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octubre 9, 2017

Una guía mundial para menstruar tranquilas


La organización Human Rights Watch (HRW) publicó una guía con la que busca contribuir a frenar los prejuicios que están afectando la vida y la salud de las mujeres en el mundo.

Amanda Klasing está rodeada de hombres inteligentes. Trabaja para Human Rights Watch como investigadora senior en temas de derechos de las mujeres, lo que la pone a diario en reuniones con diseñadores de políticas públicas o con profesionales de agua y saneamiento. “Incluso a ellos los he visto incomodarse en sus sillas, cuando empezamos las discusiones técnicas sobre la menstruación”, cuenta. Y esos son los hombres inteligentes.

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El resto, en países como Nepal, está promoviendo el aislamiento total de las mujeres cuando tienen la menstruación, lo que el año pasado causó la muerte de una adolescente de 17 años. Según The Independent, existe una gran dificultad para documentar los casos, pero se estima que decenas de mujeres mueren cada mes en zonas de aislamiento, debido a la falta de higiene y a las condiciones climáticas.

En esos días son obligadas a abandonar sus casas o, si les permiten quedarse, no pueden tocar a los hombres, pisar la cocina o usar el mismo baño.

No pasa solo en Nepal. Más de un billón de mujeres en el mundo no tiene acceso a baño en los días que menstrua.

En la India, una niña de 12 años se suicidó en el Estado de Tamil Nadu, ubicado en el sur del país, porque su profesora la humilló tras descubrir que había manchado la ropa. La niña dejó una nota en donde contaba que los primeros en alertarla fueron sus compañeros. Ella pidió ayuda, pero la profesora la obligó a exhibir la mancha frente a todo el curso.

“La profesora ni siquiera tuvo en cuenta que había chicos en clase”, dijo la mamá. “Le exigió a mi hija que se levantara su ‘salwar’ (vestimenta usada tanto por hombres como por mujeres en la India) y que utilizara el paño del tablero como compresa”.

Vamos más cerca. En Estados Unidos, una mujer que trabajaba como operadora de la línea de emergencias (911) demandó a la empresa, pues su jefe la despidió por manchar la silla en los días de su período.

Según ella, debido a los síntomas de la premenopausia, tenía un flujo más pesado de lo habitual. La primera vez, Coleman, accidentalmente, manchó la silla sin darse cuenta y su jefe le dio la orden de abandonar el puesto y cambiarse de ropa. La segunda vez quiso ir al baño al notar el sangrado y, al levantarse del asiento, alcanzó a manchar un poco la alfombra. Bobby Dod, su jefe, decidió escribirle un memorando: “Si alguna vez vuelve a ensuciar la silla con flujo menstrual repentino, será despedida”. Además, la dio de baja durante tres días. Al regresar a la oficina, le informaron que estaba despedida.

De acuerdo con un informe presentado por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), que recientemente decidió retomar el caso y defenderla en la Corte, la razón por la que la empresa despidió a Coleman fue su supuesta falla al practicar “altos estándares de higiene personal y en mantener una apariencia limpia y pulcra en el lugar de trabajo”.

En el comunicado presentado por la ACLU, Coleman dice que está luchando para que ninguna mujer deba pasar por lo mismo, pues ser despedida por esas razones fue humillante. “Amaba mi trabajo en el centro de llamadas, porque me encanta ayudar a la gente”, agregó.

Por su parte, Andrea Young, directora ejecutiva de la ACLU, aseguró en el comunicado que a los empleadores “no les corresponde vigilar los cuerpos de las mujeres o sus ciclos menstruales (…) Despedir a una mujer por tener el período en el trabajo es ofensivo y es un insulto para todas las mujeres trabajadoras. Un período pesado es algo que casi todas las mujeres experimentarán, sobre todo cuando se acercan a la menopausia, y Alisha fue avergonzada, humillada y despedida por ello. Esto es incorrecto e ilegal bajo la ley federal. Estamos luchando”.

Por eso, Human Rigths Watch decidió crear una guía dirigida a las personas y organizaciones que trabajan con mujeres alrededor del mundo, para que asuman el tema de la higiene menstrual como un asunto de derechos humanos.

“Es simple: las mujeres y las niñas tienen derechos humanos y tienen períodos. Una cosa no debe oponerse a la otra”, dijo Hannah Neumeyer, directora de derechos humanos de Wash United, una organización que busca, según dicen, acabar con la crisis mundial de saneamiento e higiene. “Los derechos humanos se ven afectados negativamente cuando las mujeres y las niñas no pueden manejar la menstruación con dignidad, pero los derechos también deben estar en el centro de cualquier solución”.

Dice la guía, que en países en vía de desarrollo, muchos colegios tienen dificultades para acceder a agua potable. Así, muchas niñas prefieren quedarse en casa cada vez que están menstruando, lo que atenta contra su derecho a la educación.

“Queremos construir nuestra educación y tener una buena reputación en el sociedad, por lo que no nos gusta estar ausentesde la escuela cada mes, debido afalta de disponibilidad”, le dijo una niña en Afganistán a la ONG WaterAid.

De acuerdo con un informe de esta entidad, el 48 % de las niñas iraníes cree que la menstruación es una enfermedad.

En Tanzania, piensan que si una toalla higiénica es vista por otros, la dueña de la toalla podría quedar maldita.

En Surinam, muchos creen que la sangre de la menstruación es peligrosa y que una persona mala podría herir a una niña con el periodo usando magia negra. También aseguran que una mujer podría usar la sangre de la menstruación para hacer que un hombre haga lo que ellas quieren.

Para no ir tan lejos, la Biblia dice lo siguiente: “Cuando una mujer tenga flujo, si el flujo en su cuerpo es sangre, ella permanecerá en su impureza menstrual por siete días; y cualquiera que la toque quedará inmundo hasta el atardecer”. “Si alguno se acuesta con mujer menstruosa y descubre su desnudez, ha descubierto su flujo, y ella ha puesto al descubierto el flujo de su sangre; por tanto, ambos serán cortados de entre su pueblo”.

Según WaterAid y Human Rights Watch, las creencias culturales están causando alteraciones hormonales en las niñas, lo que les adelanta la menstruación, hace que tengan periodos más largos, acelera la llegada de la menopausia y atenta directamente contra la vida de las mujeres.

Los prejuicios, a pesar del internet y las facilidades cada vez más amplias de acceso a la información, desconocen lo que debería ser una obviedad: que la mayoría de las niñas y las mujeres menstrua cada mes, de dos a siete días, entre la menarquia y la menopausia. Que es un proceso biológico normal, que no le hace daño a nadie.

El temor y los prejuicios, como lo confirman los casos en Nepal, India y Estados Unidos, hieren y mucho.

Por eso, si usted es un hombre inteligente, tenga en cuenta que, como dice Klasing, “los prejuicios sobre la menstruación hacen parte de la vida cotidiana de todas las mujeres”. Y que, probablemente, a esta hora, una mujer en su oficina está haciendo maromas para esconder la toalla higiénica de su vista, solo para que usted no empiece a incomodarse en su silla.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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