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noviembre 14, 2025

Ironhuman, el reto deportivo de Bego Alday para cuestionar la construcción del género desde la Antártida


Tras meses de entrenamiento en algunos de los lugares más extremos del planeta, como Islandia, Canadá, Finlandia, Groenlandia o la Patagonia, Bego Alday se prepara para viajar a la Antártida y completar un Ironhuman, un triatlón de distancia Ironman que ha rebautizado para cuestionar cómo se construye el género en el deporte y convertirse en la primera persona no hombre en realizarlo.

«Cuanto más extremo es el deporte, más se va cerrando el embudo en la participación femenina o de disidencias», explica a Efeminista Bego Alday (Vitoria, 1996), atleta y capitán de la marina mercante, que actualmente cursa el Máster de Estudios Feministas y de Género en la Universidad del País Vasco.

Con la salida de la expedición prevista para el 5 de diciembre, el equipo acelera los entrenamientos y ha lanzado una campaña de crowdfunding para reunir los 50.000 euros necesarios para financiar el viaje y grabar un documental del proyecto.

«No quería llamarlo Iron Woman. No quería que fuese una conquista de empowerment femenino ni decir ‘soy chica y también puedo hacerlo’», señala Alday, que pretende abrir preguntas y ampliar quiénes pueden imaginarse en estos espacios.

¿Qué es el Ironhuman?

Ironhuman es un doble proyecto deportivo y audiovisual. En lo deportivo, la meta es completar un triatlón de distancia Ironman (3,8 km de natación, 180 km de ciclismo y 42,195 km de carrera a pie) en condiciones antárticas, sobre hielo, agua a temperaturas extremas y viento imprevisible, es decir, unas 30 horas continuas de esfuerzo en un lugar donde se superan los treinta grados bajo cero.

En lo narrativo, el objetivo es grabar un documental que permita resignificar la épica del deporte para abrir hueco a identidades, cuerpos y relatos que rara vez ocupan el centro del encuadre.

«La palabra Ironman creo que nos dice mucho… aunque no sepas de qué va, ya piensas que es algo durísimo. Ese poder del lenguaje es lo que yo quiero usar para contar otras cosas«, señala Alday, quien ha desarrollado toda su trayectoria en contextos altamente masculinizados.

«He trabajado como militar y como marino mercante. Son dos mundos muy masculinizados», recuerda. Y en ellos pudo observar cómo las estructuras simbólicas definen quién habla, quién lidera y quién está autorizado a ocupar ciertos espacios. Lo mismo ocurre en el deporte extremo, su dificultad no expulsa a las mujeres o disidencias por incapacidad, asegura, sino porque nunca han sido narradas ahí.

Romper la narrativa heroica y ampliar los imaginarios del deporte

«Lo extraordinario no es lo que estoy haciendo. Lo extraordinario es que se me ocurra«, reconoce Alday, que insiste en que no es una cuestión de fuerza física, sino de imaginarios.

En el deporte, los hombres suelen tener una confianza que viene dada por cómo han sido educados, es decir, explica,»ellos están en su casa y dicen ‘puedo hacer esto’», se sienten seguros y capaces casi de forma natural. Sin embargo, quienes han sido socializadas como mujeres o fuera de la norma suelen llegar a estos retos solo cuando están completamente seguras, «no es que piensen que pueden, es que lo saben hacer perfecto, lo han entrenado ochenta veces«.

«En las carreras de retos extremos, cuanto más largas, difíciles y duras son, va cayendo la participación femenina o de disidencias. Pero, sin embargo el porcentaje de éxito entre ellas es muchísimo mayor», añade.

«La idea es poner sobre la mesa ciertos temas que son muchísimo más sutiles, desde barreras hasta cómo se va haciendo toda esa construcción de género, cómo te va colocando en un sitio y constantemente te va empujando hacia cuál es tu camino», asevera.

En las pocas ocasiones en las que mujeres o personas disidentes aparecen en el relato del deporte extremo, lo hacen casi siempre bajo una historia que no fue pensada para ellas. Su participación suele narrarse como una hazaña en la que la protagonista debe superar obstáculos extraordinarios para demostrar que puede rendir «igual que los hombres», explica Alday.

«Esa narrativa de demostrar que podemos ser tan fuertes como ellos hay que superarla», afirma.

«No se han levantado de sus sillas para que nos pongamos. Nos han puesto sillas nuevas y nos han dicho cómo sentarnos y dónde está esa silla y para qué es esa silla», critica.

Usar su altavoz para cuestionar el género

Su trayectoria atravesada por entornos masculinizados fue generando una inquietud que ahora se articula en el documental. «A mí me gusta mucho el storytelling dentro de lo que yo hago. Poder contar historias. Y creo que tengo un altavoz«, explica Alday, que cuenta con medio millón de seguidores en redes sociales.

Ese altavoz, reconoce, cuenta con la particularidad de que una parte importante de su público son hombres. «Tengo también la escucha y la admiración de muchos hombres que han compartido trayectoria conmigo. Y eso también es importante para abrir el debate», asegura.

Por eso la apuesta del documental es que el deporte sea el gancho y la puerta de entrada a una reflexión más profunda. «El objetivo no es solo hablarle a quien ya está convencida, sino atraer a los fifes (término de internet que se usa para describir a un hombre heterosexual aficionado al fútbol) a sus movidas de fifes para contarles sutilmente otra cosa. Las que ya están convencidas ya lo saben», explica.

La preparación previa

El plan deportivo se ha afinado en frío real. A lo largo de 2025 Alday ha encadenado estancias en Islandia, Canadá, Finlandia, Groenlandia y la Patagonia para simular, con margen de error mínimo, lo que ocurrirá en diciembre en el continente blanco.

La preparación fue, además, un aprendizaje desde el inicio. «Yo nunca me había montado en una bici con pedales atados; me caí el primer día, y muchos más», recuerda entre risas. La curva de aprendizaje fue constante, desde técnica de bici en nieve, nado en aguas abiertas a dos grados, hasta correr con varias capas y pies entumecidos.

A esa carga física se sumó la nutrición, que se ha convertido en parte de su disciplina. «Este mes he cogido tres kilos. Suena fácil, pero cuando entrenas tantas horas subir peso es difícil, y no vale hacerlo de cualquier manera», describe. El cuerpo tiene que llegar a la Antártida con reservas suficientes para sostener más de 30 horas de actividad ininterrumpida, en un entorno donde el frío consume energía más rápido de lo que lo hace el esfuerzo.

Un crowdfunding para conseguir el reto

Alday admite que «la financiación de este reto es altísima» y que la parte deportiva y la audiovisual van unidas porque «no puedes hacer el reto y luego ir a hacer el documental, el reto se tiene que documentar».

La vía de los patrocinios no ha sido suficiente y, para sostener la parte audiovisual, han creado su propia productora, un modelo que combina negociaciones de venta de derechos y precompras. Sin embargo, el margen de maniobra es limitado, porque «negociar sin material rodado reduce muchísimo la capacidad».

El gasto principal está en la logística marítima, especialmente en el barco, por lo que el equipo no ha tenido más opción que abrir una campaña de crowdfunding para intentar cerrar la financiación necesaria y mantener la salida prevista.

https://www.gofundme.com/f/ironhuman-project-antarctica/widget/large?sharesheet=undefined&attribution_id=sl%3A0530a18f-d138-48ce-9be7-36ab343f5551&utm_content=efeminista.com&utm_medium=referral&utm_source=widget#:~:tcm-regime=GDPR&tcm-prompt=Hidden

Como forma de involucrar a la comunidad, la campaña incluye el sorteo de una plaza en el velero entre quienes participen con aportaciones económicas.

«Es un velero donde caben doce personas», explica, entre capitana, equipo técnico y producción. La plaza no es turística y requiere ciertos criterios médicos y de seguro, además de un periodo breve para coordinar al grupo, ya que el sorteo está previsto para el 15 de noviembre y la salida está prevista para el 5 de diciembre.

FUENTE: EFEMINISTA


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