octubre 11, 2017
Las feministas polacas, Trump y “El cuento de la criada”
Entre todas las noticias horrendas a las que nos enfrentamos a diario, da gusto encontrarse con acciones de repudio e indignación al que a todas luces es uno de los orígenes del problema: la misoginia institucionalizada por las naciones más poderosas. Las feministas estamos organizadas al rededor del mundo y me llena de esperanza saber todo el trabajo que se está realizando para que los resultados de esa organización se vean (espero) a corto plazo. En Polonia el movimiento feminista parece ir contra corriente, pero avanza a paso firme, a pesar que la Iglesia Católica muestra todo su poder y conservadurismo desde las más altas esferas de poder. Las feministas no se callan y cada vez que levantan su voz de protesta lo hacen también contra la milenaria tradición polaca y contra el modelo neoliberal que impera desde los 90’s, el cual cada vez parece ser más agresivo que antes por estar totalmente enquistado desde las costumbres más simples a las organizaciones más complejas.
En Polonia el movimiento feminista parece ir contra corriente, pero avanza a paso firme
En lo cotidiano y por lo general, autoproclamarse de izquierda es tomado como una ofensa y si a eso sumas tu convicción feminista como modo de vida ya puedes casi ser catalogada automáticamente como persona non grata. Es por eso que las feministas nos buscamos y nos encontramos en la seguridad de las universidades o en centros culturales que resguardan la tarea feminista como una doble resistencia al neoliberalismo y al sistema patriarcal al que se suma la férrea tradición católica polaca.
Es en ese contexto que la llegada de Donald Trump a Polonia en su primer visita bilateral a un país europeo (todo ésto previo a la reunión por el G20 en Hamburgo) no fue una sorpresa, ya que las políticas ultraconservadoras del gobierno del partido Ley y Justicia PiS (Prawa i Sprawiedliwość en polaco) se asemejan a la línea de Trump principalmente en cuanto a sus medidas antimigratorias, al trato desigual a las minorías y un marcado sexismo, todas semejanzas que comparte con los miembros del proyecto de los Tres Mares con quienes también se reunió en busca de apoyo para afianzar lazos para sus proyectos de expansión económica en la región, basados principalmente en el comercio del gas licuado para competir directamente contra Rusia.
Las imágenes del recibimiento que el gobierno polaco le dio al mandatario estadounidense son espectaculares, para un ojo crítico es fácil distinguir toda la “producción” que significó eso, ya que para empezar la oposición no fue invitada al evento, y cada uno de los miembros del PiS llevaron a un mínimo de cincuenta invitados de su círculo personal para el discurso oficial que Trump ofreció en la Plaza Krasinski el pasado 6 de Julio.
Y ante tantas medidas de seguridad y todo el despliegue que se realizó para que Trump sea ovacionado y se sienta como en casa, las feministas polacas aparecieron para alzar su voz de manera colectiva y hacerle frente a la misoginia internacional. Porque no se trató sólo de pronunciarse en contra del proyecto de los Tres Mares que financia la comercialización de combustibles fósiles en lugar de las energías renovables, no se trató sólo de dejar claro que las políticas ambientales de Trump al salir del Acuerdo de París impactarán de manera global e irreversible a todo el mundo y en particular a las mujeres más pobres del planeta, no se trató sólo de repudiar su política económica, de lo que se trató fundamentalmente fue de plantear de manera fuerte y clara que las mujeres estamos aquí también para hacernos escuchar, y para proponer mejores soluciones a las crisis que enfrentan nuestros países desde una perspectiva de género que apunte a la igualdad.
De manera sistemática los medios hegemónicos nacionales e internacionales se centraron en la línea política de ambos mandatorios y en las teorías frente a la estrategia que significó la reunión de Trump con su homólogo Andrzej Duda, dejando un poco de lado la intervención de las compañeras polacas durante los eventos realizados poniendo más enfásis en la anécdota protagonizada por Agata Kornhauser Duda quien estrechó primero la mano de Melania Trump en lugar de la del presidente de los EEUU durante el cierre del evento.
Muy pocos medios cubrieron las protestas feministas que se realizaron en Varsovia, de hecho apenas si se mencionaron en la prensa o en televisión, pero lo cierto es que Twitter y las redes sociales explotaron con comentarios de repudio a Trump, a su misoginia y a su política sexista, las fotos de las compañeras polacas fueron replicadas miles de veces, ya que brillantemente eligieron realizar la protesta con la temática de la distópia El cuento de la criada de Margaret Atwood, que aparentemente el gobierno de EEUU se empeña en imitar de a poquitos.
En el Cuento de la criada, para llegar a esa realidad extrema de autoritarismo, los derechos de las mujeres fueron totalmente suprimidos, todo en nombre de la lucha contra el terrorismo, la prensa independiente también fue censurada, creando así el escenario perfecto para que los teócratas lleguen al poder para luego dividir a las mujeres en castas, llenarlas de miedo, objetivizarlas y darle como única tarea la reproducción y los cuidados para que el sistema tal y como se conoce se mantenga por siempre. De tan parecido con la realidad es escalofriante y ver que parece que nos acercamos a esa realidad hace que la lucha feminista no cese, porque la misoginia habla diferentes idiomas, se desenvuelve en todos los continentes y se presenta en todos los ámbitos sociales, es por eso que la tarea de los movimientos feministas se hace cada vez más necesaria así como las protestas ciudadanas en las calles, en las redes sociales y en el la vida diaria, ya que las mismas reflejan la toma de conciencia que hemos alcanzado como sociedad y el nivel de hartazgo que tenemos ante el sistema económico y social que nos oprime.
Me gusta pensar que es gracias a manifestaciones como éstas que nos alejamos más de la distopia de Atwood, porque el movimiento feminista, aunque diverso, apunta a la misma dirección, que es la igualdad de nuestra sociedad por más que muchos políticos misóginos se empeñen en lo contrario.
FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA