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abril 2, 2018

Sincelejanas dan ejemplo en la superación de la adversidad


Viven en un popular sector de El Cortijo y  crearon un negocio de confecciones con apoyo del Sena.

Sentada en la terraza de su vivienda, ubicada en el popular sector del barrio El Cortijo, Eudocia Parra, de 60 años, agobiada por la escasez de dinero y tras reflexionar sobre su futuro, generó una idea de negocio en febrero de 2017 con la seguridad de que le cambiaría la vida, no solo a ella, sino a sus vecinas más cercanas.

Tenía claro que la clave estaba en transmitir su sueño a quienes serían sus futuras socias; y les vendió la idea de invertir su tiempo libre en una actividad sencilla y que además generara ingresos económicos para mejorar su calidad de vida.
Acogiendo la propuesta de Eudocia, fueron 120 mujeres entre los 50 y 65 años, en su mayoría cabezas de hogar, las que se dispusieron a iniciar el reto; y fue así como firmaron la carta de solicitud para ser capacitadas en confección, en el Sena. 

La respuesta de la regional Sucre fue positiva en brindarles capacitación a las interesadas, muchas de ellas viudas de la tragedia por la caída de las corralejas en Sincelejo el 20 de enero de 1.980.

Desde finales del año anterior, la instructora Nayib Arrieta, llega a la casa de ‘Eu’, como cariñosamente llaman a la líder del barrio, para enseñarles patronaje, corte y confección, utilizando como aula de clase, la sala de la vivienda y durante 8 meses dictar el curso, en dos jornadas diarias. Fueron en total 800 horas que llegaron a su final en noviembre de 2017. 

Dos meses después, en enero de 2018, nació la idea de crear Vero Confecciones, una empresa legalmente constituida y que es posible gracias a la recolecta de los ahorros de 50 de las socias, sumándole a ello el capital humano de muchas otras y el propósito común de sacar el taller de confecciones adelante.

“Es la mejor idea que he tenido en toda mi vida. Estoy feliz de que mis vecinas y amigas la acogieran y que ahora puedan llevar dinero a sus casas. Estamos trabajando mucho porque conseguimos un contrato grande para confeccionar camisetas deportivas y las ganancias las hemos reinvertido en la compra de más máquinas. No teníamos la oportunidad de trabajar a pesar de que aún nos sentíamos útiles”, cuenta con voz pausada.

Asegura que regaló sus muebles y todo lo que había en la sala de su casa para habilitar ‘el aula de clases’. “Quisimos que fuera en mi casa porque la mayoría no contábamos con el dinero para el transporte diario en otro sitio. Además no teníamos el vestuario para ir bien presentadas. Aquí en mi casa tuve que ampliar el espacio donde nos sentíamos cómodas viniendo en chanclas y con la ropa que teníamos”, precisó la mujer.

Otra de las beneficiadas con la microempresa, Mardenys Sierra, comentó: “yo era una mujer amargada y vivía todo el tiempo estresada por la falta de dinero y de no poder darle a mis hijos lo que necesitaban. Pero hoy gracias a Dios, porque todo es distinto. Mis días son felices, me siento útil, ya puedo tener con que solventar los gastos de mi casa y de consentir a mis hijos”.

Por su parte, Nayib Arrieta, aseguró que la mentalidad de estas 120 mujeres capacitadas cambió, así como también su calidad de vida. “Ellas pueden llevar un ingreso diario a sus casas y mejores oportunidades para sus familias. Están dispuestas a continuar con las clases para perfeccionar sus técnicas y seguir creciendo como personas y empresarias y el Sena dispuesto a seguir apoyándolas”, puntualizó.

FUENTE: EL TIEMPO


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