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agosto 24, 2017

Amazona


Este documental de Clare Weiskopf hace un retrato penetrante sobre la relación entre la realizadora y su madre, una mujer extraordinaria de una independencia feroz. ***

País: Colombia

Año: 2017

Directora: Clare Weiskopf

Guion: Clare Weiskopf, Gustavo Vasco, Nicolás van Hemelryck

Duración: 80 min

Hay un momento en el que la directora de este documental, Clare Weiskopf, le pregunta a su madre, Valerie, de qué cree que se trata esta película. “Entre mamá e hija”, responde ella, “de la relación que tenemos”.

En parte tiene razón, ese es uno de los temas de este documental, aunque se expande por todo lo que tiene de potente una relación tan cercana.

El gran atractivo es la figura de Valerie, una mujer magnética y compleja que canta con una voz grave y resonante, que escribe con una lucidez envidiable, que cocina un pescado envuelto en hojas de platanillo en una fogata en medio de su casa en algún lugar del Amazonas.

 

Hay algo espectacular en esta mujer y algo pasa cuando la cámara se la cruza: es como si toda la energía del cuadro fluyera hacia ella, como si fuera un agujero negro, un fenómeno natural irrepetible. Ante algo así, ¿cómo aproximarse? ¿Cómo interpelarlo? ¿Qué preguntas hacerle?

Weiskopf intenta algunas, pero es un ejercicio que no termina de funcionar –y es fascinante que no lo haga–: las respuestas no son satisfactorias quizás porque un ser así responde lo que considera correcto, no necesariamente lo que los demás quieren o creen necesitar.

Amazona comienza alternando escenas de la vida cotidiana de esta mujer en su casa actual en un paraje rural del Amazonas con un recuento de su historia, con su adolescencia en Londres, su matrimonio con un colombiano y su traslado a Armero en los años sesenta o setenta, una ciudad sofocante donde “una mujer no salía después de las siete de la noche”.

 

A medida que avanza un relato que pasa por sus primeras dos hijas, su divorcio, un nuevo matrimonio, otros dos hijos, su vida errante en caravanas en Irlanda y luego en el campo colombiano, la película construye un personaje ferozmente libre, intransigente, de una lucidez dura, al mismo tiempo temible y admirable.

“Lo más importante en la vida de uno es la vida de uno. Eso sí no hay nada que decir”, responde la madre cuando su hija le pregunta si su independencia afectó negativamente a sus hijos. “Si algo no deja que tú vivas tu vida, tienes que hacer algo para que sí. Porque a eso hemos venido”.

Uno de los logros de este documental es mostrar cómo esas tensiones vitales imposibles de solucionar –entre la realización personal y el sacrificio, entre una madre y sus hijos, entre la libertad y la aceptación de normas sociales– tiene consecuencias dolorosas para la vida de todos los involucrados (especialmente dramático es el caso de Diego, el hermano de la realizadora, con sus problemas de adicción).

 

Es una dinámica compleja que la realizadora, embarazada y a punto de empezar su propia familia, intenta resolver pidiendo una excusa materna que Valerie, enérgica y repetidamente, se niega a ofrecer. “Pero sí tienes que aceptar que tú cometiste errores”, insiste la hija. “Eso es parte de la vida, es parte del problema de ser mamá: uno hace errores. ¿Y después lo culpan? Pero ya, eso es la vida”.

 

FUENTE: SEMANA


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