Esta semana, me sorprendió ver que las principales noticias en medios de comunicación de todo tipo tenían en su mayoría a mujeres como protagonistas, pero no precisamente por nada bueno. Resuenan en mí varios casos en particular: primero, el supuesto acoso sexual del que han sido víctima varias mujeres en el Congreso; la canción “viral” de Shakira donde se fue lanza en ristre en contra de su ex y su nueva novia; el feminicidio de la joven DJ Valentina Trespalacios supuestamente a manos de su novio extranjero en Bogotá; y, la muerte de Paula Durán, la colombiana residente en Estados Unidos que estaba luchando contra el cáncer y que fue noticia mundial a raíz de su petición de otorgar una visa humanitaria a su familia para poder darles el último adiós.

Si bien estas son noticias coyunturales y específicas, engloban un multiverso de casos parecidos que acontecen diariamente en la sociedad, y en mayor medida a las mujeres, y deja en evidencia que en Colombia aún hay mucho camino por recorrer en cuanto a la seguridad y dignidad de las mujeres, niñas y adolescentes. El acoso, los feminicidios y las desigualdades estructurales en el país parecen acentuarse cada vez más y más, por supuesto, en detrimento de nuestro género. Aunque en un principio estos pueden parecer un problema de la esfera privada, lo cierto es que las cifras son tales que se hace necesaria la creación de varias políticas públicas eficientes que ayuden a erradicar la violencia contra la mujer en todas sus formas y en distintos frentes. Por un lado, es necesario fortalecer el sistema de justicia, replantear las rutas de ayuda y atención a la mujer que denuncia a su agresor, combatir la revictimización y agilizar los procesos judiciales a favor de la víctima denunciante, tomando las medidas cautelares pertinentes. También, es necesaria una legislación que no permita al agresor reducir su condena y mucho menos otorgarles el privilegio de casa por cárcel. Por otro lado, el sistema de salud para las mujeres, niñas y adolescentes debe mejorar y permitir el acceso universal de todas al sistema, enfocándose especialmente en el área de la salud sexual y reproductiva. Actualmente, Colombia es uno de los países con los niveles de embarazos adolescentes más alto del mundo, al igual que uno de los que más cesáreas realiza, incurriendo así en casos de violencia obstétrica y materna. Finalmente, el acceso a la educación es fundamental para que las mujeres puedan conseguir la independencia económica y el crecimiento personal, buscando de esta forma y desde estos distintos ejes salir del círculo vicioso de la violencia y de la espiral de pobreza en todas sus dimensiones.

Desafortunadamente, el 2023 no pinta bien para las mujeres, a pesar de la creación del Ministerio de la Igualdad, cuyo objetivo es “combatir las violencias machistas”; una vez inicie su funcionamiento, será posible hacer un balance de sus logros y metas, por ahora, la violencia contra la mujer seguirá recrudeciendo.

FUENTE: https://elmeridiano.co/