octubre 10, 2025
Shaharzad Akbar, activista afgana: Este tribunal popular ofrece a las afganas la oportunidad de ser escuchadas

Por primera vez, las mujeres afganas han tenido la oportunidad de ser escuchadas en los tribunales, explica la activista afgana Shaharzad Akbar. Lo han hecho lejos de su país, en Madrid, donde durante tres días se ha celebrado el Tribunal Permanente de los Pueblos para las Mujeres de Afganistán, un proceso simbólico que busca documentar y denunciar las violaciones de derechos humanos y la persecución sistemática de las mujeres bajo el régimen talibán desde su regreso al poder en agosto de 2021.
Entre quienes han impulsado este tribunal está Shaharzad Akbar, expresidenta de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán y hoy directora ejecutiva de la ONG Rawadari, que actualmente vive exiliada en el Reino Unido.
«Es la primera vez que mujeres afganas testifican ante un panel de jueces«, cuenta en una entrevista con Efeminista. El proceso, explica, forma parte del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), una instancia internacional de opinión fundada en 1979 y reconocida por su competencia para pronunciarse sobre delitos graves cometidos contra los pueblos y las minorías.
Para Akbar, esta cita es una manera de evitar la normalización del régimen talibán y de recordar al mundo que el silencio también perpetúa la violencia. «No permitan que sus gobiernos normalicen un régimen en el que las mujeres no pueden estudiar, trabajar ni participar en la vida pública» asevera.
Además, insiste, este proceso puede llegar a ser una forma de sanación para las supervivientes, ya que «contar la verdad puede ser una forma de sanar, y escuchar su propia verdad también puede serlo».
La posibilidad de ser escuchadas por primera vez
Pregunta (P): ¿Por qué es tan importante este tribunal?
Respuesta (R): Este tribunal está dando a las mujeres afganas un día en los tribunales. Es la primera vez que tenemos un proceso en el que mujeres afganas testifican ante un panel de jueces, con fiscales afganos liderando el proceso. Es, por tanto, un proceso dirigido por afganos, que ofrece a las mujeres y a las supervivientes afganas la posibilidad de ser escuchadas en una corte. Pero también es una oportunidad para amplificar la situación en Afganistán y evitar la normalización del régimen talibán, algo que vemos que está ocurriendo rápidamente en la región. Desafortunadamente, a pesar del sufrimiento de las mujeres afganas, el mundo ha reaccionado de dos formas: con olvido y silencio, o con normalización.
P: ¿Por qué decidieron celebrar el tribunal en España?
R: Queríamos hacerlo en un lugar donde las supervivientes pudieran participar de forma segura, así que la seguridad fue una prioridad. También buscábamos un país donde ya hubiera supervivientes afganas, y en España las hay. Pero además queríamos que fuese un país con autoridad legal y moral en temas de justicia internacional. España, por su posición respecto a Gaza y Palestina, tiene esa autoridad moral que, lamentablemente, muchos otros países europeos no tienen actualmente.
P: Mencionabas los problemas de seguridad. ¿Cómo ha sido la parte logística para traer a las activistas hasta España?
R: Ha sido complicado. Tuvimos muchos desafíos. Hay supervivientes que están en España cuyas declaraciones se presentarán, pero no hablarán en persona porque tienen familia extendida en Afganistán. Otra superviviente iba a venir desde otro país europeo, pero no tenía la documentación necesaria para viajar, así que tuvimos que excluir su testimonio presencial.
Tuvimos problemas de seguridad con cualquiera que viniera desde Afganistán. Debimos tomar muchas medidas para protegerlas, porque no basta con cambiar la voz o quitar el nombre. Si una mujer dice “fui arrestada en una protesta en tal ciudad, en tal fecha”, eso ya la identifica. Por eso eliminamos muchos detalles de los testimonios y pregrabamos las declaraciones. No lo hice yo, sino las fiscales, por motivos de seguridad. Nos guiamos por el principio de “no causar daño”. Nuestra prioridad número uno es la seguridad y protección de las supervivientes.
Un proceso de sanación para las supervivientes
P: También es la primera vez que tantas testigos se reúnen en un mismo espacio para hablar de esta situación y que tienen espacio en un tribunal. ¿Por qué era importante hacerlo así?
R: Queríamos que fuera también un proceso de sanación para las supervivientes. Contar la verdad puede ser una forma de sanar, y escuchar su propia verdad también puede serlo.
Con los mecanismos formales, como la Corte Penal Internacional o el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, las supervivientes tienen muy poco espacio.
Pero aquí todo está diseñado para ellas, este tribunal existe por y para las supervivientes. No son un añadido, son el centro del proceso.
Queremos usar el veredicto final, previsto para diciembre, como una herramienta de incidencia política y de fortalecimiento del movimiento de mujeres afganas. Queremos llevarlo a universidades, a gobiernos, a gente joven y a grupos de mujeres para decirles: «Mirad, esto es lo que está ocurriendo en Afganistán, y es un crimen contra la humanidad. Necesitamos que estéis con nosotras, que os mantengáis a nuestro lado».
«No permitan que sus gobiernos normalicen el régimen taliban»
P: En ese sentido, ¿qué se está haciendo actualmente para garantizar la rendición de cuentas de los talibanes a nivel internacional?
R: Hay varios mecanismos de responsabilidad internacional en marcha. La Corte Penal Internacional tiene una investigación abierta y existen dos órdenes de arresto contra miembros talibanes, aunque, como no viajan, es poco probable que sean detenidos.
También hay esfuerzos por hacer que los talibanes respondan ante la Corte Internacional de Justicia. Además, contamos con un Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en Afganistán, que está aquí hoy con nosotros, y que ha hecho un excelente trabajo documentando la situación.
Esta semana es especialmente importante para la justicia de las mujeres afganas, se ha creado una nueva misión de investigación con un mandato muy amplio de rendición de cuentas en Afganistán.
¿Y cuál es el valor añadido de este tribunal? Este tribunal se dirige a la gente común, no solo a los gobiernos. Queremos hablar con ciudadanos, hombres y mujeres. Por eso queremos que los medios estén aquí, queremos que la sociedad sepa lo que las mujeres están viviendo en Afganistán. Nuestro mensaje para ellos es claro: no permitan que sus gobiernos normalicen un régimen en el que las mujeres no pueden estudiar, trabajar ni participar en la vida pública.
P: Desde el regreso de los talibanes, hemos visto un retroceso drástico en los derechos de las mujeres. ¿Cuál es la situación estos últimos meses?
R: Cada mes la situación empeora. Por ejemplo, este año los talibanes prohibieron que las trabajadoras afganas de agencias de la ONU acudieran a sus puestos.
Esto ocurrió justo después de un terremoto. Esto significa que las mujeres heridas o afectadas por el desastre no podían recibir ayuda de otras mujeres, porque las empleadas estaban vetadas. En el contexto cultural afgano, sobre todo en zonas rurales, donde las mujeres no pueden interactuar con hombres, esto fue una sentencia de muerte para muchas.
Algunas agencias de la ONU suspendieron sus operaciones, otras enviaron personal internacional para continuar el trabajo, pero no es una solución sostenible.
La semana pasada, los talibanes cortaron el acceso a internet, que es una línea de vida para la población. Afganistán lleva más de cuatro décadas de guerra y desplazamientos. Casi todas las familias tienen parientes fuera del país, y la red les permite mantenerse en contacto. Pero para las mujeres, el internet también es educación, es la única vía para aprender. Cuando se cortó, perdieron esa posibilidad y temíamos que ocurrieran violaciones masivas, incluso lapidaciones, sin que nadie pudiera saberlo.
Tras una fuerte presión internacional, el servicio fue restaurado parcialmente, pero sigue siendo frágil. Cada día tememos perder el contacto con Afganistán.
«Nos sentimos vivas, pero también muertas»
P: Su organización también trabaja mucho el tema de matrimonios forzados. ¿Qué está pasando en ese ámbito?
R: Desde el regreso de los talibanes hemos visto un aumento de los matrimonios forzados y tempranos, y también una crisis de salud mental entre las mujeres.
Cada vez hay más intentos de suicidio, especialmente entre jóvenes. ¿Por qué? Porque las mujeres han perdido la esperanza. Si tienes 14 años y llevas cuatro sin poder estudiar, ¿qué opciones tienes? Si tu padre te casa porque es pobre, no puedes volver a tu casa, no hay apoyo legal, no hay alternativas.
Muchas jóvenes aceptan casarse muy pronto porque no ven ningún otro futuro más allá de tener marido e hijos. No hay oportunidades profesionales. Todo esto ha provocado una enorme crisis emocional, sobre todo entre las jóvenes. Ellas dicen: «Nos sentimos vivas, pero también muertas. Es como ver al mundo seguir adelante mientras nosotras observamos desde un cementerio.” Así se sienten, como testigos desde una tumba, mientras las demás mujeres del mundo siguen con su vida.
P: Ahora vives en el exilio. ¿Se sabe cuántas mujeres afganas están en esa situación y qué consecuencias tiene para sus familias?
R: Tenemos muchas personas todavía en la región, en Pakistán e Irán, que están en riesgo de deportación. Algunas han sido torturadas por los talibanes y podrían ser devueltas a Afganistán. Y ningún país europeo está interviniendo para ayudarlas, debido, también, al clima antimigratorio que existe aquí.
El riesgo para las familias que permanecen en Afganistán es muy grave, porque no es una sociedad individualista, sino comunitaria. Pueden capturar a tu hermano, a tu hermana, a tu padre. Y eso ya ha ocurrido antes.
En mi caso, por ejemplo, tengo familia extendida en Afganistán, y les he pedido que me renieguen públicamente, que digan que no me conocen, que no tienen contacto conmigo. No los llamo directamente porque temo ponerlos en peligro.
FUENTE: EFEMINISTA