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julio 23, 2019

¿Por qué el feminismo es para todas/os, pero no es de todas/os?


Comentaba en sus redes sociales hace unos días el sociólogo Pau Mari Klose que la reconversión de algunas personas que en el pasado protagonizaron sonoros titulares machistas, como Toni Cantó, reconocido por cuestionar la ley contra la violencia de género aduciendo que la mayoría de denuncias eran falsas, y repitiendo, por tanto, el mantra machista más extendido para deslegitimar la ley, tenía mucha similitud con la de afamados franquistas que durante la Transición se ufanaron en querer demostrar que ellas/os habían llegado las/os primeras/os a la fiesta de la democracia. Y no es que yo no crea en la reeducación de las personas, sino que creo que en este caso tiene mucho más que ver con que algunas/os ven el feminismo más como una moda pasajera, una etiqueta que conviene en un determinado tiempo y lugar, que como lo que verdaderamente es, un corpus de pensamiento teórico con más de tres siglos de historia y un movimiento social crítico con la realidad que viven las mujeres en el seno del sistema patriarcal.

En los últimos días y semanas hemos tenido que presenciar un bochornoso espectáculo de insultos y desprecios a mujeres que han dedicado su vida a articular agendas feministas y luchar por ellas. Feministas que se han cansado de que algunas personas pretenden desideologizar y vaciar de contenido crítico el feminismo, el movimiento social más importante de los últimos tres siglos, y no se han callado. Maestras, teóricas, que nos han enseñado el camino y nos han conquistado derechos y libertades a las que hemos venido detrás, y que hoy son objetivo, no sólo del machismo y de las/os machistas explícitas/as de siempre, sino también de quienes operan, bajo la etiqueta de aliadas/os, para desarticular las reivindicaciones teóricas del feminismo.

Como explica la profesora Ana de Miguel, el feminismo no puede ser la única teoría en la que quepa una afirmación y su contradicción, como pretenden algunos/as de manera intencionada. En el feminismo no caben la abolición de los sistemas de explotación sexual o reproductiva de las mujeres y su legitimación por la vía de la regulación. Dicho de otro modo: en el feminismo no cabe la legitimación de ninguna explotación que afecte a ninguna mujer, en ningún momento y en ningún lugar. ¿Creéis que socialmente se daría crédito a alguien que pretendiese hacernos creer que en el marxismo caben la abolición de las clases sociales y del sistema capitalista, y al mismo tiempo el capitalismo más feroz? Pues eso es lo que pretenden hacer con el feminismo, utilizarlo como una etiqueta desideologizada en la que la teoría queda completamente invisibilizada. Como si fuera un cajón de sastre en el que todo cabe, y así se puede usar como etiqueta para legitimar, incluso, la opresión y violencias que sufren algunas mujeres. Buscan vaciarlo de contenido y reivindicación por la vía de la confusión teórica y conceptual. Y esto no es casual, está perfectamente pensado y reflexionado. Si todo cabe dentro del feminismo, al final el feminismo no es nada. Esta es la idea que subyace, el objetivo que pretenden, y operando para la consecución de esta máxima hay mujeres y hombres que dicen ser aliadas/os.

¿Es el feminismo una teoría y un movimiento que buscan la emancipación de todas las mujeres? ¡Por supuesto! Hoy las mujeres, todas nosotras, tenemos derechos políticos, sociales y civiles gracias a la lucha de cientos de miles de feministas. Y estos derechos y libertades los tenemos y disfrutamos todas, quienes somos feministas y también las que rehúsan o incluso desprecian el feminismo. Por tanto, sí, el feminismo es un conjunto de teorías y un movimiento social que aspira a mejorar la vida de todas las mujeres, las de aquí y allí.

Es más, me atrevería a decir que también es para todos, porque la deconstrucción de la masculinidad normativa que preconiza el feminismo es profundamente beneficiosa también para los varones.

Por ello, el feminismo es para todas/os, pero no es de todas/os. El feminismo es de quien conoce su corpus de pensamiento, lo estudia, lo asume y vive de acuerdo con él. Es desolador tener que explicar algo tan absolutamente básico, pero vivimos el tiempo de la equidistancia y de la desideologización. El tiempo del desprecio a las teóricas que han articulado el pensamiento y las reivindicaciones feministas, y consagrado su vida a la lucha por nuestros derechos y libertades. El tiempo de la confusión como receta para desmovilizar aquellos movimientos que pretenden remover los obstáculos que impiden a las mujeres su emancipación y libertad, y mantener el sistema de opresión y desigualdad estructural en el que vivimos. El tiempo duro y cruel en el que hasta las explotaciones que sufren muchas mujeres quieren colárnoslas como feminismo. Vivimos ese tiempo en el que, como decía Brecht, toca defender lo obvio. Pero nunca fue fácil ser militante feminista, y en ello seguimos.

FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA


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