses. Una vez conseguida la escolarización aparece el hándicap de la ubicación de las escuelas, alejadas todas ellas de los asentamientos.

Los y las migrantes de la etnia wayuu llegan a la Guajira colombiana por las llamadas “Irochas”, caminos que cruzan la frontera natural entre los dos países y que están controlados por los Wayuus. Como pasaporte el idioma, si no hablas wayuki no pasas. Las casas donde viven son de alrededor de seis metros cuadrados, en una única estancia, con paredes de lona y chapa galvanizada. La cocina normalmente de fuego de leña, esta situada en el exterior.

Como respuesta urgente a la situación que viven día a día más de 600 niños, niñas y familias migrantes, Aldeas Infantiles SOS Colombia llegó a la Guajira, con el apoyo de SOS Noruega, SOS España y en alianza con UNICEF para implementar los llamados “Espacios Amigables para la Niñez”, lugares en donde los niños reciben apoyo psicosocial, alimentos básicos y participan en diferentes actividades pedagógicas, lúdicas y socio-culturales. Este es un primer paso para acompañar a estos valientes que permanecen con la esperanza de reconstruir sus vidas y sus hogares.

Villa del Sur

Este asentamiento se encuentra en las afueras de la capital de La Guajira, Riohacha. Esta situado encima de un vertedero. La tierra contaminada produce diferentes enfermedades en los refugiados, siendo las dermatológicas las más habituales. La zona tenia que dar cobijo a una “Villa Olímpica”, pero una vez más fruto de la corrupción el proyecto quedo en una única y abandonada pista de patinaje. La ciudad de Riohacha lleva el frenético compás de diez alcaldes en los últimos cuatro años.

Linis 37 años ha venido con su hijo de 10 años. Trabajaba en una empresa de ensamblado de motos. La empresa cerro y volvió a Colombia, primero estuvo en Bucaramanga, en el departamento de Santander. Hoy en Villa del Sur trabaja vendiendo dulces a créditos y se disfraza de “Superheroína” para los niños del asentamiento. “Cuando perdí mi trabajo, primero gaste los ahorros, luego vendí las cosas, hasta que no tuve nada”.

Isabel Colombiana de 39 años y su marido Andrés, han vuelto con sus 5 hijos ,venezolanos, de 9, 7 ,6 ,4 y 3 años y varios familiares. Su marido Andrés, vende agua ya que en este asentamiento no llega ningún camión, la venden a 500 pesos (0,15€) los bidones de 20 litros. Va a buscarla a Riohacha a unos cinco kilómetros “ Venimos toda la familia con la esperanza de encontrar trabajo”.

Uribia

En este asentamiento la mayoría de los migrantes son de la etnia Wayuu. Paradójicamente el pasado mes de Octubre debido a las inundaciones no tuvieron agua en muchos días. Los camiones de las cubas debido al mal estado del terreno no podían acceder hasta el emplazamiento. Las casas se inundaron, un mes después aun padecen las consecuencias y es visible la marca del agua en las mismas. Fenómenos atmosféricos a parte los camiones suelen pasar cada dos o tres días. Les cuesta 12.000 pesos (3,50€) llenar sus tanques.

Luce tiene 29 años, es Colombiana, vivía con su marido venezolano en Puerto de la Cruz, donde trabajaba en una empresa de construcción. Ha venido sola con sus tres hijos de 9, 4 y 1 año en la misma zona donde vivía de joven con su familia. “No había nada y decide volver a casa”.

Josefina 34 años, es Venezolana, tiene 7 hijos, los tres mayores de 20,19,16 años se han quedado con la abuela en Venezuela. Ella ha venido con su marido y los 4 pequeños de 12, 9, 4 y 2 años. Su marido Vicente ha encontrado trabajo “en el ciclo”, prestado por un amigo. “Algún día volveremos”.

Maicao

Maicao se encuentra a 10 Kilómetros de la Frontera con Venezuela. La venta de gasolina ilegal se encuentra por toda la carretera. Las familias viven en el asentamiento de Villa Inés y en la Institución educativa Nª9. El patio de esta escuela se usa para dar comida dos veces al día a la población migrante de la mano de las Ongs internacionales.

Jerry, 25 años, es colombiana ha venido sola con sus tres hijos Venezolanos, Nestor Jesús 5 años, Luis Armando 3 años y Darwin Gregorio 1 año. Vive en la casa con su prima que le cede parte de su agua y le proporciona alimento para sus hijos. “Empezamos de nuevo”.

Jenny 30 años es Colombiana, ha venido con sus padres y sus tres hijos, esta esperando el cuarto. Su marido Venezolano se ha quedado en Maracaibo. María Eugenia su madre la ayuda con los niños. El abuelo busca trabajo pero al llegar enfermó. “Mi marido me dejo, pero allí no hay nada”.

Magerli 36 años es Colombiana y tiene tres hijos, sin marido. Vive en la Institución educativa Nª9, donde hace unos meses un profesor fue asesinado. Esto provocó la marcha de los profesores y que la escuela dejara de funcionar. La habilitaron para 12 familias. Las aulas se han convertido en cuatro estancias, dos habitaciones, salón y cocina. “La convivencia resulta difícil”.


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