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noviembre 17, 2017

La desigualdad de género comienza en el hogar


ONU Mujeres

En palabras de Johanna Tantria T. Wardham: “La desigualdad de género comienza en el hogar”

La pasional y vehemente Johanna Tantria T. Wardham es mundialmente conocida como Jo. Se le puede ver con frecuencia en Prumpung y en otros barrios urbanos marginales —donde goza de popularidad—, en las afueras de Yakarta, la ajetreada capital de Indonesia. Su objetivo en la vida es construir, desde las bases, una cultura por la igualdad de género. Encabeza debates en las comunidades, capacitaciones para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas, y realiza auditorías de género.

En el camino, se ha convertido en la persona de referencia para la comunidad. Jo es miembro del personal de la ONG Kalyanamitra, la entidad asociada a ONU Mujeres en el programa piloto Ciudades Seguras de Indonesia. Debido a la elevada prevalencia de la violencia en los barrios —incluida la violencia de género—, el área de Prumpung quedó seleccionada junto con otros dos lugares para llevar adelante esta iniciativa. Según la Comisión nacional sobre la mujer, en 2016 se comunicaron más de 250.000 casos de violencia contra las mujeres y las niñas en Indonesia. Hoy en día, Jo es fuente de inspiración no sólo para quienes trabajan con ella, sino también para las jóvenes estudiantes que quieren retribuir a la comunidad.

“Me licencié en derecho. Ya cuando estudiaba, participaba activamente como activista estudiantil. Siempre supe que debía transferir mis conocimientos a muchas otras personas. Me crié en una familia de pueblo. Mi padre era empleado público. En los alrededores, vivían muchas personas pobres. Siento que cargo con la responsabilidad de transferir mis conocimientos a otras personas; es el consejo que mi padre me inculcó antes de morir.

La desigualdad de género comienza en el hogar, en la desigual división de las tareas. De esa manera, se genera violencia contra las mujeres en todas sus formas… en particular la violencia de género. A menudo, me encuentro con estos problemas en los sitios donde trabajo. Creo que la desigualdad de género empieza desde la familia.

Yo tuve suerte… En mi familia, tanto mi madre como mi padre eran un ejemplo para el barrio: mi padre no diferenciaba entre el trabajo de las mujeres y el trabajo de los hombres. Todos los días, era él quien fregaba los pisos y lavaba los platos. Los domingos, lavaban juntos la ropa. Somos católicos, por lo que las vecinas y los vecinos se alegraban de que él supiera hacer de todo.

Cuando elegí este trabajo, supe inmediatamente que no sería una tarea fácil, más bien difícil y compleja, ya que se trataba de modificar los paradigmas enquistados en la cultura de la comunidad. No sólo vivimos en un sistema capitalista con valores patriarcales, sino que, además, como mujeres, somos la cara de la pobreza. Así son las cosas aquí. Numerosas ONG trabajan para erradicar la desigualdad de género. Organizamos campañas, debates, instancias educativas, atención de casos… muchas otras ONG hicieron lo mismo antes. Pero yo creo que la clave es la concientización de la comunidad. Es muy importante organizar a los grupos comunitarios como actores críticos, apoyar los cambios culturales, además de aquellos en el sistema que margina a las mujeres.

En nuestra comunidad, el mayor problema de las mujeres es la desigualdad de género. Desigualdad en las relaciones familiares, división desigual de las tareas del hogar, violencia doméstica; encontramos, además, violencia sexual contra las mujeres y las niñas.

Deseo poder ver que las familias entablen relaciones más saludables. Los estrictos roles de género no deberían existir en las familias. Ellos y ellas deberían trabajar en equipo en el hogar; de esa manera, se previene la violencia sexual en la familia.

Me llena de esperanza que las mujeres de la comunidad me cuenten sus historias: ‘mi esposo está dispuesto a lavar la ropa’; ‘me ayuda con la cena’. Me demuestran que nada es imposible. ¡El cambio es posible!

Siempre les digo a mis estudiantes que no deberían enfocarse solamente en graduarse y obtener un empleo para ganarse la vida. Deberían tener consideración y mostrar preocupación por otras personas. No hace falta pensar en grande, pueden convertirse en faros para quienes no tienen las mismas posibilidades de las que disfrutamos”.

FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA


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