Dos meses antes de morir, el 6 de septiembre de 2017, Ivana Rosales se reunió en Lima, Perú, con sus abogadas del CELS, dos integrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Margaret May Macaulay y el relator en ese momento para la Argentina Francisco Eguiguren, y representantes del Estado argentino.

El 18 de abril de 2002 por la noche, “en la zona próxima al aeropuerto local”, según dice la sentencia contra Mario Garoglio, “en el interior del rodado en el que se movilizaban, habría primero intentado ahorcarla con un alambre, y luego fuera del mismo, la golpeó con una piedra en el rostro y cráneo, depositándola finalmente en el baúl”.

La misma noche del intento de femicidio, Garoglio fue identificado como el atacante. Ivana salió después de un mes y medio de internación. Sobraban pruebas. Pero el fiscal Eduardo Velazco Copello actuó como defensor de Garoglio y pidió un atenuante para la condena. Dijo “Ella se lo buscó”, “no fue una buena madre ni una buena esposa”. Uno de los jueces del caso, al argumentar su voto, se refirió a una supuesta infidelidad de Ivana, basado en los celos de Garoglio, como una característica de ella: “algo que estaba en las probabilidades de la mujer que eligió”. Los tres jueces Emilio E. Castro, José V. Andrada y Eduardo J. Badano le dieron la razón al fiscal y condenaron en 2003 a Garoglio a cinco años. No los cumplió porque se fugó. Ivana Rosales sufrió violencia machista y cuando buscó justicia, sufrió violencia institucional.

En 2005 cuando se dio cuenta de que el Poder Judicial de la provincia de Neuquén la había revictimizado y violado su derecho a tener justicia, lo denunció ante la CIDH con el patrocinio del CELS. Por primera vez un caso de violencia machista en la Argentina se analizó en una jurisdicción internacional. Nueve años después, en 2014, el Estado accedió a comenzar a hablar para llegar a algún acuerdo reparatorio. Ivana tuvo tiempo para pensar de qué forma podía ser reparada y a través de los años se convirtió en una referente contra la violencia machista. La deuda de la Argentina, entendió, no era solo con ella, sino que debía encarar políticas reales para prevenir la violencia: un registro confiable, riguroso, con estadísticas que permitan trazar políticas públicas, patrocinio jurídico gratuito, un refugio en Neuquén, prevenir la violencia institucional contra las víctimas de violencia machista, entre otras. En la última reunión que tuvo, los representantes del Estado se comprometieron a cumplir esas demandas. En el país del Ni Una Menos, una sobreviviente de femicidio pensó cómo bajar los niveles de violencia y generar políticas de no repetición.

Treinta y cinco organizaciones feministas y de derechos humanos publicaron hoy una carta abierta dirigida al presidente Mauricio Macri, el secretario de Derechos Humanos de la Nación Claudio Avruj, la directora del Instituto Nacional de las Mujeres Fabiana Tuñez, el gobernador de Neuquén Omar Gutiérrez y la subsecretaria de Derechos Humanos de esa provincia, Alicia Comelli. Es que después de la reunión de Ivana en 2017, las reparaciones fueron “totalmente desatendidas”. Sin embargo, tras la noticia de su muerte, como dice la carta, “el gobierno nacional lamentó públicamente su fallecimiento. El gobierno de Neuquén decretó duelo provincial”. Confluyeron el elogio público a la lucha de Ivana y el incumplimiento de sus demandas.

Abril Rosales comenzó su activismo en 2015, cuando -como contó a LATFEM- vio a su mamá “salir a las calles a reclamar por sus derechos de mujer. Me encontré con la lucha, con las marchas, los pañuelos y por sobre todo amor, y bronca también al notar que este gobierno es patriarcal”. Con sus compañeras de la organización Libertas organizó un festival en homenaje a Ivana. “Mi vieja me ayudó a abrir los ojos, a darme cuenta lo que soy y lo que valgo. Me dejó la mejor herencia que es la lucha por mí, por ella y por todas”.

Hoy Abril es quien continúa junto con sus abogadas Gabriela Kletzel, Edurne Cárdenas y Erika Schmidhuber Peña, del Equipo de Trabajo Internacional del CELS, el diálogo iniciado por su mamá con el Estado nacional y la provincia de Neuquén. En 2002 ella tenía 4 años y creció con el ejemplo de Ivana. Por eso después de 16 años de aquella noche, puede decir “no voy a descansar hasta que se haga justicia”.