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agosto 30, 2019

Yo sí le apuesto a la paz: historia de exguerrilleros que siguen firmes en el acuerdo


Aunque un grupo de cabecillas de las Farc haya decidido rearmarse, existen 10.000 excombatientes luchando en los territorios por sacar adelante el proyecto más importante de sus vidas: la paz.

«Yo creo que 53 años de guerra fue suficiente»

-Nací en el municipio de San Martín, Meta, perdí a mis padres siendo muy niña. Tuve que vivir la violencia cuando quedé huérfana. Infortunadamente, como fue la guerrilla, hubiera podido ser la calle. En una situación de indefensión, a los cinco años cualquier camino llega.

Luz Marina Giraldo era la enfermera del Mono Jojoy en la década de los noventa. Tenía 10 años cuando el esposo de una señora que la recibió en su casa intentó abusarla y por eso no tuvo más opción que unirse a las Farc pues eran «la imagen de autoridad que había en la región».

Estuvo en la cárcel en 2001, salió por vencimiento de términos y fue recapturada en 2005. Ella pagó catorce años por los delitos que cometió con la guerrilla y lleva año y medio trabajando por la reincorporación de los 273 excombatiente que viven en el ETCR «La Guajira» en la vereda Buena Vista, municipio de Mesetas (Meta).

– ¿Por qué estoy convencida de que el proceso de paz es viable? porque como mujer, como madre y colombiana creo que el país ha tenido demasiada guerra. Yo creo que 53 años de guerra, donde todo el mundo fuimos víctimas, fue suficiente. Considero que el  país ya tuvo su baño de sangre.

Es licenciada en pedagogía infantil y estudiante de psicología. Mientras estuvo en la cárcel, realizó sus estudios y ahora colabora con el proceso de nivelación académica de sus compañeros. «Alguien tenía que hacer el trabajo de oficina», dice. 

-Me reencontré con mi amor después de muchos años y volvimos a ser la familia que la guerra nos había negado. Nos vamos a casar próximamente.

Luz Marina se separó de Alexander a los 17 años porque él era la sombra de Manuel Marulanda Vélez y ella, la asignada a la unidad móvil de combate. Era imposible que su amor prosperara en la juventud. Tuvo dos hijos con su primer esposo y el recuerdo de Alexander se desvaneció con el tiempo al no tener noticias de su vida.

Casi treinta años después, con la firma del acuerdo, Luz Marina recuperó a sus dos hijos, de 17 y 14 años, que crecieron con madres sustitutas mientras ella pagó su condena y también se reencontró con el amor; pues Alexander también fue a parar al ETCR en Mesetas. 

Esta mujer pide que la semilla de los espacios de reincorporación no se pierda. Pone de ejemplo a los 56 niños que nacieron en este centro poblado -desde 2017- y los 37 restantes que habitan con sus familias en las pequeñas, pero tranquilas viviendas, que les han dado. 

La confianza de continuar se le siente en la voz. Luz Marina no cambia la tranquilidad de la paz por los bombardeos de la guerra y dice que es cuestión de «bajarle a la efervescencia» ante el anuncio de rearme de Iván Márquez, el Paisa y Santrich, para ver realmente lo que está sucediendo en los territorios. 

– Quiero hacerle un llamado al pueblo colombiano a que nos apoyen. A que no vean lo que hicieron diez excombatientes que decidieron regresar a las armas, sino lo que estamos haciendo 10 mil excombatientes que estamos en los espacios territoriales por salir adelante.

«Lo más importante a lo que nosotros nos podemos dedicar, con el mismo compromiso que durante muchos años lo hicimos en la guerra, es a construir paz»

A Manuel Bolívar no le gusta que lo llamen “excombatiente” se define como integrante del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. En 2001 dejó sus estudios de Sociología e ingresó a las Farc por espacio de 15 años, hoy, 18 años después, retomó su carrera en la Universidad Nacional en dónde ya cursa séptimo semestre.  

Actualmente reside en Bogotá, en donde además de estudiar, está encargado de hacer la difusión de los avances del proceso de implementación de los acuerdos. También hace parte de la cooperativa NC producciones que agrupa a 55 hombres y 28 mujeres de la desintegrada guerrilla. Para Manuel; sus compañeros, el país y la comunidad internacional quieren la construcción la paz estable y duradera que se buscó en La Habana. 

– Lo más importante a lo que nosotros nos podemos dedicar, con el mismo compromiso que durante muchos años lo hicimos en la guerra, es a construir paz. 

Dice que no deja de ser doloroso que algunos exjefes vuelvan a rearmarse: “Uno que estuvo metido en la guerra sabe lo que significa, sabe que es mucho dolor, que es mucha tristeza, que es desaparición y desplazamiento”. Pero es optimista en decir que el compromiso por proscribir las armas y la violencia de la política, sigue intacto en él.

“Si en tiempos de guerra fuimos exitosos, en tiempos de paz debemos serlo más”

Jhan Carlos vive en el ETCR “Carlos Perdomo” de Caldono. Es reacio a hablar de su vida personal y prefiere enfocarse en el proyecto productivo que lo mantiene del lado de la paz. Ingresó como militante de las Farc hace 21 años y actualmente lidera una cooperativa de “encadenamiento bioproductivo” que reúne seis proyectos sobre una línea estratégica. 

 -Estamos trabajando en pro de cumplir las metas que se establecieron en el plan de acción. Frente a las personas que se declararon en armas, nosotros somos respetuosos de eso. Nos acogemos a las directrices que el partido tomó en su momento. 

Dice que desde 2007, en la Novena Conferencia de la guerrilla, Manuel Marulanda les planteó la idea de parar la guerra. «El camarada Manuel nos dijo que los efectos en el tejido social eran irreversibles” y por eso, desde aquella época, se venía preparando para dar el paso a la vida civil.

Él quiere llegar a 500 hectáreas de producción de aguacate hass, pero su proyecto productivo incluye, además; piscicultura, apicultura, cría de cerdos y hasta la siembra de tomate de árbol. Su apuesta es ambiciosa, pero tiene convicción que, con los recursos de cooperación internacional, será posible sacar adelante cada una de las iniciativas.

Jhan Carlos reitera: “lo que diga el partido para nosotros está bien” y por eso no emite concepto sobre el rearme de algunos cabecillas. De lo que sí habla es de la necesidad de compaginarse con el territorio indígena en el que vive, pues su experiencia en la guerra lo ha llevado a entender que se requiere una forma de producción que sea compatible con el medio ambiente y el territorio.

Lo que estamos haciendo es cumplir con los compromisos, garantizar una reincorporación exitosa, revertir los efectos del conflicto en el menor tiempo posible y articular un proceso un desarrollo comunitario.

FUENTE: SEMANA


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