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junio 20, 2018

“Si te gustó abrir las piernas aguanta”: 54% de las mujeres sufrió violencia verbal durante el parto


De acuerdo a un estudio, 54% de las mujeres que dio a luz en hospitales públicos y/o gratuitos, acusó haber sido víctima de insultos y burlas, mientras que el 24% denunció abuso físico.

Cuando pensamos en la violencia contra la mujer, solemos ponernos en los escenarios que tienen que ver con los mal llamados “crímenes pasionales”:hombres que asesinan a sus parejas, las golpean o las maltratan psicológicamente. Parece ser que, dentro del imaginario colectivo que todos podemos manejar, el abuso femenino casi siempre tiene que ver con una pareja enferma e incapaz de controlarse. 

Desgraciadamente, del otro lado de la vereda hay otros tipos de violencia, y algunas, en contextos mucho más cercanos y familiares de lo que cualquiera se imaginaría. Esta vez no hablamos de la pareja, de amigos o conocidos, sino de las matronas y enfermeras que maltratan a las mujeres durante su trabajo de parto. Un germen conocido como “violencia obstétrica”.

Agencia UNO

La crisis de los sistemas públicos y privados

Viajemos a Chile para tener un espacio muestral más acotado: allá, un estudio del Observatorio de Violencia Obstétrica, dejó en evidencia que, desde el 2015, los bebés son arrancados de los brazos de sus madres menos de media hora después de haber nacido. Según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ese tiempo no debería ser inferior a una hora, así se previene la hipotermia y se potencia la lactancia. Aún así, menos de un 20% de las mujeres logró superar esa cantidad de tiempo.

Un hospital puede llegar a ser un lugar hostil: está conformado por un arte de tubos, gazas, tanques de oxígeno, salones llenos de máquinas y servicios de urgencia. Bajo las encandilantes luces blancas, la OMS reconoce que se corre el riesgo de que la experiencia del parto resulte traumática, así que sugieren que las mujeres siempre estén acompañadas con una persona de su elección al momento de dar a luz. Sin embargo, de acuerdo al estudio del Observatorio, un 60% de las mujeres que se atendieron en el sistema público no lo tuvo; lo mismo para un 20% de las mujeres que se atendieron con privados.

El Desconcierto

50 años de maltrato

Pero entendamos estas pequeñas “trabas en la burocracia del sistema” como cosas que podrían llegar a solucionarse en el corto plazo: muchas veces ni siquiera son las matronas ni las enfermeras quienes están a cargo de redactar protocolos del tipo “que la madre entre sola”, o “solo 20 minutos con el bebé”.Hay, desgraciadamente, una violencia más cercana que afecta a las madres tanto en el sistema público como en el privado.

De acuerdo al testimonio de 11 mil mujeres que fueron encuestadas de una forma anónima y voluntaria, y habían dado a luz entre 1970 y el 2017, el abuso físico y verbal al interior de los hospitales fue una de las grandes denuncias.Golpes, zamarreos, empujones, toques invasivos y sin ningún tacto eran denuncias comunes en la encuesta. Las cifras de abuso verbal también resultaban impresionantes: muchas mujeres aseguraron que matronas y enfermeras fueron groseras con ellas, las humillaron, se burlaron, e hicieron alusión a su conducta sexual para menospreciarlas. A muchas madres, durante el parto, las insultaron por demostrar emociones fuertes o intentar liberar verbalmente el estrés.

El Desconcierto

La cifra en recintos privados y públicos sigue siendo grande. Según la encuesta, un 6,8% de las mujeres que dieron a luz en una clínica privada, reconoció haber sufrido abuso físico; en cambio, este subía a un 24,1% cuando se trata de los hospitales públicos: 4 veces más que en el sector privado. En cuanto a la violencia verbal, aquí las cifras suben para ambos sectores: un 19,3% de las mujeres se sintieron vulneradas de esta manera en las clínicas privadas, y un 54,6% en los recintos públicos.

A pesar de que las denuncias apuntan de una manera más directa hacia el sector privado, parece ser que las discriminaciones a las madres a la hora de ejercer el abuso psicológico varían bastante: los factores étnicos, de edad, de vida sexual y creencias personales, pueden configurar material suficiente para que una matrona realice comentarios del tipo “si te gustó abrir las piernas, ahora aguanta”. De acuerdo a la antropóloga Michelle Sadler, estas formas de humillar a las madres no tienen ningún sentido: representan una agresión caprichosa y un castigo sin sustento:

“¿Por qué a la mujer la vas a castigar por haber ejercido su sexualidad al momento de parir? Eso no tiene ningún sentido. Eso demuestra que no es llegar y atender un parto como una apendicitis, requiere de otras habilidades y de discusiones más profundas”.

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¿Cómo prevenir la violencia?

Esta parece ser una de las grandes preguntas al momento de enfrentarse al tema. Sobre todo al momento de considerar que la crisis no es tan solo hospitalaria, sino formativa: en un contexto en el que no se promueven las buenas prácticas y el trato digno hacia las madres desde la universidad(enseñando, por ejemplo, tratamientos muy dolorosos para el parto, o proponiendo el parto de espaldas con las piernas hacia arriba como el más adecuado, siendo que no lo es), es bastante difícil poder generar un cambio. Al menos, hasta este momento la OMS se ha encargado de emitir una serie de informes de buenas prácticas para las matronas, y tantos otros que denuncian y evidencian la violencia obstétrica como una que vulnera los derechos sexualesy reproductivos de las mujeres que la sufren.

De momento, mientras más visibilidad se le dé al asunto, asegura la OMS, más pronto se garantizará un acceso universal a una salud sexual segura, aceptable y de buena calidad. Sin embargo, para lograr esto se requiere mayor respaldo de parte de los gobiernos y los socios en desarrollo, para que así las investigaciones sobre los maltratos puedan ver la luz de una manera más ágil y rápida; del mismo modo, la Organización Mundial de la Salud destaca que es necesario mantener programas diseñados para mejorar la calidad de la atención en la salud materna, centrándose en la educación para tratarlas de forma respetuosa. Ese, dicen, es el componente esencial de una buena atención para una mujer que dará a luz. Sugieren generar bases de datos con respecto a las y los profesionales que detallen sus prácticas: ya sean buenas o malas, para con las madres. Así, se potenciará más la ética laboral valiosa, y se condenará a aquellos que no son capaces de tratar con dignidad al paciente que tienen en frente.

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Por último, destacan que las mujeres deben mostrarse interesadas e involucradas en cambiar esta situación. De acuerdo a las declaraciones de la matrona chilena Mónica Candia, es necesario un cambio de mentalidad y un empoderamiento en las futuras madres. Estamos de acuerdo en que una crisis institucional y social no se soluciona completamente tratándola a nivel de sujetos, sin embargo, Candia no deja de hacer un llamado a que las propias mujeres velen por su dignidad si es que en algún momento la ven amenazada o vulnerada. Tiene que ver con el mismo interés por el buen trato que se expuso anteriormente. Para la matrona, es necesaria una apertura en la conciencia sobre la propia sexualidad de las mujeres que serán madres:

“Si tú entrevistas a mujeres, desgraciadamente en algunos lugares sigue pasando [la violencia obstétrica]. Tiene que ver con la sexología y muchos otros temas de nuestra sociedad. Falta que la mujer se empodere, cuestione y denuncie”.

FUENTE: http://www.upsocl.com


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