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marzo 20, 2018

Sobre la defensa del ejercicio de la prostitución como si fuera un derecho humano de las mujeres


Desde principio de la década de los noventa en México DF –cuando fue necesario abordar el tema del VIH- las prostitutas se organizaron en diferentes ONG para defender sus derechos relacionados en primer lugar a la salud, y en segundo lugar, para dejar de ser objeto de violencia institucional y callejera. Este reclamo centraba su razón de ser en proteger a las mujeres que al estar en la calle eran objeto de diferente tipo de violencias. Las prostitutas se organizaron en ONG para visibilizarse como sujetas de derechos. En ese tiempo se llamaban así mismas: Sexoservidoras. Aún hoy algunas mujeres en situación de prostitución siguen definiendo la actividad que realizan como: sexo servicio. Con el correr del tiempo el reclamo de los derechos dejó de centrarse en la defensa de ellas mismas para centrarse en la defensa de la “profesión”; esto implicó una desviación del discurso inicial sobre los derechos humanos de las mujeres a la defensa del derecho humano a prostituirse, como si este fuera el producto de una vocación o de una voluntad exclusivamente personal. De esto he sido testigo en el trabajo realizado junto a la ONG “Humanos del mundo” -de prostitutas-, quienes se acercaron a la delegación política Benito Juárez buscando visibilizar su vulnerabilidad frente a la violencia callejera y frente a la Policía Judicial que las extorsionaba asiduamente. A estas primeras demanda: promover campañas oficiales sobre la necesidad del uso del condón, a no ser extorsionadas por la policía y a no ser objeto de violencia callejera, siguieron sumando reflexiones sobre otros derechos y demandas posibles.

Cuando México se lanzaba al abismo del TLC y muchos sectores de las y los trabajadores dejaban de estar en situación de dependencia laboral y se constituían en prestadores de servicios a sus mismas empresas, se introdujo la discusión sobre si la prostitución se tenía que definir como un servicio o como trabajo, discusión no exenta de ideología. Es decir, la discusión sobre la denominación y re significación de la prostitución se introdujo en el marco del triunfo global del libre mercado y con el trasfondo regional de la firma del tratado de libre comercio. En el fragor de las luchas en el presente es difícil entender cuáles son los factores de poder que se imponen y desde dónde se imponen. México entregó, gracias a la firma del TLC, a los sectores más vulnerables de la población a las políticas de libre mercado y a la violencia parapolicial producto el narcotráfico.
Es en este contexto de privatizaciones generales y en que las tierras comunales/ejidos pudieron ser vendidas (separando a los y a las campesinas de sus tierras y volviéndolos libres para vender su fuerza de trabajo en el mercado y las mujeres sus cuerpos como mercancía) es que crece exponencialmente la trata de personas, de mujeres, niñ@s, de migrantes, los table dance**, la prostitución y una virulenta violencia sobre el cuerpo de las mujeres; es la década de las muertas de Ciudad Juárez.
En este contexto se impone en el imaginario colectivo, hoy mainstream, que la prostitución es un trabajo como cualquier otro y una elección individual y personal. Posteriormente se le agregó la cualidad de “empoderante”, término acuñado en las administraciones demócratas para convencer al feminismo que las mujeres debían empoderarse dentro del capitalismo y no cambiarlo.
Defender la prostitución, o la posibilidad de ser bailarina exótica ( bailarina del caño) como salida laboral producto de la “libre elección” o de la libertad personal cuando hay una pérdida general de fuentes de trabajo, de derechos laborales y sociales, cuando hay un empobrecimiento masivo de la población, cuando hay una precarización general de las condiciones de vida, cuando hay una acumulación nunca vista de la riqueza en muy pocas manos, no responde a una lógica feminista sino a la más acabada y rancia ideología de mercado.
La argumentación que la prostitución o la renta del útero resultan opciones laborales o económicas que se eligen voluntariamente demuestra el éxito del paradigma neoliberal que se sintetiza en el emprendedurismo personal: tú eres tu propia empresa.
El movimiento feminista fue abordado por el neoliberalismo en vez de visibilizar las condiciones de sobreexplotación de las mujeres a nivel internacional, nos hemos dedicado a aplaudir la visibilización de la diversidad sexual como si esta fuera la principal demanda de las mujeres. Sin darnos cuenta la teoría de género nos han liberado de la carga de la reproducción y ahora las mujeres y hombres pueden –si ganan lo suficiente- rentar el cuerpo y el tiempo de una mujer para tener un hijo por encargo. Aclaramos que los óvulos también tienen un costo y únicamente aquellos que tienen capacidad de pago transforman un deseo (el tener una hija o hijo) en un derecho y acceden a este con un plan de inversión a varios meses.

Estamos siendo testigo de una mutación antropológica en la que los jóvenes nacidos desde los años 90 en adelante conciben, gracias a la cualidad performativa de la cultura, que nacen siendo algo similar a una mercancía.
**En la economía del deseo mexicana la oferta del table dance fue adoptada y se convirtió en una industria a partir de la firma de México del Tratado de Libre Comercio de América del Norte junto con los Estados Unidos y Canadá (1994).1… Si bien, el libre comercio no fue la razón única para que la oferta del baile erótico se naturalizara en la sociedad mexicana, la instalación de franquicias norteamericanas de table dance lograron un impacto simbólico muy marcado en las élites y las clases medias urbanas, lo que provocó que en poco tiempo se volviera una actividad común en el divertimento sexual de los mexicanos.
FUENTE: PATRULLA FEMINISTA

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