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diciembre 14, 2017

Hola Putera: comprar mujeres no es un derecho


El Perú tiene dos problemas tangibles que son el machismo y el racismo, ambos problemas se sostienen gracias al capitalismo neoliberal, que no solo se alimenta de ellos, sino que a la vez los fortalece.

Y es que en una sociedad donde todo se compra y todo se vende, aquel que tenga el poder de comprar estará siempre por encima del resto, puesto que es así como funciona el poder en nuestra sociedad, siempre hay alguien por encima de otro y lo vemos en todos los aspectos sociales, por eso vivimos con una desigualdad brutal, brutal pero a la vez naturalizada por el mismo sistema que nos dice que está bien querer llegar a ser más que los demás, más rico, más popular, más blanco, más conocido, etc.

Esta visión social desde el neoliberalismo permite que haya personas que se autodenominan intelectuales y que defienden el “derecho” de las personas racistas para “manifestarse” de manera discriminatoria en el nombre de la libertad de expresión, y permite que personas que se autodenominan feministas defiendan su “derecho” de comprar mujeres.

Aquí la aclaración necesaria que diferencia al feminismo de cualquier otro movimiento social: comprar mujeres NO es un derecho.
En una sociedad de iguales eso ni siquiera estaría en discusión, pero dado que estamos en una sociedad capitalista donde los deseos de los puteros son la normativa de acuerdo al dinero que maneja, se ve como normal “defender” la prostitución desde la mirada neoliberal al grito de “¡Es su decisión!” lo que indica el análisis individualista del problema, reduciendo la crítica a un mero negocio, o en el mejor de los casos a un intercambio de servicios, en ciertos casos (excepcionalmente) seguramente que lo es, pero quienes en líneas generales y a nivel macro sacan ganancia de eso son los proxenetas que lucran con el cuerpo de las mujeres y los puteros quienes ven realizados sus deseos comprando mujeres, y esto sin olvidar que son las mujeres racializadas las que llevan la peor parte en toda esta cadena, por lo que la conexión de machismo y racismo está latente aunque en algunas esferas los puteros prefieran heteronormatividad de la belleza.

Recientemente Gabriela Wiener en un artículo defendió su posición de putera, haciendo un recuento desde su experiencia personal comprando una mujer, habla de cómo pudo permitirse comprar el acceso al cuerpo de una mujer con la naturalidad que el sistema le otorga, como quien habla de elegir zapatos, pero que son entregados a domicilio claro.

Luego hace referencia a la campaña de las Towanda Rebels #HolaPutero, y aunque confiesa haberse sentido interpelada, en lugar de tomar una postura feminista, crítica y reflexiva al respecto, esgrime sus argumentos basados en la necesidad de las mujeres de “trabajar” vendiendo sus cuerpos. Se olvida Gabriela que un análisis feminista exige que las injusticias dentro del sistema patriarcal sean abolidas, no reguladas y mucho menos aceptadas usando eufemismos para acciones concretas que siguen oprimiendo a las mujeres: La prostitución esclaviza, no libera y por tanto no puede considerarse un trabajo. La problemática de la prostitución no es compleja, la base de la prostitución es el patriarcado, el hecho de que lo veamos como un trabajo es debido a su alianza con el capitalismo neoliberal, esa misma alianza que ha naturalizado la idea de la esclavitud sexual como una libre elección de mujeres empoderadas y el consumo de estas mujeres como una necesidad social y hasta derecho personal de cumplir fantasías. Pues no.
En una sociedad como la nuestra, donde el patriarcado ha cosificado a las mujeres hasta el extremo de convertirnos en mercancía, la idea de libre elección es ficticia, la “fantasía” de comprar mujeres es real en sí, pero eso no justifica el hecho de que otro ser humano esté al servicio de aquel que puede pagar por acceder a su cuerpo, no interesa si como comenta Gabriela, el putero es amable “y se lo pasan bien” ¿Hay que aplaudir al putero que no es violento, que no humilla, que no mata o agrede? La respuesta es no, porque el simple hecho de comprar el acceso al cuerpo de otra persona ya es un acto deplorable en sí mismo. Y a la pregunta “¿Son víctimas todas las prostitutas?” pues la respuesta es sí, rotunda y categórica.

Entiendo que desde la mirada de una putera la respuesta sea negativa, pero voy a detenerme en un punto básico para explicar mi afirmación: La lucha de mujeres desde el feminismo es una lucha colectiva, y éste colectivo abarca el 50% de la población mundial, así que si como feministas no somos capaces de luchar por aquellas víctimas de trata, niñas secuestradas de sus hogares y obligadas a prostituirse, mujeres que son orilladas por el sistema económico hasta aceptar prostituirse, mujeres criadas en familias machistas donde les inculcaron que no sirven para otra cosa que para prostituirse, víctimas de violaciones que tienen la moral tan destruida que no tienen otra opción, estudiantes universitarias que son captadas con engaños y luego extorsionadas y amenazadas par no denunciar ni dejar la prostitución… y la lista sigue, si nos cegamos a esa realidad por defender la compra de mujeres, estamos alejándonos de las bases del feminismo, y estamos poniéndonos del lado del opresor, del lado del sistema patriarcal que nos tiene a las mujeres como ciudadanas de segunda categoría, totalmente reducidas a objetos y que en la prostitución se nos ve reducidas a simple mercancía.

Que la prostitución es esclavitud, sí, hay que asumirlo y llamarlo por su nombre. Recientemente Alika Kinan, feminista radical sobreviviente de trata, dijo en referencia a la campaña #HolaPutero que los colectivos feministas que no se suman a la lucha contra la prostitución lo que hacen en realidad es apoyar una práctica violenta que viola los derechos humanos de cientos de miles de mujeres.

Otro punto que me gustaría recordar a propósito de un comentario de Gabriela sobre el trabajo doméstico, ya que se pregunta que “para cuándo un #HolaPatrona”, bueno, tanto la contratación de otras mujeres para encargarse de los cuidados, como la prostitución se ven enmarcadas en lo que las feministas llamamos feminización de la pobreza, es un concepto que implica el entendimiento de las estructuras de poder que el patriarcado ha creado, los cuidados son la base de la economía, y son las mujeres quienes tiene que realizarlos según los lineamientos misóginos que nos colocan por debajo del hombre, las mujeres que pueden acceder a pagar esos cuidados también se encuentran en una situación de desigualdad frente al hombre, por lo que pagan a una mujer que está por debajo de esa estructura de poder, mujeres generalmente que han tenido que emigrar abandonando en algunos casos a sus propios hijos para cuidar los de quienes tienen el poder de pagar por ello.

Nuevamente y para reafirmar la idea, el feminismo debe cuestionar los privilegios masculinos y no atacar a las mujeres que cuestionan esos privilegios, aquí no se trata de individuos particulares que se ven obligadas o no a seguir ciertos lineamientos patriarcales, se trata de atacar al patriarcado en sí mismo, a aquella idea absurda de que las mujeres estamos por debajo de los hombres, si nosotras como mujeres adquirimos comportamientos patriarcales, entiéndase, si seguimos reproduciendo la cadena de desigualdad que el patriarcados nos ha inyectado en las venas a lo largo de la historia, lo único que hacemos es jugar a favor de esa estructura y no crear sistemas feministas de igualdad que es lo que busca el movimiento de mujeres.

El apelar al #HolaPatrona es un absurdo en sí mismo para dirigir el foco de la discusión nuevamente a atacarnos entre mujeres, estrategia patriarcal clásica y cómoda, otra cosa hubiera sido que Gabriela al sentirse interpelada por la campaña #HolaPutero hubiera aceptado la gravedad que supone que una mujer compre el acceso al cuerpo de otra mujer, y si se hubiera comprometido a destruir esa cadena de desigualdades y esclavitud el feminismo hubiera ganado muchos más puntos, pues es necesario que las voces mediáticas tomen una postura radical y comprometida en la lucha por la liberación de las mujeres, en lugar de ponerse, como en el caso de Gabriela, de parte de los puteros maquillando la postura defendiendo el “trabajo” de las mujeres prostituidas.

En la sociedad patriarcal es el hombre quien tiene el poder por defecto, y en el modelo económico capitalista neoliberal actual quien tiene el poder es aquel que paga, ¿se entiende por qué la mayoría de clientes de la prostitución son hombres y por que las mujeres que acceden a comprar otras mujeres son las que tienen mayor poder adquisitivo y por qué hay que abolir esa práctica?

Nuestra tarea como feministas es luchar por conseguir la igualdad, no para reglamentar deseos que propician la feminización de la pobreza. La filósofa Silvia Federici dice que El cuerpo de la mujer es el límite del capitalismo, es necesario entender que toda la economía capitalista neoliberal se basa en el dominio del hombre sobre el cuerpo de la mujer como mercancía, y sobre todos los tipos de comercialización de las capacidades de las mujeres para ser autónomas y libres, el daño que el pensamiento neoliberal le está causando al feminismo con el mal uso del término empoderamiento como sinónimo de hacer lo que el patriarcado quiere, porque tú lo quieres, es peligroso y hay que criticarlo y erradicarlo ya, si realmente queremos una sociedad de mujeres libres.

FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA


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