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febrero 18, 2025

La coherencia: el error táctico del feminismo en la política colombiana


Me resisto a creer que la única salida posible, para las representantes de los feminismo en el poder, sea la de pararse de la mesa, y dejarle la vía libre a los hombres machistas y presuntamente violentos en el llamado gobierno del cambio. Es hora de pensar horizontes más tácticos y, quizá, menos coherentes.

La noche de aquel memorable consejo de ministros Susana Muhamad, la ahora ex ministra de Ambiente, selló su camino de salida, quizá sin planearlo. Esa misma noche empecé a ver, con algo de impotencia, cómo varias feministas publicaban tuits de celebración en X, diciendo que admiraban la intervención de Muhamad, y repitiendo la palabra coherencia. “Es-un-acto-de-coherencia”, decían esa noche y las siguientes. “Linda-la-gente-que-no-vende-su-voz”, decían otres con la inminente salida de la ministra más cercana al proyecto político de Petro, cuya gestión es de lo poco que este país, y fuera de él, elogiaba de forma unánime sobre el gobierno.

Quizá por eso es la renuncia que más hemos lamentado de este nuevo remezón ministerial. En su cartera logró una reducción histórica de la deforestación en Colombia en 2023, la restauración de bosques degradados, la adhesión al Tratado de no Proliferación de Combustibles Fósiles y lideró la COP16 el año pasado, entre otros. 

Pero también dolió su salida porque todo el país vio cómo la ministra ‘se hizo el cajón’ en vivo y en directo: en plena sesión televisada, comparable a una junta de Ecomoda, escuchamos su voz quebrada diciendo que, como mujer feminista, no se podía sentar en la misma mesa con Armando Benedetti, ahora jefe de despacho y denunciado por violencia de género. Luego, en entrevista con la W, dijo que su continuidad en el cargo era “insostenible” y que la decisión estaba en manos de Petro, el cual dijo en el mismo consejo que había “visto feminismos que destruyen hombres” .

Ambos momentos fueron poniendo a Muhamad en una posición incómoda, de la cual era imposible salir bien librada: o Benedetti salía, o ella estaba dispuesta a sacrificar su cargo y los logros que venía consolidando en él. Eso había dado a entender. Y si algo ha demostrado el presidente, repetidamente, es que siempre va a preferir pararse del lado del hombre con denuncias por maltrato, que del lado de las mujeres y los feminismos que votaron por su proyecto político. 

Desde lo que pasó en el consejo de ministros la sensación de impotencia ha crecido en mí. No solo por la salida de Muhamad, quien anunció su renuncia el pasado domingo, sino porque me parece cuestionable la celebración de varias feministas, que han aplaudido sin más su decisión de irse, valorando la coherencia por encima de otras estrategias políticas posibles. Es decir, si somos realistas y asumimos que el respaldo de Petro a hombres machistas y presuntamente violentos no va a cambiar, me resisto a creer que la única opción viable para las representantes de los feminismos en el ‘gobierno del cambio’ sea declarar insostenible su continuidad, como hizo Muhamad, y hacerse a un lado para liberarle el camino a hombres como Benedetti o Morris.

Entiendo la importancia de la coherencia, que a la final es la que define nuestras posturas. Y también el valor de eso que en X han llamado la ‘dignidad feminista’, que no se vende y no debería ser negociable. Pero también pienso que si desde los feminismos le estamos apostando a la participación política en el ejecutivo, legislativo y la rama judicial, es necesario que aprendamos a hacer concesiones y negociaciones, en vez de pararnos de la mesa en medio de un juego que, desde su raíz, es profundamente patriarcal. Es decir: la política es cochina per se. Y por eso mismo, entiendo hasta cierto punto el aplauso por la coherencia de Muhamad, y su decisión de no querer ensuciarse. Pero también me pregunto: ¿Qué ganamos? ¿De qué nos sirve en este momento la coherencia, si después de este remezón nos quedamos sin dos ministras feministas y Benedetti sigue tranquilo en el gabinete?

Quizá siga siendo una opinión impopular decir que la coherencia no lo es todo. Que quizá toque sacrificar algo de ella si queremos jugar al juego de la política y apostarle a lograr cambios desde cargos de poder. Pero cada vez me parece más ingenuo, o en palabras de la ex ministra, más ‘insostenible’, celebrar que las feministas de este gobierno renuncien en nombre de la coherencia, decidan liberar un ministerio ocupado por una mujer, que en Colombia esto sigue siendo una conquista histórica, y a la oportunidad de seguir logrando cambios desde allí. Es decir: ¿Qué vamos a lograr si voluntariamente nos salimos de la partida?

Y que sepamos desde el inicio, sin ingenuidad, que es una partida sucia. Porque si algo nos ha mostrado este gobierno de izquierda es que, no importa la filiación, hacer política en este país y ganar, siempre se va a tratar de untarse las manos con esa única forma en la que la clase dirigente ha determinado que se hace política en Colombia. Una que, aparte de ser inventada y desarrollada por y para perfectos representantes del patriarcado que queremos abolir, normaliza la trampa, la corrupción y el clientelismo como dinámicas de canje.

Esa ha sido la verdad inamovible de la que no se pudo deshacer este gobierno. Que Petro debe su presidencia a aquellos que mejor dominan el arte de la realpolitik. Por eso se la ha pasado pagando deudas y haciendo alianzas que, como dijo Muhamad en su renuncia, han desmoronado las promesas hechas a quienes votamos con ilusión por su mandato. Un costo alto, diría yo, que ha dividido internamente a su gobierno (como vimos el pasado 4 de febrero), al Pacto Histórico, y ha puesto en contra a muches de sus votantes. Hoy, sin cabezas como Susana Muhamad o Gloria Inés Ramírez, en el gobierno hoy solo quedan aquellos que entienden el compromiso de esa deuda, y que están dispuestos a hacer todas las concesiones para mantenerse en el poder en 2026.

Por eso, hoy por hoy, Benedetti está sentado al lado de Petro, y no Muhamad. Este, que fue fundamental para su elección y es la ficha más polémica de su gobierno, cuenta con procesos abiertos por corrupción y el año pasado su esposa, Adelina Guerrero, lo denunció por violencia intrafamiliar. Esto no ha sido impedimento para que fuera embajador de Venezuela, de la FAO, asesor presidencial y ahora jefe de despacho, un cargo en el que entra a reemplazar a su enemiga Laura Sarabia, y lo regresa a ser la mano derecha del presidente, apenas para este año pre electoral. 

Es ahí cuando me remito a ese eterno debate de si los movimientos feministas son compatibles con proyectos políticos electorales. Y pienso que a estas alturas, y con el panorama actual del retorno del fascismo y Trump en el poder por cuatro años, más nos valdría que sí. 

¿Pero entonces cuál es el balance? ¿Cuánto podemos perder de coherencia para que siga teniendo sentido, y en qué momento nos toca jugar el juego sucio si queremos seguirnos abriendo vía en la política, en las cortes, en el Congreso? ¿Cómo pueden dialogar entonces los movimientos feministas con una forma de hacer política que, desde la raíz, es incompatible con un proyecto societario antipatriarcal? No tengo las respuestas, pero definitivamente pienso que la salida debe ser más táctica que solo irse voluntariamente de los espacios que nos ha costado tanto ocupar. 

Quizá toque untarse las manos un poco más, y quizá debamos preguntarnos seriamente cuáles son los principios básicos de eso que llamamos dignidad feminista, que no se pueden perder del horizonte. Quizá también debamos creerle menos a la cultura de la cancelación, y pensar otras salidas que nos permitan construir con otres, en vez de pararnos de la mesa rechazando a quienes están a nuestro lado. Muchas lo hemos repetido en nuestra militancia: las feministas también podemos ser incoherentes. Quizá sea hora de apreciar, a veces, la incoherencia como estrategia política. Una incoherencia intencional, estratégica, que le apuesta al camino largo y a un objetivo más difícil de lograr: que los movimientos de mujeres se sigan trepando en el poder para impactar también desde allí.

FUENTE: https://cerosetenta.uniandes.edu.co/


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