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enero 24, 2018

Falsos positivos | «Hoy hace diez años comencé a buscar el cuerpo de mi hijo»


Sigue la lucha de Doris Tejada, la única de las Madres de Soacha que no ha podido recuperar los restos de su hijo desaparecido, asesinado y a quien hicieron pasar por guerrillero..

El corazón de una madre no se equivoca. El corazón de una madre siente, en la distancia, los peligros que rozan la vida de sus hijos. El corazón de una madre no se equivoca ante la certidumbre de una última voz, de una última llamada, de un último diciembre.

“Fue el último 31”, dice DORIS TEJADA, sentada en una silla negra, en un salón rodeado de jardines elevados, en el Centro de Memoria de Bogotá.

Afuera el sol cae a chorros sobre la ciudad. El salón, en el centro de Memoria, está lleno de mujeres cuyos corazones jamás se equivocaron.

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ENTRE EL 2002 Y EL 2008, Colombia incrementó de manera sustancial el presupuesto destinado a defensa y seguridad. Una mano de hierro firme se hizo notar desde la Presidencia. En este marco las acciones contra los grupos guerrilleros arreciaron en todo el país como un vendaval eterno, sin tregua.

Las cifras de guerrilleros abatidos en enfrentamiento iban en alza y, con ellas, los incentivos para las fuerzas militares: un viaje de entrenamiento a Dubái para el soldado que más bajas reportara en un periodo, un mes de vacaciones-Diciembre, para aumentar la moral- para el batallón que más abatidos entregara finalizando el año o un fin de semana de libertad, sin obligaciones militares, para la escuadra que más disminuyera el número de guerrilleros en un corto plazo.

Según cifras de la Fiscalía General de la Nación, fue en este mismo periodo en el que MÁS DE 4 MIL HOMBRES que no eran guerrilleros, que nada tenían que ver con el conflicto y que en la mayoría de los casos lo único que querían era un trabajo, fueron llevados mediante engaños a otras regiones del país, entregados a un batallón o escuadra militar, puestos de rodilla y después asesinados con un tiro de gracia. Todos aparecerían después vestidos con ropa militar y con un arma en la mano…

 

 

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La historia de Óscar Morales en la voz de Doris Tejada.

VIDEO: César García 


No son más que guerrilleros muertos en combate- fue el discurso que se sostuvo desde las altas esferas militares y, después, reafirmado desde Presidencia.

No eran más que hombres que, en busca de una oportunidad, hallaron la muerte y se convirtieron en el incentivo anhelado de batallones enteros, en el viaje a Dubái, en el fin de semana para visitar a la familia.

“No eran ningunos guerrilleros, eran nuestros hijos, inocentes que pagaron el precio de nacer en este país enfermo”– dice una de las madres.

Entre 2002 y 2008  desaparecieron en Colombia más de cuatro mil vidas inocentes, sin más. Era el periodo en el que una mano firme, de hierro, se hizo notar desde la Presidencia; era el periodo presidencial de Álvaro Uribe Vélez.

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Por iniciativa de las Madres de Soacha, hace dos años Doris Tejada se tatuó la figura de Óscar, su hijo desaparecido. Solo accedió a hacerlo si le dibujaban el rostro exacto.
FOTO: César García


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-Los hijos se van yendo de a poco- dice Doris Tejada. Unos se van más temprano que otros de la casa, pero nunca de nuestras vidas.

Doris es una madre que habla desde el dolor y la resistencia, cuando habla pareciera que fuera madre de todos.

– Óscar fue tan juicioso, nunca se me desordenó, ni un retoño me dejó. Cuanto quisiera que en algún momento hubiera dejado tanto juicio y se hubiera desordenado, por lo menos una vez.

Una sonrisa apenas perceptible se esboza en sus labios. Lleva el pelo recogido, largo, en una trenza de cabellos plateados que caen sobre sus hombros.


«Había viajado, desde Fusagasugá hasta Cúcuta, donde vivía mi otro hijo. Era diciembre. Ya llevaba días allá tratando de concretar un negocito. Me llamaba. Me llamó el 31 en la noche, estaba triste, era su primer 31 sólo. No me he tomado ni una cerveza mamá, recuerdo que me dijo. No se preocupe mamá que para el día de reyes estoy de vuelta, no se preocupe.
Algo que no olvido nunca es que me dijo tres veces: mamá estoy en el centro de Cúcuta, no se le olvide que estoy por el centro».

 


Han pasado muchos días de reyes y él no volvió.

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Fue el 16 DE ENERO DE 2008 el día en que Doris sintió la punzada en el corazón. Era de noche y dormía junto a su esposo.

“Algo le pasó a Óscar”– dijo- y se hizo lágrimas.

“No se preocupe mi amor, debe estar por venir en estos días”– dijo su esposo.

-Fue como si se me desprendiera algo desde el fondo del cuerpo. Recuerdo que me entró un dolor en el vientre fuerte.

Habían intentado comunicarse con Óscar en los días que siguieron a ese 31 fatídico pero el celular siempre respondía con la frialdad de la misma razón:“Sistema correo de voz, deje su mensaje al oír el tono”

El tiempo, ese escenario irrebatible en el que trascurren las vidas, nunca frena, nunca para. Fueron tres años sin saber nada de Óscar, días de espera, zozobra sin tiempo.

“Mamá no se preocupe que eso en cualquier momento se le aparece por la puerta y ya”-decían sus hijos.


«Entre septiembre y octubre del 2011 estaba sentada viendo el noticiero en la casa. Vi una noticia que me causó un escalofrío en todo el cuerpo, unas madres decían que sus hijos habían sido asesinados por militares y luego presentados como muertos en combate, con ropa militar y todo. Pensé en Óscar y me eché la bendición. Creo que ese fue el primer mensaje que me envió. Decidí ir a la fiscalía y poner la denuncia formalmente de la desaparición de Óscar».


 

Se oye el silencio…

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El rostro de Óscar en uno de los tejidos de Doris.

Oscar creció arropado bajo el manto de una familia cálida. Eran seis hermanos que vivían con sus padres, Doris Tejada y Darío Morales.


Éramos una familia feliz, unida. Aunque la desgracia ya nos había tocado la puerta con una de mis hijas. Era jovencita, se había venido a vivir a Bogotá y aquí la encontró la mala hora un día cualquiera, mientras esperaba su transporte. La atropellaron.


 

 

Una luz tenue, blanca, se filtra por el ventanal del Centro de Memoria, mientras Doris Tejada, entre silencios, me cuenta su historia.

-Óscar era buen bailador, le gustaba bailar salsa, era el único que me seguía el paso en las fiestas, en esos 31 de diciembre que ya duermen en el tiempo. Una vez fue a Cali a participar en un concurso de salsa. También le gustaba cantar, y lo hacía bien. Alguna vez interpretó a Juan Gabriel en un concurso de canto.

Ahora una sonrisa leve se posa en sus labios, mientras termina el tejido de la tarde. CORRÍA EL 2012 cuando Doris, desesperada, acudió a la fiscalía para que le ayudaran a encontrar a Óscar. Ya lo había buscado en los lugares donde creyó que podía estar y en los que una madre jamás querría encontrar a su hijo: hospitales, comisarías.

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Las manos cruzadas que se parecen a un corazón son de Darío Morales, el padre de Óscar. Quiere limpiar el nombre de su muchacho y por eso trabajó muy duro en una década para poder costear la ilusión de encontrar su cuerpo.
FOTO: Andrés G. Borges.


«Doña Doris no se preocupe que se lo vamos a encontrar, la vamos a ayudar, tenga fe»
-le dijo entonces un funcionario del CTI, de la fiscalía.


 

Al otro día volvió.

-Doña Doris, encontramos a su hijo. Pero déjeme preguntarle algo, ¿él estaba vinculado a alguna organización ilegal o terrorista?

-¿Mi hijo? ¿Mi Óscar?, jamás, ¿por qué me dice esas cosas tan feas?

-Doña Doris su hijo está en el Copey, departamento de Cesar. Él murió en un enfrentamiento con el ejército nacional y allá está enterrado.

Dolor.

smiley | Doris ojea un libro de memorias sobre los falsos positivos. Sobre el sofá, una manta que ella misma tejió y que recrea el lugar donde se le vio por última vez a Óscar.
FOTO: Andrés G. Borges

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Los tejidos de Doris Tejada, como el que trabaja esta tarde de Mayo, son TEJIDOS DE MEMORIA, DE RESISTENCIA. Al mes de recibir la confirmación de la muerte de Óscar, buscó a las madres que meses atrás había visto en televisión. Se habían constituido entonces como Colectivo, Las Madres de Soacha. Así era como, un mes después, Doris Tejada entraba a ser parte de una organización de tejedoras que, a través de las hiladas, exorcizaban sus tristezas y se ponían de pie para exigir justicia.

Hoy, el Costurero de la Memoria, es un grupo unido en el que no sólo están las madres de los denominados Falsos Positivos, también lo conforman víctimas de crímenes de Estado, de los paramilitares. En el salón en el que se reúnen todos los jueves para bordar contra la impunidad, se presentan una a una.

Y así se presentan todas, una a una, con la dignidad que emerge de sus tragedias.

 

«Buenas tardes, me llamo Blanca.

Pertenezco a la etnia wayuu y llegué a Bogotá desplazada por los militares. Un mal día se metieron, acusándonos de guerrilleros, y nos masacraron. Mataron a mi hija, a mi esposo, a muchos familiares y amigos. Me tocó venirme para salvar mi vida, a dormir en la calles al principio, con un cartón encima. Ahora hago parte de varias organizaciones en las que luchamos para que cese la impunidad delirante de este país».

«Buenas tardes, mi nombre es Lilia.

Soy víctima del genocidio contra la unión patriótica, a mi papá lo mataron estando yo muy pequeña. Pero aquí estamos, resistiendo con nuestros tejidos, los llevamos a plazas públicas, a eventos, a instituciones para que se haga justicia y memoria.  Y aunque lo seamos, no queremos quedarnos bajo el rótulo de víctimas porque somos más que eso, somos amor y resistencia».

 

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Doris ajusta la máquina de coser junto a Darío, su esposo. Ambos tuvieron que cambiar por completo su vida para dedicar buena parte de sus ingresos a la búsqueda del cuerpo de Óscar. Tienen un taller de modistería en Bogotá. FOTO: César García

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9 DE NOVIEMBRE DE 2004. Doris y su esposo, Darío Morales, emprenden el viaje para encontrar a Óscar; un viaje que durará más de 16 horas hasta que lleguen, hacia las 10 de la mañana, al potrero que funge de cementerio donde está enterrado su hijo. Van acompañados por las personas que integran el Costurero de la Memoria, por las madres de los desparecidos de Soacha.

El Copey es una población del Caribe colombiano encallada en las aguas turbias de un pasado caudaloso en horror. Un municipio de gente que alguna vez fue risueña y que hoy asume los atributos de un pueblo de fantasmas. La violencia paramilitar que se ensañó con la región dejó un saldo siniestro de 5311 DESPLAZADOS y 176 DESAPARICIONES. En esta tierra de hojas secas todo habitante ha tenido que ver con la violencia, todos la han padecido, todos la han sentido.

“Llegamos cansados del viaje. Parecía un viaje de nunca acabar. Después de reponernos un poco salimos todos hacia el sitio donde nos dijeron que estaba enterrado Óscar, que no es más que un potrero en el que hoy quieren construir casas”.

En el lugar crece el monte y la maleza pero no la verdad. Es un destapado de tierra en el que se asoman, corroídas por el olvido, algunas lápidas polvorientas.

“Antes de llegar al sitio sentí algo y me desplomé. No podía más que llorar. Llevábamos con mi esposotres Caballeros de la Noche para sembrarlos ahí junto a ellos y que por las noches soltaran ese aroma único que los caracteriza”.

Darío Morales llevaba el rostro de todos los hombres cansados del mundo pero eso no fue impedimento para que cogiera una pala y empezara a sacar tierra, basado en las descripciones y en el mapa que les habían hecho del lugar exacto del acontecimiento. Doris lloraba.

Darío sacó tierra con sus fuerzas. Ahí sembramos los Caballeros. Luego nos despedimos de Óscar. Recuerdo tanto el arcoíris que quedaba a mis espaldas, porque mientras salíamos yo volví a mirar y lo vi ahí, sonriendo y despidiéndose de mí desde el arcoíris.

Los 33 peregrinos volvieron al bus para emprender el retorno; el ambiente ya era otro, Doris Tejada se sintió liviana, ligera, aunque no hubiese recuperado aún los restos de Óscar, ya sabía dónde estaba, ya lo había sentido:

¿Nos tomamos un guarito? – gritó en pleno viaje.

Risas.

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Empezar un nuevo año siempre es un ritual duro para Doris. Un 31 de diciembre fue la última vez que habló con Óscar.
FOTO: César García


Del grupo de 19 madres víctimas de los mal llamados falsos positivos, Doris Tejada es la única que aún no recupera el cuerpo de su hijo. Mientras que eso no suceda, el ciclo no se cerrará y ella no podrá ir a visitarlo, conversar con él y dejarle flores. La dificultad para recuperar a Óscar tiene el rostro del horror: se cree que en el lugar hay más de 50 cadáveres sin identificar, la mayoría resultado de la violencia que se ensañó con la región. Han pasado diez años desde esa última llamada, ese último diciembre.

EL 25 DE JUNIO DE 2015 las madres entraron en conflicto con el Ex Presidente Uribe luego de que este, en redes sociales, escribió un mensaje que se reprodujo a alta velocidad: “En reunión con las madres de Soacha varias me expresaron que sus hijos estaban infortunadamente involucrados en actividades ilegales, lo cual no excusa para asesinarlos, pero la hipótesis no fue examinada por la justicia”.

“Fue una manera de re-victimizarnos, de justificar y de dejar en una posición de delincuentes a nuestros hijos- dice una de las madres”.

Así que buscaron asesoría y demandaron al expresidente por injuria y calumnia. Han pasado dos años desde que inició el proceso y ellas siguen ahí, con una voluntad férrea curtida de paciencia.

“Sólo lo vi una vez, en la primera ocasión que nos tocó ir al juzgado. Recuerdo que lo miré fijamente en toda la audiencia, casi sin espabilar” – dice Doris Tejada.

EL 5 DE MAYO DE 2017, cuatro madres, entre ellas Doris, llegaron a la audiencia de conciliación esperando darle fin al proceso iniciado contra Uribe, pero el Ex Presidente no llegó. Lo que si llegó fue su abogado con un borrador en el que el demandado se retractaba de lo dicho.

En una camiseta, familiares y amigos de Óscar le escribieron a manera de homenaje mensajes cargados de recuerdos y amor, pero también de rabia y frustración fruto de la impunidad de su caso.  FOTO: Andrés G. Borges

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En el Centro de Memoria esta vez el sol no cae a chorros, generoso. Es una tarde gris de junio y en el salón donde se reúne el Costurero de la Memoria hay un ambiente festivo, una de las madres cumple años. El 19 de mayo, en la Corte Suprema de Justicia, el expresidente Uribe se retractó de lo dicho aquel 25 de junio que, en la memoria, nunca deja de ser reciente:

 

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El expresidente Uribe les pide perdón a las Madres de Soacha y se retracta de lo que escribió en Twitter. | CM&


Una sonrisa apenas perceptible se esboza en los labios de Doris Tejada. Llega la noche en el Centro de Memoria y ya varias madres han partido con rumbo a sus casas. Doris sale del lugar y camina, se aleja hasta desaparecer entre los transeúntes, hasta hacerse invisible a nuestros ojos.

En un parque, cerca de su casa en Bogotá, Doris encontró varios Caballeros de la noche (atrás). A veces se va por las tardes a sentir su aroma. En esos árboles siente la conexión con los que dejó sembrados en El Copey, Cesar, donde algún día encontrará el cuerpo de su hijo. FOTO: César García

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EL CUERPO DE ÓSCAR SIGUE EN EL COPEY, acompañado por el aroma de los Caballeros de la Noche que sembraron sus padres. El corazón de una madre no se equivoca.  __

FUENTE: SEMANA

 

 


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