septiembre 16, 2025
Las voces por Gaza de las mujeres de Chile, el mayor refugio palestino fuera del mundo árabe

Cada vez que en Chile resuenan cánticos de manifestaciones contra el genocidio en Gaza, Valentina Beas desfila con sus compañeras por las calles de Santiago, con el rostro pintado de blanco y al ritmo de la danza japonesa Butoh, lento y repetitivo, emulando –dice a Efeminista– «el dolor de una madre que pierde a su hijo».
Desde el inicio de la ofensiva israelí, en octubre de 2023, su colectivo, Madres de Gaza, ha participado en todas las protestas convocadas en la capital chilena en apoyo y solidaridad con Palestina con este «ritual callejero», para «visibilizar» el tormento de las mamás de los más de 18.000 niños, niñas y adolescentes palestinos asesinados, según Unicef, durante los casi dos años de ataques a la población gazatí: «Me conmovía ver a esas madres abrazando a sus bebés envueltos en una sábana blanca». Y, «ante la necesidad de hacer algo», recurrió al arte de denuncia.
Como ella, miles de personas se han movilizado en Chile en múltiples protestas y actividades convocadas en los últimos 23 meses de conflicto en la Franja de Gaza.
Chile acoge la mayor comunidad palestina en América
El país austral alberga la mayor comunidad palestina en América y la más grande fuera del mundo árabe, con cerca de 500.000 personas, aunque no existe un censo oficial. Los lazos históricos entre ambos territorios se remontan a finales del siglo XIX.
«Los palestinos en Chile han logrado integrarse y asimilarse a la sociedad chilena, aunque siempre han mantenido el vínculo con Palestina por la situación excepcional de su pueblo», dice el académico del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile Ricardo Marzuca.
Chile reconoció a Palestina como un Estado «libre, independiente y soberano» en 2011, durante el primer Gobierno del presidente conservador Sebastián Piñera (2010-2014).
A medida que Israel ha intensificado su ofensiva, el país sudamericano ha hecho cada vez más explícita su posición. Junto a México y Colombia, presentó en enero de 2024 en la Corte Penal Internacional (CPI) una solicitud para investigar posibles crímenes de guerra en Gaza; y en septiembre del mismo año se sumó a la acusación de genocidio contra Israel impulsada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia, el máximo tribunal de Naciones Unidas.
Además, el presidente, Gabriel Boric, anunció en su última rendición de cuentas ante el Congreso, en junio, que promoverá una ley para prohibir la importación de productos procedentes de las colonias israelíes, e instruyó al Ministerio de Defensa un plan urgente de diversificación tecnológica. Sin embargo, hasta ahora, los flujos comerciales se mantienen.
«Aunque Chile sea un país pequeño y lejano, podría tomar más medidas como unirse con otros países de la región que han demostrado estar en su misma página para hacer algo contra el genocidio desde América Latina», dice a Efeminista la abogada chileno-palestina Nadia Silhi.
Para Gabriela Jadue, portavoz de la Coordinadora 8M, una de las organizaciones feministas más relevantes del país y que ha sido muy activa en la denuncia de los ataques en Gaza, «la magnitud de los crímenes de Israel exige respuestas más contundentes» como romper las relaciones diplomáticas, económicas y militares.
«La lucha palestina es una tarea feminista»
Integrada por agrupaciones defensoras de los derechos de las mujeres, la Coordinadora 8M, explica Jadue, «fue de las primeras del movimiento social en denunciar la ocupación israelí el mismo 7 de octubre de 2023».
Desde entonces, se ha coordinado con varias asociaciones del sur global contra «las políticas colonialistas del Estado de Israel» y para defender que «la lucha palestina es una tarea feminista».
Según la Jadue, el movimiento feminista en Chile ha estado históricamente marcado por «sus posiciones de solidaridad internacionalista». Sin embargo, Silhi precisa que en otros tiempos a muchas feministas les «costaba solidarizar» con el pueblo palestino por «estereotipos y prejuicios» arrastrados, pero «eso ha ido cambiando» y hoy el feminismo chileno es «bien propalestino».
«Este genocidio largo y horroroso ha contribuido a exacerbar una simpatía con la causa palestina que ya existía», afirma la abogada.
Futbolistas del Club Palestino, la causa en el campo
Los primeros grupos de palestinos llegaron a Chile entre finales del siglo XIX y principios del XX, en una «migración forzada» desde Oriente Medio vinculada al «desmembramiento» del imperio Otomano y a la «ocupación europea» de esta región árabe, señala Ricardo Marzuca.
Se dedicaron al comercio y los textiles, sectores clave para su crecimiento y desarrollo hasta el punto que en la actualidad, en la colonia, hay dueños de grandes bancos privados, industrias e instituciones agrícolas. «Se crearon instituciones y clubes sociales, deportivos, culturales y políticos palestinos o árabes», añade el académico.
La institución palestina más relevantes del país es hoy el Club Deportivo Palestino, uno de los equipos de fútbol más destacados de la primera división que representa los colores e incluso las consignas nacionales de ese territorio.
Fundado en 1920 y profesionalizado en la década de los 50, se ha convertido en un símbolo de la resistencia palestina y sus planteles, tanto masculino como femenino, se han posicionado frente al conflicto con gestos simbólicos: desde como minutos de silencio de rodillas, hasta lazos negros en el brazo en señal de luto o el uso de la kufiya (pañuelo palestino).
Uno de los hitos más emblemáticos del Club fue en 2014 cuando en sus camisetas reemplazaron el número uno por la silueta alargada del territorio de la Palestina histórica. Hoy esta prenda ha cuadruplicado sus ventas en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, Francia, Bélgica y el Reino Unido, y muchos la exhiben en las protestas contra la guerra.
«Visibilizar el genocidio el Gaza»
«El Club se ha encargado principalmente de visibilizar el genocidio en Gaza, informar a la comunidad chilena y, a través del futbol, alzar la voz por el pueblo palestino», dice a Efeminista Rania Sansur, jugadora del equipo femenino y de la selección nacional de Palestina.
Su compañera y capitana del equipo femenino del Palestino, Rachel Padrón, añade que tanto en el país como en la hinchada del club existe «una sensibilidad especial» con la causa: «Por eso entramos a la cancha sabiendo lo que representamos y eso nos motiva a dejarlo todo en el campo de juego».
Todas las agrupaciones de mujeres y feministas movilizadas tratan de poner «su granito de arena», dice Valentina Beas, por sentirse «parte de un genocidio en vivo y en directo» y porque, al final, como concluye Gabriela Jadue, «en palestina se disputan los márgenes de la lucha para el futuro».
FUENTE: EFEMINISTA