diciembre 6, 2017
Katrín Jakobsdóttir, la feminista y ambientalista electa como primera ministra de Islandia
Tras las elecciones del pasado jueves, la líder del Movimiento Izquierda Verde es la segunda mujer en gobernar el país nórdico.
Katrín Jakobsdóttir fue investida como la primera ministra de Islandiael pasado jueves, después de que se llevaran a cabo las elecciones anticipadas llamadas por Bjarni Benediktsson, quien solo llevaba nueve meses en el poder como Primer Ministro y que, por estar involucrado en un escándalo político, tuvo que renunciar a su cargo.
Una particular alianza entre el conservador Partido Independiente, el Partido Progresista y el Movimiento Izquierda Verde unificó las votaciones de una Islandia fragmentada por las noticias de corrupción que han empapado al país desde el 2008, con el colapso financiero.
Jakobsdóttir, de 41 años, se considera a sí misma feminista y sus principales propuestas se inclinan hacia la defensa del cambio climático, la igualdad de género y el aumento del gasto público en salud, cultura y educación.
Licenciada en Filología Islandesa, esta mujer fue ministra de Educación, Ciencia y Cultura durante el período 2009 – 2013. Por su buena gestión y por haber sido ajena a los escándalos de corrupción, Jakobsdóttir ha gozado desde entonces de una evidente popularidad entre los habitantes de la isla.
Una de sus mayores apuestas en plena crisis islandesa fue incrementar el presupuesto destinado al arte para impulsar la economía nacional. El resultado fue haber logrado que la cultura se convirtiera en la segunda fuente principal de ingresos de Islandia, luego del sector pesquero.
Su núcleo de votantes, concentrado en jóvenes entre los 18 y 29 años, y mujeres, coincide con la visión del nuevo poder ejecutivo islandés, que trabajará por el desarrollo de la infraestructura en áreas rurales del país, la recepción de más refugiados, la eliminación de la brecha salarial entre géneros y la lucha por ir más allá de los Acuerdos de París para lograr la reducción de la huella ecológica y para alcanzar la neutralidad de carbono en 2040.
FUENTE: EL ESPECTADOR